Kingston, Jamaica. Los científicos caribeños, quienes hace unos 10 años comenzaron a diseñar sistemas y estrategias para reducir las consecuencias del cambio climático en el mar, subrayan que los pescadores de la región ya sufren los efectos del fenómeno.
Algunos profesionales trabajan en jardines de coral y en estrategias para repoblar áreas perjudicadas por la sobrepesca, mientras otros analizan datos, crean herramientas para preparar la región y generar consciencia sobre el recalentamiento del planeta, además de suministrar información útil a las autoridades.
La secretaría del Mecanismo Caribeño de Pesca Regional (CRFM, en inglés) anunció que en diciembre de este año emitirá un Informe Climático para contribuir a la formulación de estrategias que reduzcan el impacto del cambio climático en el sector.
“Los jefes de gobierno de la Caricom (Comunidad del Caribe) pusieron a los productos pesqueros entre los bienes prioritarios”, indicó Peter Murray, gerente de programa para Desarrollo y Pesca del CRFM.
“Eso quiere decir que lo que afecte a su desarrollo es importante para nosotros y que el cambio climático es de primordial importancia”, remarcó.
El bloque regional de pequeños estados en desarrollo refuerza los sectores que dependen del ambiente marino, o economía azul, para resistir los estragos previstos del cambio climático, que según los científicos, aumentará la intensidad de los huracanes y las sequías, elevará el nivel del mar y blanqueará los corales.
Por su parte, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) señaló en su último informe AR5: “Muchas especies de tierra, agua dulce o salada cambiaron sus áreas geográficas, actividades estacionales, patrones de migración, volumen e interacciones entre especies en respuesta al cambio climático”, lo que ya notaron los pescadores caribeños.
El Informe Climático ofrece datos en profundidad para que los gobiernos tomen decisiones importantes en materia de mitigación y adaptación.
El documento contiene información sobre la acidificación de los océanos, sobre eventos extremos como tormentas y aumento del nivel y de la temperatura del mar, pero también sobre la sociedad civil en lo que respecta a la pesca, el turismo y los asentamientos humanos.
Además, los 17 miembros del CRFM acordaron incorporar la gestión de la pesca en sus planes para hacer frente a los desastres naturales y suscribieron la Estrategia de Reducción del Riesgo de Desastres y Adaptación al Cambio Climático.
El informe de 2015 del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) coincide con el último del IPCC cuando dice que en los últimos 30 años, la pesca disminuye en todo el mundo por el cambio climático.
Y en el Caribe, la disminución de la captura ya impactó la estabilidad de comunidades enteras, además de la dieta y el sustento de las poblaciones más pobres de la región. De seguir la tendencia, la economía de muchas islas podría quedar destruida.
Las especies pelágicas (que viven en aguas medias o cerca de la superficie) podrían directamente evitar el Caribe, lo que agravaría aún más la situación. El plan regional se concentra en una Política Pesquera Caribeña que abarca la gestión, el monitoreo, además de sistemas y herramientas para mejorar la planificación del riesgo.
Además, la Caricom instaló un Sistema de Alerta Temprana para los Arrecifes de Coral, nuevos protocolos de recolección de datos, mejoró la capacidad informática para analizar los datos climáticos, creó un programa de seguros para aumentar la resiliencia de las comunidades pesqueras y de otros actores, así como dispuso de varias herramientas para pronosticar sequías y el exceso de lluvias.
Unas 3.000 millones de personas dependen de la pesca como su principal fuente de proteínas. La industria ofrece un sustento a alrededor de 12 por ciento de la población mundial y genera unos 2,9 billones (millón de millones) de dólares al año, indicó el WWF.
Con una producción regional apenas registrada a escala internacional, el Caribe vuelca sus esfuerzos a la preservación de la economía azul que, según el Banco Mundial, generó 407.000 millones de dólares en 2012.
En las próximas semanas, el Centro para Cambio Climático de la Comunidad del Caribe, conocido en la región como 5Cs, coordinó e implementó una serie de programas destinados a crear sistemas que ayuden a la región a hacer frente a los efectos del cambio climático.
Con la colaboración de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, en inglés) de Estados Unidos, el 5Cs instala una red integrada de estaciones de monitoreo biológico y climático para reforzar el mecanismo de alerta temprana de la región.
Como los océanos absorben más dióxido de carbono, se pronostica la disminución del suministro regional de caracolas y ostras, el sostén de algunas comunidades.
Además, el recalentamiento de la superficie oceánica modificaría las rutas migratorias de peces pelágicos hacia el norte, reduciría más el suministro de especies de aguas profundas, y encima, la competencia por los recursos escasos podría hacer que las consecuencias negativas de una industria se trasladen a otra.
Los científicos buscan opciones, pero mientras, las antiguas tradiciones a veces chocan con los proyectos de conservación.
Por ejemplo, hace dos semanas hubo un incidente en aguas de San Vicente y las Granadinas, donde unos observadores de ballenas fueron testigos de cómo unos pescadores sanvicentinos cazaban a dos orcas con arpones. El episodio llevó al primer ministro Ralph Gonsavles a anunciar el final de lo que había sido, hasta ahora, una industria ballenera próspera en el pueblo de Barouille.
Durante años, el gobierno hizo la vista gorda cuando los pescadores violaban acuerdos internacionales y regionales vinculados a la conservación de especies marinas.
Las continuas infracciones también violan la Política Pesquera Común de la Caricom, que prohíbe varias actividades con el fin de proteger y preservar el ambiente marino y sus seres vivos.
Cinco días después del incidente, el 2 de abril, Gonsalves denunció públicamente a la caza de ballenas por “codicia” y anunció normas para poner fin a la captura de esos mamíferos. También empañó el excelente cumplimiento de las normas para proteger a la industria pesquera del factor climático que tenía este país insular.
En el norte del Caribe, las tradiciones también chocan con las normas y los acuerdos internacionales.
En Jamaica, la Fundación Sandals lanzó, en colaboración con los grandes supermercados, una campaña para frenar la captura, la venta y el consumo de peces loro porque es sinónimo de salvar a los arrecifes y de mitigar los efectos del cambio climático.
Mientras muchos debaten sobre la preparación del Caribe para hacer frente al cambio climático, los científicos alertan de que no hay tiempo que perder; el 26 de abril lanzaron un proyecto de adaptación costera (PAE, en inglés) y un programa de educación pública en la capital de Belice.
El PAE, llamado Sienta el Cambio, cuenta con fondos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y del Proyecto de Cambio Climático Japón-Caribe.
“El cambio climático no se trata solo del aumento del nivel del mar o del recalentamiento planetario, la variabilidad climática nos afecta a todos”, subrayó el especialista de 5Cs, Keith Nichols.
Los eventos extremos, desde sequías graves hasta cambios en los cultivos, le han costado a la región miles de millones de dólares, añadió. (Traducido por Verónica Firme)
Zadie Neufville/Inter Press Service