Para hacer frente a la mala calidad del aire no es suficiente que se conmine a los ciudadanos a dejar sus autos al reforzar el programa “Hoy no circula”. Tampoco es suficiente que las autoridades delegacionales suspendan todo tipo de obras en vía pública que generen polvo o emisión de partículas contaminantes. Hace falta llegar al fondo del problema pero poco se está haciendo. Las gasolinas y las fábricas sin regulaciones ambientales adecuadas son el principio. Presidencia de la República difundió que el jefe del Ejecutivo se reunió con el secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Rafael Pacchiano Alamán, con el jefe de la Oficina de la Presidencia, Francisco Guzmán Ortiz, con el coordinador General de Política y Gobierno, Andrés Massieu Fernández y con el subsecretario de Planeación y Política Ambiental, Rodolfo Lacy Tamayo. Todos ellos tienen la encomienda de establecer normas emergentes para mejorar la calidad del aire.
A esta relevante reunión, sin embargo, tendría que haber sido convocado el director general de Pemex, José Antonio González Anaya y, por supuesto, el Secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell. En estos momentos, el gobierno federal debería conocer la calidad exacta de las gasolinas que se y venden en todo el país porque para abastecer al mercado nacional, Pemex, a través de PMI Comercio Internacional que preside José María Carrera, ya importa casi el 50 por ciento de los combustibles que demanda el mercado automotriz.
En junio pasado, Pemex informó que incrementaría la importación de gasolinas y confirmó que ya no construiría nuevas refinerías. Pemex privilegia ahora la compra de gasolinas a la refinería Deer Park en donde tiene una asociación con Shell. En una entrevista, Carrera me confirmó recientemente que PMI no vendería su participación en Deer Park porque era un buen negocio. Sin embargo, Pemex no puede comprar toda su gasolina a Deer Park y sale al mercado a buscar los mejores precios. El problema es que, ante la crisis del mercado petrolero, las refinerías en todo el mundo han inaugurado la época de la gasolina low cost pero con más contaminantes. Así que si bien Pemex Refinación impulsó laboratorios para analizar la calidad de sus gasolinas como la Pemex-Premium, ante la importación resulta difícil seguir con las buenas prácticas. ¿Verifica PMI adecuadamente la gasolina que importa? Este año, además, el gobierno federal anunció que, gracias a la reforma energética, los contribuyentes tendríamos gasolinas más baratas en función de las condiciones de los mercados. ¿Salió Pemex a buscar gasolina low cost? ¿Cuál es el costo ambiental de esta medida?
Pero lo que viene es más preocupante. A partir de este año y aunque con precio fijo, se abrirá la importación de gasolinas que, seguramente serán low cost, y posiblemente sucias sin la calidad ni nivel de octanaje. El gigante Gulf que aquí dirige Sergio Vega ya levantó la mano y se espera a 12 participantes más cuya oferta diferenciada frente a Pemex no sólo serán estaciones más modernas o las mejores tiendas de conveniencia, sino el precio frente al consumidor acostumbrado a un monopolio. Claro, a partir de 2018, María de Lourdes Melgar, subsecretaria de Hidrocarburos, tendrá mucho trabajo si la calidad de las gasolinas que se importarán cae bajo su ámbito de responsabilidad. Hasta ahora, el Decreto que firmó y que se publicó en el Diario Oficial sobre los permisos para importar gasolinas y diesel no menciona nada al respecto. La Jefa de la Unidad de Políticas de Transformación Industrial de la Sener, Rosaneti Barrios Beltrán, es la responsable directa del proceso de importación de gasolinas. Por cierto, sólo para ser parte del padrón de importadores se pide a los dueños de estaciones que comprarán gasolina en Estados Unidos el pago de 650 mil pesos, sólo por aparecer en la lista.
Más gasolina sucia
En Estados Unidos, además, se busca reducir la dependencia de gasolina ante la presencia de un nuevo competidor: los productores de etanol elaborado a partir del maíz amarillo que recibe millonarios subsidios y cuyos productores representan un grupo de votantes muy poderoso y con creciente influencia ante el Congreso de Estados Unidos. En época de elecciones presidenciales, además, todos las corrientes y fenómenos económicos estadounidenses afectan a México. Como diría el ex ministro de Finanzas de Grecia, Yanis Varoufakis, las perversas confrontaciones entre Demócratas y Republicanos y el bipartidismo que se transfiere a las fuerzas económicas en ese país, cobra muchas víctimas en todo el mundo a través de un minotauro global insaciable.
Algo así sucedería en México porque en Estados Unidos el debate sobre el nivel de toxicidad de las gasolinas tradicionales frente a combustibles sustentables como el etanol, obligaría a las refinerías estadounidense a buscar nuevos mercados. Las refinerías en Estados Unidos se defienden lanzando argumentos como que los pobres en ese país necesitan el maíz para comer y no para el combustible de autos. Así el debate en un mercado que sí se cuestiona sobre la calidad de sus gasolinas y busca otros combustibles ecológicos. En Estados Unidos, además, ya se integran esfuerzos jurídicos para dar forma a acciones colectivas por daños a la salud derivados de respirar los contaminantes que dejan las gasolinas.
Para las refinerías estadounidenses, la buena noticia es que el mercado mexicano para la venta de sus gasolinas sucias está abierto.
Mientras tanto, la gasolina “low cost”, según reportes de prensa en Europa, proviene de países como Iraq y Siria; se comercia en zonas como Bulgaria y se transporta a todo el mundo desde puertos de Turquía.
En países como Inglaterra, la decisión ha sido cuidar la calidad del aire; la gasolina sigue cara pero sus autoridades aseguran que se trata del mejor combustible fósil para los autos pero sobre todo para la salud de sus habitantes. Así que, insisto, regresar al programa “Hoy no circula” no es la solución.
Claudia Villegas
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: IQ Financiero]
Contralínea 480 / del 21 al 26 de Marzo, 2016