No es Rafael Herrerías. Nunca fue Herrerías Olea. Quien ha sido el responsable de lo ocurrido en la Plaza de Toros México desde hace más de 1 cuarto de siglo es la familia descendiente del presidente Miguel Alemán Valdés, aunque el Doctor Herrerías fuera la cara visible.
Después de llevar varios lustros la parte operativa del coso taurino más grande del mundo, Rafael Herrerías dejará su puesto en favor de Javier Sordo Madaleno Bringas.
No obstante la jubilación de Herrerías, el relevo no significa un cambio de grupo al frente de las corridas de toros en la plaza propiedad de la familia Cosío, pues Sordo Madaleno es un socio más de los Alemán, en este caso en ramo de la construcción y la renta.
En cuanto a lo que ocurre en la Plaza México, las relaciones son entre Miguel Alemán Magnani y Antonio Cosío Pando. De ahí hacia abajo: quienes les siguen conforman las filas de los subalternos, sean Herrerías, Álvarez Bilbao, Sergio Hernández Weber o ahora el arquitecto dueño del hierro de Xajay.
Javier Sordo Madaleno y Miguel Alemán Magnani han sido socios desde hace tiempo: hace una década construyeron el centro comercial y corporativo Antara Polanco; actualmente levantan el llamado Picacho Lifestyle, ubicado en Jardines del Pedregal, por ejemplo.
Grupo Integral de Desarrollo Inmobiliario, SAPI de CV, es la firma en la que los apellidos Sordo Madaleno y Alemán se asocian. También son compañeros de mesa en el Consejo Directivo de la asociación ecologista Hombre Naturaleza.
Desde el siglo pasado, hombres de Televisa han controlado la fiesta de los toros en México: los Alemán, en la Monumental, y Alberto Baillères, en el resto del país; los primeros, accionistas desde el principio y hasta hace unos años, mientras que el segundo aún miembro del Consejo de Administración de la televisora.
En 1988, “en plena decadencia de Manolo Martínez, un cansado y aburrido Alfonso Gaona, empresario de la Plaza México durante cerca de 30 años, fue obligado a dejar el coso en manos del entonces regente del Distrito Federal y ya ganadero de reses bravas, Ramón Aguirre, y de un Patronato Taurino –tan mediocre como fugaz– que improvisó el nuevo regente, Manuel Camacho”, escribe el crítico Leonardo Páez (“Herrerías o el neoliberalismo en los toros”, La Jornada, 14 de diciembre de 1997).
Detrás de los hechos estuvo Aurelio Pérez, vicepresidente y alfil de Emilio Azcárraga Milmo, y por “error de cálculo o frío futurismo, el patronato fracasó en beneficio de Televisa, empresa que obtuvo una concesión para dar funciones taurinas en el descomunal inmueble por cinco años, prorrogables por otro lapso similar”.
Inmiscuidos en el golpe contra el optometrista Gaona de Lara y la transición en favor de la televisora estuvieron personajes como Jesús Arroyo, Javier Jiménez Espriú y Eduardo Azcué, como miembros del patronato; Ricardo Femat y Roberto Ortega Lomelín, de la Delegación Benito Juárez; Aurelio Pérez, Jacobo Zabludovsky, Heriberto Murrieta y Francisco Leal por parte de Televisa; los hermanos Antonio y Moisés Cosío Ariño, dueños del inmueble; los regentes del Distrito Federal, y representantes de éstos como Luis Niño de Rivera; además del torero Manuel Martínez Ancira.
Una vez asentados los intereses de la televisora en el albero capitalino, tomó el control Miguel Alemán.
Curro Leal, quien admitía públicamente ser “colaborador” de la televisora (Proceso, 18 de agosto de 1990), fungió como la primera máscara de quien acabaría al frente de La México.
Después de Leal, vendrían Rafael Herrerías, José Antonio González y hasta Juan Castañeda. Varios han sido la parte visible del dueño de la empresa que ha cambiado de nombre en múltiples ocasiones: de Promotora Alfaga a sólo Plaza México, y de ahí a Renovación Taurina 2006 hasta la última, Promotora Global EMT.
Desde que Alfonso Gaona fuera sacado a la brava de la monumental de Insurgentes por el emisario Aurelio Pérez en mancuerna con los Cosío tras una intensa campaña de descrédito encabezada por Televisa, la plaza más grande del mundo quedó en manos de la familia Alemán, que ya superó los 5 lustros de mandato.
“Yo le lavaba el carro a Mariano Ramos”, ha contado en múltiples ocasiones Rafael Herrerías.
En las décadas de 1970 y 1980, la carrera del futuro gerente de la Plaza México se transformó de tal manera que de ser ayudante de toreros se convirtió en empresario, ganadero de bravo y miembro de la Asamblea de Dueños del futbol mexicano, todo de la mano de la familia Alemán.
Si bien el torero-charro lo inició en el mundo del toro, es conocido –y el mismo Herrerías Olea lo repite– que fue Manolo Martínez quien lo promovió hasta convertirse en socio de Miguel Alemán Magnani.
El Doctor fungió de servidor multiusos del toricantano regiomontano, primera figura de México durante la segunda mitad del siglo XX. Manejó, programó citas, cumplió mandados, amenazó y golpeó para el Mandón:
?¿Es cierto que un día, cuando andabas con Manolo Martínez, en una plaza de toros y durante la actuación del matador, te subiste a golpear a dos personas que estaban molestando a Manolo? –le preguntó Miguel Ángel García.
–Fue en Tlaxcala y sí, recuerdo que se estaban metiendo duro con Manolo… y eso se repitió dos o tres veces en otras plazas (“El hijo, el esposo y el padre”, Esto, 12 de agosto de 2009).
El poder e influencia de Manolo Martínez cubrió a su protegido, quien demostró ser un fiel guardián de los intereses de sus amos, por lo que terminó heredando las relaciones tejidas por el torero.
?¿Cómo es que te hiciste empresario de la Plaza México –cuestionó Alfredo Florez.
?Fue por invitación del señor Alemán y el señor Azcárraga. Después de seis meses lo decidí, sabiendo lo que me esperaba y cómo era esto. Fue una invitación de gente a la que no podía decirle “no”. Fue así como entré en esto (Toriles, 19 de abril de 2010).
Desde entonces, Rafael Herrerías estrechó de tal forma su servicio hasta llegar a ser ganadero junto con Alemán Magnani, con los hierros de Jorge María y Los Ébanos, además de haber presidido el club de futbol Veracruz durante el mandato de Miguel Alemán Velasco.
Novillos por toros; becerros por novillos. Astas manipuladas. Mansedumbre como regla general. Fraude permanente en la plaza vacía, pintada de más cemento que de aficionados.
Rafael Herrerías deja la Plaza México en las peores condiciones de su historia. No por factores externos, no por las embestidas antitaurinas, sino como consecuencia de más de dos décadas de pauperización del espectáculo.
Contralínea documentó las denuncias, por escrito y testimoniales, de los médicos veterinarios Benjamín Calva Rodríguez y Santiago Aja Guardiola con respecto a la ilegal edad de los bureles y la falta de integridad de los pitones; la influencia de la empresa sobre la Asamblea Legislativa para reformar el reglamento a su favor; impresos quedaron los informes de la Procuraduría Federal del Consumidor que demostraron su incapacidad ante el poder de la empresa, cuyas diligencias fallidas sólo demostraron que en la Monumental se podían dar festejos sin la necesidad de tener una báscula.
En las páginas de este semanario quedó asentada la sumisión y complicidad de la delegación Benito Juárez a través de los panistas Jorge Romero Herrera, Daniel Chimal y Orlando Martínez, así como de las autoridades perredistas de los gobiernos de la Ciudad de México; las represalias contra quienes habían señalado el engaño (Contralínea 342, 361, 402, 474).
El paso de Rafael Herrerías estuvo marcado por el fraude permanente; por insultos, vetos y demandas contra periodistas; golpizas y amenazas de muerte a jueces de plaza y toreros; la mansedumbre del ganado, puerta para la extinción del toro de lidia; por la corrupción organizada entre lidiadores, ganaderos, empresa, medios y autoridades.
Y como uno de los actores clave en la corrosión de la categoría de la Plaza México, Javier Sordo Madaleno participó como diligente proveedor de reses para las figuras, las primeras señaladas de solicitar moros por debajo de la edad reglamentaria.
La “nueva” administración comenzó a forjarse desde temporadas anteriores. Un joven, hijo del ganadero Pablo Álvarez Bilbao, comenzó a ser fotografiado, nombrado y entrevistado por los medios afines a la empresa de Alemán Magnani.
Pablo Álvarez junior, alias Palillo, fue presentado como “socio” de Productora Global EMT. Cambios, modernidad, publicidad, fueron las consignas con las que arribó el heredero de Barralva.
Se le atribuyó la contratación de José Tomás, la reaparición de la dehesa de Los Encinos y la conformación de algunas tardes. Asimismo, el grupo de La México se hizo de la Santa María de Querétaro y como cara pública se puso a Palillo. Mediáticamente se le exhibió como el relevo del Doctor.
Pero las formas, los encierros y los carteles se asemejaron a los de Herrerías, así como la presunción de fraude al público.
Con tales méritos, ahora él y Sordo Madaleno serán los rostros de los intereses taurinos de Miguel Alemán.
Mauricio Romero, @MauRomero
[SECCIÓN: CONTRAGOLPE]
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