En la frontera entre Estados Unidos y México existen cuatro corredores principales de trata de personas: Tijuana-Mexicali, el desierto de Sonora, Ciudad Juárez y los municipios de Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros (mapa), asegura una investigación de InSight Crime. En estos corredores pequeños grupos criminales conformados por clanes inciden en ese delito, con la complicidad de funcionarios locales corruptos a los que sobornan.
Dichos corredores muestran que la trata de personas depende del panorama local del crimen organizado, de las capacidades de los organismos de seguridad y de los flujos migratorios que pasan por estos corredores, señalan los investigadores Steven Dudley, Parker Asmann, Victoria Dittmar e Ignacio Alvarado. Agregan que las principales organizaciones criminales involucradas son los cárteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y Cárteles Unidos.
En su informe Trata de personas en la frontera México-Estados Unidos: Clanes familiares o coyotes, indican que “la relación más estrecha del crimen organizado mexicano con la trata de personas se da con el tráfico ilícito de migrantes. Ambos delitos son distintos, pero los migrantes vulnerables suelen ser obligados a trabajar para los grupos del crimen organizado o son explotados sexualmente por individuos oportunistas responsables de guiarlos por determinada área”.
Corredor 1: Tijuana-Mexicali
Los principales actores de la trata de personas en el corredor Tijuana-Mexicali, Baja California, son proxenetas locales y clanes familiares, que operan entre esta parte de la frontera y en conexión con ciertos estados del centro de México, como Puebla y Tlaxcala.
Dichas redes utilizan diversas tácticas para capturar a sus víctimas, como ofertas fraudulentas de trabajo y falsas promesas de relaciones. Se estima que puede haber cientos de células dedicadas a la trata, conformadas por cuatro a 20 personas, que ejercen la explotación sexual de mujeres y niñas entre la ciudad fronteriza de Tijuana y Mexicali. Sin embargo, los autores señalan que es difícil determinar el verdadero número de redes dedicadas a esta economía criminal clandestina.
El barrio rojo de Tijuana, conocido como la Zona Norte, es representativo de cómo funciona la trata de personas en este corredor. En esta zona, los investigadores vieron a mujeres jóvenes y niñas paradas en las puertas de moteles improvisados, mientras en la calle de enfrente, un oficial de policía municipal observaba desde su despacho. A la vuelta de la esquina había varios bares y burdeles, cada uno de los cuales permanece en su propia zona gris entre lo legal y lo ilegal: venta de licor de contrabando, alojamiento de migrantes indocumentados o trata de niñas y mujeres.
Había además algunos volantes de personas desaparecidas pegados en postes de teléfonos, letreros callejeros y paredes de los negocios locales. Gran parte de las operaciones de trata sexual callejero que tienen lugar allí son “operaciones familiares” supuestamente dirigidas por redes de padrotes, término local con el que se les conoce a los proxenetas.
Éstos operan negocios como clubes de striptease, bares y moteles informales. Sus víctimas suelen ser mujeres migrantes procedentes de centro y Suramérica, así como las que han llegado desde Chiapas, Oaxaca y Puebla.
Las víctimas atraídas a la zona suelen llegar en autobús. Las trabajadoras sexuales entrevistadas por InSight Crime explicaron cómo funciona la explotación utilizando como ejemplo las operaciones de un clan familiar. Esta red está dirigida por una mujer y sus hijos, cada uno de los cuales ocupa diferentes roles dentro de la organización.
El clan busca mujeres migrantes mexicanas que llegan a la ciudad fronteriza en busca de oportunidades económicas para mantener a sus familias e hijos pequeños. Según cuentan las trabajadoras sexuales, uno de los hijos de dicha mujer obliga a las víctimas a trabajar para su red, y los proxenetas supervisan la prostitución callejera; otro hermano vigila a las víctimas por turnos, y la madre maneja las finanzas. (Gráfica).
Este tipo de clanes también domina el comercio transfronterizo de trata de personas, que se extiende mucho más allá de este corredor. InSight Crime encontró al menos una docena de casos judiciales en Estados Unidos durante la última década, en los que se enjuició a redes de trata formadas por familias, que engañaban y reclutaban a sus víctimas en México para luego trasladarlas a Estados Unidos.
Uno de esos clanes familiares acusados por fiscales del Distrito Este de Nueva York operó sin ningún obstáculo durante casi 20 años. Uno de los integrantes de la red engañaba a las víctimas con relaciones románticas en el centro de México y luego las presionaba para que viajaran a Estados Unidos, donde su hermano y su hermana utilizaban presiones físicas, mentales y emocionales para obligarlas a prostituirse en Nueva York.
En el corredor Tijuana-Mexicali, algunas de estas organizaciones son el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), el Cártel de Sinaloa y remanentes del Cártel de Tijuana. Si bien estas organizaciones criminales tienen células locales que monitorean toda la actividad económica en sus áreas de influencia y buscan obtener ganancias siempre que sea posible mediante la extorsión, sus prioridades parecen estar en otras empresas, como el tráfico de migrantes, de armas y de drogas, según algunas fuentes le dijeron a InSight Crime.
Corredor 2: desierto de Sonora
En este inhóspito desierto al occidente del país, se borran las líneas entre el tráfico y la trata de personas.
Docenas de migrantes con los que hablaron los investigadores en diferentes puntos a lo largo de la frontera estaban satisfechos con los arreglos a los que llegan con los traficantes, es decir que no lo perciben como una forma de trata de personas. “Hay muchas conexiones entre estos dos delitos, y el tráfico ilícito de una persona a través de la frontera también puede ser un medio para un fin diferente”, dijo un funcionario de alto rango que trabaja en la Unidad de Trata de Personas y Tráfico Ilícito de Migrantes deInterpol a los investigadores.
El tráfico ilícito de personas y la trata de personas también se cruzan de otras maneras, sobre todo mediante la explotación sexual. El informe apunta que éste es más un crimen de oportunidad: “lo que lo diferencia del tipo de trata de personas que observamos en el corredor Tijuana-Mexicali. Eso no quiere decir que no exista este tipo de trata”.
Más al este, en la ciudad fronteriza de Nogales, hay trata sexual dentro de la llamada zona de tolerancia, donde las víctimas son explotadas en bares, burdeles y moteles. Según el informe, algunos coyotes también les venden migrantes a los tratantes de personas. Los precios de estas transacciones varían. Durante mucho tiempo, las redes de coyotes fueron clanes familiares bien establecidos o individuos que trabajaban durante años en áreas específicas y con las mismas familias y comunidades. Pero el mercado está cada vez más estratificado y los grupos que administran dichos clanes están atomizados.
Muchos migrantes que buscan trabajo en Estados Unidos son blanco de reclutadores fraudulentos que anuncian empleos legítimos bajo el programa de visas de trabajo temporal H-2A o H-2B. La primera les permite a los empleadores estadounidenses solicitar el reclutamiento de migrantes para trabajos agrícolas estacionales, mientras que la segunda permite el reclutamiento para otros trabajos de bajos salarios en industrias no agrícolas, como construcción, empaquetado de carne y paisajismo.
En un caso representativo, una red criminal presuntamente obtuvo más de 200 millones de dólares en ganancias ilícitas explotando a miles de trabajadores centroamericanos y mexicanos en un periodo de seis años. Los reclutadores atraían a las víctimas con ofertas de empleo para trabajar en granjas agrícolas en Georgia, Florida y Texas bajo el programa de visas H-2A, pero les pagaban un salario miserable y los hacían vivir en sitios hacinados e insalubres.
Corredor 3: Ciudad Juárez
Según los autores, el corredor de Ciudad Juárez, Chihuahua, se caracteriza por interacciones complejas y dinámicas entre organizaciones criminales, lo que hace muy difícil determinar el patrón general de la trata de personas. Aun así, es claro que hay una actividad frecuente y generalizada de trata de personas, la cual cuenta con la participación directa de entes estatales y es facilitada por las malas prácticas y la indiferencia de esos mismos entes.
Al igual que en los otros corredores, hay pocos datos confiables y se han analizado incluso menos casos, un obstáculo más para el estudio de esta actividad. Es revelador, por ejemplo, que casi todos los expertos y agentes de la ley consultados en esta área se refieren como punto de partida a un caso legal ocurrido hace una década.
A mediados de 2013, la policía de Juárez arrestó a seis presuntos miembros de Los Aztecas, una pandilla local con profundas raíces históricas en la ciudad que alguna vez operó como brazo armado del Cártel de Juárez. Las autoridades dicen que también hacían parte de una red de trata de personas.
Con la supuesta protección de la policía municipal y estatal, la red se hacía pasar por propietaria de agencias de modelos y otros negocios para reclutar mujeres jóvenes y niñas en una red de trata sexual y tráfico de drogas, que operaba desde un hotel en el centro de la ciudad y en otros frentes comerciales.
Una vez en sus redes, las víctimas y sus seres queridos recibían amenazas de muerte. Los cuerpos de decenas de víctimas fueron hallados en una zona conocida como Arroyo El Navajo, en el Valle de Juárez. Un tribunal finalmente condenó a cinco hombres por el asesinato de 11 mujeres jóvenes entre 2009 y 2010.
Hoy en día, hay redes similares de empresas fachada y propietarios de clubes, burdeles y hoteles que operan sin ningún impedimento a pesar de la fuerte militarización de la ciudad, como dijeron a InSight Crime expertos locales y grupos de apoyo a las víctimas.
Algunas de estas operaciones son independientes o trabajan con clanes familiares como los del corredor Tijuana-Mexicali. Pero algunos de estos negocios sexuales también pueden cooperar o trabajar con las decenas de bandas que operan en la ciudad.
Esto incluye a los Aztecas, que operan desde prisiones a ambos lados de la frontera y cuyos tentáculos se extienden hasta la ciudad y más allá. Muchas de estas bandas también trabajan con facciones del Cártel de Sinaloa o el Nuevo Cártel de Juárez, que surgió de los remanentes del Cártel de Juárez después de una sangrienta batalla con el Cártel de Sinaloa que lo diezmó.
Activistas y expertos afirman que estas organizaciones criminales mayores también pueden desempeñar cierto papel en las redes de trata de personas que explotan sexualmente a mujeres y niñas en el área. Pese a todo esto, los vínculos entre los grupos del crimen organizado y las redes de trata de personas en Juárez siguen siendo confusos.
Corredor 4: Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros
A lo largo de este corredor, que se encuentra en el extremo oriental de Tamaulipas, las grandes organizaciones criminales parecen ejercer mucho más control sobre la trata de personas que en los otros corredores. Si bien investigadores encontraron algunas leves diferencias entre las organizaciones criminales en las tres principales ciudades de la región –Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros–, estas son mucho más activas que las redes del occidente del país.
En Nuevo Laredo, por ejemplo, se impone el Cártel del Noreste. Al parecer, tiene presencia en todas partes, incluso en uno de los refugios que la ciudad tiene para los migrantes, donde se observó a tres hombres en una camioneta blanca dando vueltas alrededor de las instalaciones. Con las ventanillas abajo, pasaban lentamente por la puerta lateral por donde entraban camionetas cargadas de migrantes. Fue una muestra siniestra de fuerza y poder.
El Cártel del Noreste surgió de los remanentes de Los Zetas. La mayoría de sus líderes son familiares de los miembros fundadores de esa organización. Varios expertos y fuentes consultadas por InSight Crime en Nuevo Laredo dijeron que el Cártel del Noreste es el árbitro en esta ciudad fronteriza, pues dirimen todo tipo de asuntos, desde la resolución de disputas vecinales hasta el control del flujo de drogas, personas y otras mercancías en este tramo entre Estados Unidos y México, el cruce terrestre más transitado de toda la frontera.
La participación directa del grupo en la trata de personas se superpone con el tráfico ilícito de migrantes. Quienes llegan a la ciudad sin la “clave” adecuada, es decir, sin el código que confirma que han pagado por el permiso para cruzar, suelen ser retenidos y, a veces, obligados a trabajar para el Cártel del Noreste.
Ello puede incluir el trabajo forzoso en casas de refugio o el cruce de la frontera llevando drogas. Sin embargo, no está claro hasta qué punto ocurre esto último. Dado el aumento del tráfico de drogas sintéticas como la metanfetamina y el fentanilo, muchos cargamentos de drogas pasan por los puertos de entrada en vehículos de pasajeros o en tractocamiones.
Y los grupos criminales como el Cártel del Noreste no se arriesgan a recurrir a los migrantes (que suelen ser detenidos) para que trafiquen esas drogas a través de zonas remotas de la frontera.
En la zona de tolerancia de Nuevo Laredo, un área cercada en el centro de la ciudad, donde ha habido trabajadoras sexuales por más de 40 años, los vínculos del Cártel del Noreste con la trata de personas son más indirectos, según afirma InSight Crime. Algunas mujeres ingresan al trabajo sexual sin coerción criminal, como señalan los expertos, pero otras son engañadas, atraídas por otros tipos de empleo, tras lo cual caen en la trampa.
Según la investigación, dada la constante victimización de los migrantes, los grandes flujos de personas a través de esta región (los hallazgos de migrantes por parte de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos [CBP] se encuentran entre los más altos en esta parte de la frontera con Texas) y la fragmentación de los grupos del crimen organizado que controlan toda la actividad ilícita allí, este parece ser uno de los sitios donde se concentra la trata de personas en la frontera Estados Unidos-México.
No hay duda de que existen grupos más pequeños, muchos de los cuales no tienen un papel importante en el tráfico de drogas, que buscan ingresos de actividades criminales con menores barreras de entrada. La trata de personas es una de esas actividades, especialmente dado el alto volumen de poblaciones vulnerables que cruzan por este territorio.
Más al este, en la ciudad fronteriza de Matamoros, algunas facciones del Cártel del Golfo, específicamente los Ciclones y los Escorpiones, mantienen una supervisión similar sobre la prostitución y el trabajo sexual en la zona. Sin embargo, las fuentes de InSight Crime dijeron que estos grupos no están directamente involucrados en esta explotación. Tienen un supuesto código que dicta que los miembros no deben hacer daño a mujeres o niñas, aunque algunos miembros suelen romper esas reglas internas.
Aun así, como con cualquier actividad ilegal que se lleve a cabo en esta región, el Cártel del Golfo está siempre presente. El grupo es dueño de algunos bares, moteles y pequeñas casas donde se lleva a cabo la explotación sexual, y les cobra impuestos a los tratantes de personas, pero sus miembros no controlan el reclutamiento de víctimas, la explotación ni las tarifas, como afirma un experto de la zona.
Sin embargo, el control del Cártel del Golfo, aunque aparentemente a distancia, no es precisamente benigno. Un grupo de migrantes en Matamoros nos habló sobre una migrante venezolana que había recurrido al trabajo sexual en un intento desesperado por continuar su viaje hacia el norte.
La mujer fue secuestrada en una esquina en donde, según los informes, estaba en busca de clientes, lo cual, según el relato, es consecuencia del hecho de que la víctima al parecer no les pidió permiso a los jefes criminales locales para trabajar allí. Esta historia, aunque plausible, tampoco pudo ser verificada de forma independiente, como ocurre con muchas otras en esta región.
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