Chile en veleidosas aguas de la derecha

Chile en veleidosas aguas de la derecha

Santiago de Chile. Lo que parecía un cierre de año relativamente tranquilo para el gobierno de Chile, se transformó en un polvorín: la muerte del joven mapuche Camilo Catrillanca a manos de efectivos de carabineros sacudió al país sudamericano.

A los 24 años de edad, el dirigente estudiantil de larga trayectoria falleció en la tarde del miércoles 14 de noviembre durante un operativo del “Comando Jungla” de carabineros en la comunidad Temucuicui de Ercilla, en el sur de Chile.

La gravedad de los hechos enardeció a la comunidad mapuche y sus seguidores. Recibió un disparo en la cabeza y para colmo de males, se detectó que varios de los agentes sí habían grabado imágenes del operativo que luego borraron.

Camilo tenía una hija y su esposa está embarazada. Era muy querido en su comunidad, pues se dedicaba a las labores agrícolas en el predio. Sus cercanos lo califican como “un muchacho tranquilo y trabajador, que no se metía con nadie”.

Con el presidente Sebastián Piñera de gira por Asia, el ministro del Interior, Andrés Chadwick, quien funge como jefe de la administración en ausencia del mandatario, intentó aplacar los airados ánimos. Pero hasta el momento ha sido imposible.

Le piden su renuncia y lo responsabilizan con ser la cabeza de una política errática en la sureña región de La Araucanía, donde radican la mayoría de los mapuches en Chile. La pretendida armonía con la ciudadanía de Piñera termina de patas arriba este año.

El joven era un tractorista de la comunidad Temucuicui, donde vivían él y su familia. Y su fallecimiento se ha convertido en la peor pesadilla del actual gobierno.

¿Nuevo Piñera?

Si Piñera enfrentó momentos aciagos con las protestas estudiantiles de 2011, el caso de Camilo Catrillanca amenaza con ser aún más desestabilizador.

Chile dio un giro de 180 grados a la derecha con la conquista del Palacio de La Moneda del conservador Piñera, quien de forma holgada logró su retorno a la máxima magistratura del país austral.

Casi al unísono, apenas dejar el poder, la socialista Michelle Bachelet fue elegida para el cargo de Alta Comisionada de Naciones Unidas, el segundo puesto que ocupa en la organización mundial.

De cierta forma fueron historias reiteradas. Piñera, un exitoso hombre de negocios, asumió nuevamente un mandato de cuatro años en La Moneda, el anterior de 2010 a 2014. Entonces Bachelet fue designada primera directora de ONU Mujeres.

La médico pediatra retornó a la política chilena tras su primer mandato de 2006 a 2010, con un desafío lleno de tropiezos en el afán de adelantar reformas sustanciales de 2014 a 2018, dentro de una nación todavía fracturada por las secuelas de la dictadura de Augusto Pinochet.

A priori, con mayor experiencia y mesura, Piñera asumió el gobierno con una alta cuota de popularidad y promesas de buscar concertaciones y grandes acuerdos con la mira puesta en llevar a Chile al mundo desarrollado en el curso de 10 años.

Su confianza está puesta en que por lo menos habrá en las próximas elecciones presidenciales de 2022 otro triunfo de la derecha, para lo cual parece estar preparando al excanciller y actual ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno.

La administración arrancó con el pie derecho, si cabe la metáfora. Luego de una crisis económica internacional que ralentizó el crecimiento de Chile a niveles mínimos, la recuperación se hizo tangible.

Tal y como pronosticó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), los números rojos quedaban atrás en sentido general en la región, a lo cual se añadiría el repunte de los precios del cobre en el mercado internacional.

Sin embargo, acontecimientos inesperados frenaron el impulso inicial. La guerra comercial de Estados Unidos contra China, junto con la tendencia al proteccionismo de la administración de Donald Trump, impactaron transversalmente en la economía chilena.

Además, en el plano político interno, tres hechos tocaron fibras muy sensibles entre la mayoría de los chilenos.
Primero nombró a Mauricio Rojas ministro de Cultura, y se vio obligado a removerlo de su cargo en poco más de 72 horas ante la tremenda reacción del sector intelectual del país, encabezado por el poeta Raúl Zurita.

La razón, Rojas se había comportado como un negacionista del pasado dictatorial de Chile y calificó el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos como “un montaje”.

Asimismo, la floja respuesta de la administración ante la puesta en libertad de criminales de lesa humanidad por la Corte Suprema de Justicia y la ambigua actitud ante el 30 aniversario del NO contra Pinochet el 5 de octubre, dejó a Piñera en una situación incómoda.

No obstante, tampoco todo fue negativo. Chile consiguió notables éxitos en su política medioambiental, el turismo y el uso de energías renovables, y a pesar de los pesares, la economía sobrevivió con fuerza a los embates foráneos.

De otro lado, Chile consolidó sus estrechos nexos con China como parte de la iniciativa de La Franja y la Ruta, junto con una visita oficial a Beijing y Shanghái de su ministro de Relaciones Exteriores, Roberto Ampuero.

Con el gigante asiático, el país austral consolidó un Tratado de Libre Comercio (TLC) que tiene más de 10 años de existencia, con un volumen superior a los 34 mil millones de dólares de intercambio comercial en los últimos tiempos.

Chile fue fundamental en el rescate del TPP (acuerdo transpacífico de cooperación), del que Estados Unidos se desmarcó apenas asumir la Casa Blanca Donald Trump, con protagonismo del gobierno de Bachelet, al cual siguió Piñera en una política de estado.

Aunque en diplomacia se dieron altibajos y un empeño de liderar la cruzada contra el nuevo mandato de Nicolás Maduro en Venezuela, junto con críticas a Cuba y Nicaragua, el propio Piñera debió bajar los decibeles de su discurso.

Empero, consiguió una importante victoria en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que desestimó la demanda de Bolivia de obligar a Chile a negociar una salida soberana al mar. De momento no hay señales de La Paz y Santiago de abrir una página diferente hacia un camino de cooperación.

El acceso al océano Pacífico perdido por La Paz en una injusta Guerra del Pacífico se mantiene como una aspiración de los bolivianos, aunque con pocas posibilidades de lograr el objetivo, al menos en el corto y mediano plazos.

Los problemas internos hicieron casi estéril a nivel nacional sus exitosas participaciones en las cumbres de Asean de Singapur y APEC de Papúa Nueva Guinea, en particular por el deceso del joven mapuche.

Futuro

A estas alturas es difícil predecir qué sucederá en el futuro inmediato con el tema mapuche. Piñera ha intentado encontrar soluciones y estabilidad en La Araucanía, pero hasta ahora los resultados son magros.

Se trata de una cuestión de vieja data que no ha resuelto ninguno de los gobiernos en Chile de cualquier color político. Una deuda ancestral que convulsiona a la nación de forma cíclica.

Paradójicamente, fue el año del 45 aniversario de la sangrienta asonada golpista de Pinochet y las conmemoraciones quedaron por debajo de las expectativas ante un gobierno que tiene entre sus fuerzas a defensores del dictador.

Tampoco de forma oficial se rindió el tributo merecido al asesinado cantautor Víctor Jara y al Premio Nobel Pablo Neruda, muerto en sospechosas circunstancias, en ambos casos también hace 45 años.

Fausto Triana*/Prensa Latina

*Corresponsal en Chile.

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