Después del narcotráfico, la trata de personas y la prostitución –máxima expresión de la trata– representan la segunda y tercera industrias entre las economías ilícitas en el mundo, aseguró la teórica feminista y escritora. El mayor flagelo de países en desarrollo, en los que estos ingresos del crimen organizado forman parte del PIB y donde se pone en riesgo la democracia.
“La prostitución se ha convertido en una cultura de la mercantilización del neoliberalismo no sólo en Estados de bienestar como Holanda y Dinamarca, sino en naciones que no se van a poder integrar a la economía global, donde domina el narcotráfico que ha convertido las empresas en burdeles”, subrayó al participar en el VII Congreso Latinoamericano y Caribeño sobre Trata de Personas y Tráfico de Migrantes en la Cámara de Diputados.
La catedrática indicó que la prostitución se ha convertido en un producto de exportación de mujeres para explotación sexual hacia mercados de turismo prostitucional, que implican generaciones de mujeres, niñas y adolescentes para el crecimiento de los países pobres.
En su conferencia magistral, la doctora Rosa Cobo destacó que la prostitución del Siglo XXI como política económica representa un enorme negocio de mafias y proxenetas internacionales. Ello, porque “en su forma más acabada de negocio internacional del crimen está en el corazón del sistema capitalista mundial, mediante el uso de la coacción violenta y el engaño a niñas y adolescentes, para abastecer el mercado de consumo con altísimas ganancias a bajos costos”.
La académica señaló que la explotación sexual creció tanto que ya se refleja en el PIB de algunos países, igual que las remesas, y constituye un elemento crucial para su economía nacional como una industria bien articulada. Ello ocurre en distintos Estados del orbe, con soportes de mercado y discursos que despolitizan el fenómeno y lo reducen a un negocio entre particulares.
En el Siglo XXI, el extremo es que la prostitución ya forma parte de la cultura con tasas notables y altas de legitimidad en el contexto de muchos varones habituales o compulsivos, y goza de alta legitimidad ‘regulada’ en Suiza, Holanda y Alemania, donde se ha socializado como idea de ‘libertad sexual’.
Nada más falso, porque la prostitución no es resultado de la voluntad de las mujeres pobres, señaló. Por ello ocupa el tercer lugar de los mercados ilícitos de acumulación de capital, sino que es un proyecto neoliberal para convertir a las mujeres en servidoras sexuales, reproductivas mediante el alquiler de sus vientres o domésticas en condiciones de semiexclavitud.
A pesar de ser un negocio ilegal multinacional, difícilmente se logran ver en la cárcel a traficantes y proxenetas vinculados a asesinatos y que cotizan en Wall Street, incluidos mexicanos. No hay registro de ello en Europa ni en otras latitudes, por lo que se requieren políticas de abolición del sistema prostitucional y la industria de la hipersexualización.
“Los puteros requieren programas abolicionistas. No sólo se trata de un tema ético, económico y político, porque al objetivizar a las mujeres se socaba y vulnera la democracia de los países”, remató la doctora en sociología Rosa Cobo.
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