Argentina vive un punto de inflexión, en el cual se amenazan los derechos de los ciudadanos, con una política antinacional y antisocial. El 24 de enero, la clase obrera y el pueblo se han levantado en un Paro Nacional. Con gran convocatoria y articulación, movilizó a millón y medio de personas.
El nuevo gobierno ultra liberal lleva apenas 45 días. Esto indica que la lucha contra el retroceso será dura. De igual manera, la meta de frustrar los planes del gran capital e instaurar un nuevo régimen prosocial puede alcanzarse si se mantiene la unidad y la organización.
El pueblo de Argentina rechaza el duro ajuste económico que Milei impuso, con una devaluación de la moneda del 50 por ciento y la eliminación de subsidios a la energía y el transporte. Se sumó un megadecreto que está en vigor. Sin embargo, es cuestionado en la justicia por quienes lo consideran “inconstitucional” –un Tribunal ya suspendió la reforma laboral incluida en éste–. Después, el presidente envió al Congreso un proyecto de ley con más de 600 artículos que será votado en el Congreso en sesiones extraordinarias.
A pesar de las amenazas de represión y un enorme despliegue policial, los sectores populares demostraron que no permitirán que Javier Milei –quien asumió la presidencia el 10 de diciembre de 2023– haga retroceder los derechos ganados por el pueblo.
La crisis económica ha durado años. Fue derivada de políticas neoliberales y de la deuda heredada por el presidente Mauricio Macri. La misma siguió siendo pagada por el gobierno de Alberto Fernández, quien se sujetó a las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI).
En este contexto de profunda crisis económica, social, y política del capitalismo local e internacional, se sumó el deterioro que significó la pandemia de la Covid-19. Milei aprovechó el enojo y frustración de la población para llegar al poder.
Levantando la bandera de la “libertad” y aliándose con el macrismo, ganó en la segunda vuelta electoral. Con un amplio margen del 56 por ciento, se impuso sobre Massa por un 12 por ciento, aproximadamente. El nuevo presidente argentino se inició en la arena política apenas en 2021, cuando fue electo diputado.
El pueblo –cansado de los partidos tradicionales y de sus políticas que no priorizan el bienestar popular– optó por otra salida: un fuereño que se presentó como antisistema y vociferó contra la clase política a la que llama la “casta”.
Los argentinos ya no creen en el sistema actual. Se vieron atraídos por alguien que ataca al sistema y promueve renovarlo. Mucha gente deposita su “esperanza” en alguien que promete un cambio radical. En México, la bandera de Fox para derrotar al PRI fue “el cambio”. Sin embargo, hay cambios en reversa y el de Argentina es uno de ellos.
Milei aprovechó que en el actual sistema las campañas son de dinero y propaganda vacía, sin que el pueblo participe en la generación de propuestas y en la toma de decisiones. Las personas se limitan a mirar el espectáculo que dan los partidos.
Asimismo, su victoria se debe al uso hábil de las redes sociales y medios de comunicación. Supo llamar la atención con su histrionismo e irreverencia. Usó estos mecanismos para acercarse a la juventud afectada por la crisis. Ahí, tocó emociones y percepciones para aparentar ser algo nuevo, cuando sólo defiende los intereses más viejos y podridos.
A la juventud, se le cierran las puertas y oportunidades. Por lo mismo, rechaza el sistema y busca algo nuevo. Las “apariencias engañan”: un discurso y formas novedosas arrastró a muchos a una salida falsa.
El actual sistema de partidos que impone la “democracia estadunidense” no permite que en las elecciones surjan candidatos desde el pueblo. Éstos tendrían proyectos de construcción del poder popular. Además, serían candidatos seleccionados por el propio electorado. Y, ante las opciones que ofreció este sistema caduco en Argentina, la mayoría optaron por lo “diferente”. Buscaban una salida que resultó contraproducente y falsa.
Para los trabajadores, se trata de una nueva estafa electoral. Y, en el contexto geopolítico, muestra la vulnerabilidad y la injerencia externa en la República Argentina.
También es claro que la mayoría de las instituciones, organizaciones, movimientos, partidos y asociaciones se pronunciaron en contra de Milei, sin embargo, muchas de sus bases votaron por él. Esto denota la crisis de representación y el rechazo al actual sistema, en el cual la gente no participa y se siente ajena a su dirigencia. No siente que defiendan sus intereses.
Milei no es un loco, como lo presentan. Por el contrario, representa a los poderes más reaccionarios del mundo y de su país, a los de Washington y al sionismo. Además, busca aplicar políticas para concentrar aún más la riqueza en manos de las corporaciones y la oligarquía.
Impone un modelo, en el cual la concentración del poder en la presidencia se acentúa, así como la negación de los derechos a los trabajadores y el pueblo. Un peligro para Argentina y para el mundo, pues es un experimento para aplicarse internacionalmente.
Así como el gobierno de Pinochet impulsó el neoliberalismo que luego aplicó Thatcher en Reino Unido y Reagan en Estados Unidos, Milei propone un modelo ultraliberal de total apertura a las grandes corporaciones y sus intereses. Maneja un plan de gobierno que apunta a una reducción mínima del Estado. Y lo mismo se intentará implementar en otros países.
Julio C Gambina afirma: “Todo al libre comercio, la libertad de mercado y la competencia libre de regulaciones estatales. Milei pretende marcar el rumbo futuro del país, de la región y del mundo capitalista en crisis”.
“Milei da pistas para una perspectiva al capitalismo en crisis, con una especificidad sobre los Trump, los Meloni o los Bolsonaro: no es nacionalista, es liberal libertario, seguidor extremista de lo más reaccionario de la escuela austríaca de Economía, en la tradición de Mises, Hayek y la posición irracional del estadunidense Murray Rothbard”. Y añade “Milei es un nuevo ensayo desde la derecha y por eso es observado con atención en todo el mundo capitalista”.
Busca plena libertad para las grandes corporaciones extranjeras. Desea destruir cualquier candado para los capitales, a costa de los derechos de la clase trabajadora y la población argentina. Pretende eliminar el papel del Estado como garante de bienestar y fuente de regulaciones frente a las grandes empresas y las potencias extranjeras. Implementa el proyecto más audaz del capitalismo global en contra de los pueblos.
Lo hace negándose a subir impuestos a las corporaciones y grandes fortunas. En cambio, recorta el gasto social y abate el salario. Y, de forma progresiva, quita “los planes de ayuda social” y recorta los fondos de jubilaciones y pensiones sobre educación y salud.
Asimismo, suspende la obra pública y promete dolarizar la economía e, incluso, liquidar el Banco Central. Ha devaluado la moneda, lo que abarata el costo del trabajo, abate los salarios y la producción nacional, además de encarecer las mercancías extranjeras.
Pretende dejar en manos del monopolio de medios privados el sistema de información y comunicación, con su plan de recortar la publicidad oficial y privatizar radio y televisión.
La doctrina del “shock” de Javier Milei intenta cambios que contradicen la Constitución Nacional. Esto ha generado una de las mayores movilizaciones de las últimas décadas. Los argentinos buscaron que los diputados y senadores recibieran un claro mensaje.
Milei refleja la tendencia a gobernar por decreto, saltándose a las instituciones para concentrar el poder al máximo. Sigue el modelo de Washington: desde Obama hasta Biden, han usado el método de gobernar por decreto y actuar por encima del Congreso.
Así, a través del ministro de Economía, Luis Caputo, procedieron de forma fulminante. Devaluaron la moneda un 50 por ciento frente al dólar, para abaratar sus exportaciones. Igualmente, anunciaron que no licitarán más obras públicas y que todas se realizarán por el sector privado; redujeron los subsidios de energía y transporte, encareciendo la vida cotidiana de los trabajadores y de la población; notificaron el despido de miles de trabajadores del Estado, y comunicaron una reducción “al mínimo” de las transferencias a las provincias.
El Paro llamó a oponerse al Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) –en vigor desde el 29 de diciembre y en disputa judicial en varios puntos– y al proyecto de ley de reforma del Estado –conocido como Ley Ómnibus–. El miércoles 24 de enero, logró el apoyo de parte de la oposición para poder pasar a ser debatido en el pleno del Congreso.
Con una gran articulación de fuerzas y amplia convocatoria, el 24 de enero cientos de miles de manifestantes –convocados por las centrales sindicales CGT y ambas CTA, la Unidad Piquetera, la Unión de Trabajadores de la Economía Popular y múltiples organizaciones, como las Abuelas de Plaza de Mayo– se congregaron frente al Congreso argentino. El objetivo, rechazar las medidas impulsadas por el presidente “anarco capitalista”. Es la tercera gran movilización y el primer Paro Nacional a escasos 45 días de su asunción al poder.
De esta manera, culminó el primer Paro y movilización en la República Argentina. Desde el Congreso de la Nación argentina hasta la avenida 9 de julio, una multitud se hizo presente para rechazar el Decreto de Necesidad y Urgencia, la Ley Ómnibus y el protocolo anti-piquetes. Los mismos fueron impuestos por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, así como sus políticas de represión policial.
En una entrevista a HispanTV, el analista geopolítico, Christian Lamesa, dijo : “Milei ha dicho que no piensa negociar nada. Es una persona que tiene muy poca práctica de lo que es la acción política. De hecho, lo veo muy similar a otro, Volodímir Zelenski, mandatario de Ucrania, que no venía del ámbito de la política y llevó a Ucrania a un lugar desastroso”.
Respecto a la Ley Ómnibus, el experto ha manifestado que es muy peligrosa. Trata de arrogarse la suma del poder público en sus manos y va a colisionar con el mandato constitucional.
El miércoles 24, miles de personas se movilizaron en Córdoba, Rosario, Mar del Sur y Mendoza. En la provincia de Salta, Chubut, Río Negro y Neuquén, las congregaciones se hicieron sentir con energía. Fueron convocadas por las principales centrales sindicales, en repudio a las políticas implementadas por el presidente Milei.
En diferentes naciones del mundo –y como apoyo al Paro–, centenares de manifestantes se reunieron frente a las Embajadas argentinas. La central Plenario Intersindical de Trabajadores-Convención Nacional de Trabajadores (PIT-CNT) de Uruguay se movilizó frente a la embajada argentina, en Montevideo. Así, expresó su “rechazo a las medidas antipopulares que amenazan la vida, los derechos y la libertad de los trabajadores y el pueblo argentino en general”.
La Central de Trabajadores de Brasil manifestó su apoyo porque un movimiento huelguístico victorioso podría constituir un dique de contención contra el proyecto autoritario y ultraliberal de Milei.
En Chile, la Central Unitaria de Trabajadores convocó un plantón en solidaridad con la clase trabajadora argentina. De igual manera, dejó una carta en la Embajada de Argentina, en la cual se manifiesta el repudio a las medidas antidemocráticas del gobierno de Milei.
En Ciudad de México, organizaciones mexicanas y de argentinos realizaron una concentración de protesta frente a la Embajada. En Roma, centenares de personas marcharon con carteles de “No a la Ley Ómnibus” y otras consignas de rechazo “a las políticas contra la justicia social”.
Mientras que en Berlín unas 100 personas se congregaron frente a la Embajada Argentina, con carteles como “Argentina no se vende” o “La democracia está en peligro”. Otros puntos de concentraciones en Europa fueron España y Francia.
En la época actual, en la cual la socialización de la producción adquiere un nivel mundial y el desarrollo de las fuerzas productivas lleva a la globalización de la producción, comienza la articulación mundial de las luchas obreras y populares. Esto se pone de manifiesto en el caso de la movilización mundial contra el genocidio contra Palestina, y hoy se muestra en el apoyo internacional a la clase trabajadora argentina.
La experiencia de los últimos años dicta que se ha sufrido un retroceso, cuando los gobiernos progresistas han accedido al poder, y luego fueron derrocados en las urnas.
Está claro que no basta con ganar el gobierno, sino que es necesario transformar el Estado. Es hora de la renovación democrática que lleve a los pueblos al poder, encabezados por la clase obrera. Ésta ha sido la encargada del enorme avance de la tecnología y potencialidades mundiales.
La lucha del pueblo argentino es parte de la lucha de la clase obrera mundial. Debe actuar en las condiciones actuales con formas y métodos modernos ajustándose al mundo que vivimos y que hemos de transformar sin duda.
Los pueblos del mundo quieren desechar el viejo sistema. Desean sustituirlo por otro, en el cual una renovación democrática lleve al pueblo al poder. Y, además, permita armonizar las relaciones entre las personas, y de ellas con la naturaleza.
Además de sustituir el interés individual con el colectivo y el general, para eliminar la explotación y el saqueo de recursos. De esta manera, permitir que los pueblos tengan desarrollo y bienestar. En la hora actual la clase obrera argentina estará a la vanguardia. Lo viejo terminará en el basurero de la Historia.
Pablo Moctezuma*
*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social
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