Actualmente la Ciudad de México ostenta el primer lugar con los niveles más altos de ozono, y también alcanza niveles altos de partículas suspendidas, lo que ocasiona la muerte de 17 mil 700 personas cada año por la exposición a niveles altos de contaminantes, señaló Paloma Neumann, responsable de la campaña Revolución Urbana de Greenpeace México.
De acuerdo con la activista, el problema se ha extendido a toda la República porque se ha privilegiado la infraestructura automovilística en lugar del transporte público. Además, existe poco rigor de las normas que fijan los límites máximos permitidos de emisiones contaminantes y exposición a ellas, en comparación con los valores guía sugeridos por organismos internacionales.
Tal es el caso de las Normas Oficiales Mexicanas de salud ambiental, cuyos niveles son más permisibles que los valores sugeridos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ante dicha situación, en noviembre de 2017 un grupo de niños inició un proceso legal para que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) ajuste los límites de exposición para proteger los derechos de la infancia a la salud, la vida, el esparcimiento y un medio ambiente sano; de haberlo hecho, desde esa fecha hasta hoy se pudieron evitar 10 mil 128 muertes.
A raíz de esto, activistas de Greenpeace ayer colocaron una máscara y un tanque de oxígeno a la estatua de la Diana Cazadora con el mensaje “El aire en México MATA” para exigir aire limpio y transporte público no contaminante para todo el país.
La manifestación se realizó como un llamado urgente para que las autoridades y candidatos a la siguiente administración en todos los niveles –federal, estatal y municipal– reconozcan la gravedad de la situación y se comprometan con medidas efectivas para mejorar la calidad del aire y que actualmente cobra la vida de al menos 48 personas diariamente en México, según datos del Instituto Nacional de Salud Pública, agregó la activista.
Rodrigo Ek