El 23 de septiembre de 1965 en el poblado serrano de Madera, Chihuahua, inspirados en la Revolución Cubana y los acontecimientos internacionales, un grupo de luchadores sociales que estaban cansados de las injusticias –que desde entonces imperaban en el país– decide llevar a cabo la toma del Cuartel Madera a través de la acción armada y así iniciar la revolución política, económica y social que el país requería para acabar con todos estos abusos. El asalto al Cuartel Madera fracasaría, pero su esfuerzo inspiraría a muchísimos grupos de jóvenes que durante la década de 1970 se organizarían para, al igual que los primeros, intentar materializar, a través de la vía armada, el cambio social que desde aquella fecha el país tanto ha necesitado.
En ese escenario, la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) se vio impregnada de ese ethos y dentro de sus aulas el espíritu revolucionario de la época inspiró a varias generaciones de universitarios, dando pauta a una dinámica en que la UAS se fue involucrando en numerosas luchas sociales que durante la segunda mitad de la década de 1960 y toda la de 1970 se dieron en Sinaloa. La comunidad universitaria en general se solidarizó con los sectores más desfavorecidos del estado y viceversa.
Sin embargo, Sinaloa no era el único estado en que este fenómeno estaba presentándose: Nuevo León, Sonora, Jalisco, Guerrero, Oaxaca y el entonces Distrito Federal habían visto emerger grupos estudiantiles democráticos que se habían radicalizado por los acontecimientos del 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971: la vía armada era concebida como la única alternativa para cambiar este país.
En Sinaloa, el grupo que más notoriedad tuvo fue el de “Los Enfermos”. Colectividad de estudiantes radicalizados de origen predominantemente campesino que habían participado en el derrocamiento del rector Gonzálo Armienta Calderón en 1972 y que poco tiempo después de esos acontecimientos lograrían hegemonizar la extinta Federación de Estudiantes Universitarios de Sinaloa (la FEUS de la UAS)… suceso que motivaría aún más su radicalización y daría pauta a la consigna de la “universidad militante”.
Hugo Estevez Díaz, en su libro Amargo lugar sin nombre menciona que el contacto entre estos grupos estudiantiles marxistas radicalizados con los sectores del proletariado y obreros campesinos (trabajadores jornaleros) motivan a la producción teórica de los grupos estudiantiles, dando lugar a la tesis de la “Universidad Fábrica”… elaboración teórica que se le atribuye a dos cuadros (Raúl Ramos Zavala e Ignacio Salas Obregón) pertenecientes al grupo denominado “Los Procesos”, el cual era originario de Nuevo León y que fue, al igual que Los Enfermos, uno de los numerosos grupos de estudiantes mexicanos que conformaron la Liga Comunista 23 de Septiembre, la cual fue la expresión más notoria de las guerrillas urbanas de la época.
La tesis de la Universidad-Fábrica, para decirlo de manera excesivamente superficial, contenía la afirmación de que la Universidad era un medio de producción en el cual los docentes eran considerados obreros, y cuya fuerza de trabajo producía una mercancía: mano de obra calificada al servicio de la burguesía y el modo de producción capitalista. La tesis fue duramente criticada por teóricos jóvenes y dirigentes del movimiento estudiantil de la UAS en la década de 1970 como Liberato Terán Olguín, ya que dicho documento proclamaba que la universidad, al ser una parte del engranaje del modo de producción capitalista, debía ser destruida… dicha lógica devino en una degeneración teórica e ideológica que determinó la dinámica institucional de la UAS durante más de una década: expropiaciones a las finanzas universitarias, agresiones y secuestros de funcionarios universitarios que no eran afines a la enfermedad fueron acontecimientos cotidianos. Para estos estudiantes, la universidad no era un centro de producción y reproducción de conocimiento científico y de ideología que pudiera ser puesto al servicio del proletariado y los obreros campesinos… no, para los enfermos era la materialización a escala de la dinámica general del modo de producción capitalista y la dominación burguesa; por lo tanto, debía ser destruida.
Indudable desvarío teórico e ideológico, la tesis de la Universidad-Fábrica fue abrazada con genuina convicción democrática por quienes en su momento militaron en la enfermedad. La articulación del movimiento estudiantil de la época y del grupo radical de Los Enfermos con los grupos sociales más desfavorecidos de Sinaloa y con las causas sociales de los mismos son la mejor prueba de ello.
No señalaremos particularmente quiénes, pero debemos decirlo: muchos de los que hoy son acérrimos cuenistas dentro de la UAS, ayer eran férreos partidarios de la enfermedad y no veían en la UAS otra cosa que una oportunidad de expropiaciones para continuar levantando al movimiento armado por el socialismo. De ahí que el mote de “enfermos” se hubiera tomado del título que el mismísimo Lenin dio a uno de sus documentos: “El izquierdismo, la enfermedad infantil del comunismo”, y el cual les fue otorgado por sus adversarios políticos de la época: los pescados. Estos últimos, estudiantes pertenecientes a las Juventudes Comunistas del Partido Comunista (PC: “pescados”), a quienes no dudaron en combatir implementando la agresión física y la violencia política. Prueba de ello son las agresiones cometidas contra el mencionado Liberato Terán, quien era uno de los dirigentes pescados más notorios. No obstante, Los Enfermos no sólo tuvieron confrontaciones violentas con otros grupos estudiantiles, pues la batalla también se libró con las corporaciones policiacas de la época, de las cuales aprenderían varios métodos de confrontación política.
El 14 de agosto de 2012, el tristemente célebre Héctor Melesio Cuén Ojeda, acompañado de varios de los otrora enfermos, y a través de la amenaza, el chantaje y la coerción de trabajadores universitarios de la UAS (es decir, de la manipulación de la totalidad de la estructura institucional universitaria), logra el registro del Partido Sinaloense, convirtiéndose con ello, la UAS, en la única universidad pública estatal en la historia de México que ha dado nacimiento y brinda sostén económico y estructural a un partido político. Hay que decirlo, la Universidad Autónoma de Sinaloa hoy en día no es la misma que la las décadas de 1970 y 1980 y que nadie lo dude: no hay manera en que vuelva a serlo. Sin embargo, su dinámica institucional conserva algunos de los peores rasgos de aquellas décadas: buenos aprendices, quienes ayer eran enfermos hoy dirigen la universidad y han adoptado métodos policiacos como el espionaje político o la construcción de montajes para realizar acusaciones artificiosas en contra de sus opositores. Todo ello se encuentra documentado en notas periodísticas de medios como Río Doce, El Noroeste, Revista Espejo y el canal de YouTube “Regeneración Universidad Autónoma de Sinaloa”. Ayer enfermos que luchaban por la autonomía universitaria; hoy cuenistas que defienden la arbitrariedad universitaria. Ya lo decía Nietzsche “Si miras mucho tiempo al abismo, el abismo observa dentro de ti”. Y ya lo decía Bob Marley: “Don’t gain the world and lose your soul” (“No ganes el mundo y pierdas tu alma”).
Hoy podemos afirmar que la consigna de la “universidad militante” está más viva que nunca en la Universidad Autónoma de Sinaloa pero, eso sí, con una diferencia de 180 grados. Quienes hoy están encumbrados en la rectoría de la UAS dirigen a los trabajadores universitarios una amenaza generalizada: el que no trabaja para el proyecto externo (activismo a favor del Partido Sinaloense) no tiene cabida en la UAS… viraje ideológico radical, no hay duda, pues el Partido Sinaloense no es otra cosa que un proyecto político al servicio de los intereses de Héctor Melesio Cuén Ojeda, su familia y sus allegados. Vale la pena recordar que en el espectro político, históricamente la derecha se caracteriza por la conservación de privilegios (carácter conservador) y reacciona frente a cualquier amenaza hacia los mismos (carácter reaccionario), negando (carácter verdaderamente regresivo) con ello que los procesos históricos son imparables, que están más allá de la voluntad de los sujetos individuales y que, nos guste o no, determinan los cambios sociales, institucionales, económicos y políticos.
Quienes hoy dirigen a la UAS califican de regresivos y trasnochados a quienes osan criticarlos. Pero. ¿quién en su sano juicio cree que podrá regresar el tiempo y volver a la UAS de 1970? ¿Los regresivos no serán aquellos que se aferran a seguir manteniendo sus privilegios a través del secuestro de una universidad pública? Ayer ultra-izquierdistas hoy ultra-derechistas, ayer enfermos hoy cuenistas… la vida no carece de ironías.
Anexo impertinente: que el lector juzgue
Hace 1 semana, en un histórico revés, los diputados del Congreso del Estado de Sinaloa dijeron “No” al matrimonio igualitario. Angélica María Díaz de Cuén, esposa de Héctor Melesio Cuén Ojeda y única diputada del estado por parte del Partido Sinaloense, por supuesto, votó en contra. ¿Quiénes son los regresivos?
Norberto Soto Sánchez
*Maestro en ciencias de la educación con las líneas de investigación en el poder disciplinario en la escuela y su relación con problemas emergentes en educación
[OPINIÓN] [ARTÍCULO CONTRALÍNEA [SEMANA]
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