Berlín, Alemania. La presión diplomática y militar contra Venezuela se vio reforzada en los últimos días por parte de Estados Unidos. El pasado 26 de marzo este país emitió una orden captura contra el presidente Nicolás Maduro con una recompensa de 15 millones de dólares por supuestos cargos de narcoterrorismo. Posteriormente el enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, Eliot Abrams, anunció un plan para una “transición política” en el país como paso previo para levantar las sanciones económicas contra la nación suramericana, la cual prevé la renuncia del presidente Maduro así como del “presidente interino” Juan Guaidó. El país pasaría a estar gobernado por “gobierno de transición” por un lapso de tiempo de 6 a 12 meses hasta nuevas elecciones. Hasta conseguir la renuncia de Maduro las sanciones no solamente se mantendrían, sino que incluso se podrían ver reforzadas.
El canciller venezolano Jorge Arreaza rechazó en un comunicado categóricamente este plan y reafirmó que “las instituciones democráticas venezolanas garantizan la protección de su pueblo venezolano ante cualquier acción desesperada del gobierno de Donald Trump. La independencia de Venezuela se consolida ante cada ataque del decadente e infame imperialismo norteamericano”. La política de cambio de régimen estaría condenada al fracaso según el comunicado emitido el pasado 26 de marzo por el gobierno bolivariano.
El gobierno alemán no obstante se sumó dicha iniciativa de transición política, además de reafirmar su apoyo al “presidente interino” Juan Guaidó. En un tweet del pasado 2 de abril el Ministerio de Relaciones Exteriores alemán (Auswärtiges Amt) sostuvo apoyaría un “gobierno de transición representado por ambos lados para preparar elecciones presidenciales/parlamentarias. […] Juan Guaidó queda para nosotros como presidente interino”.
La respuesta de la contraparte venezolana no tardó en caer. El canciller Arreaza enfatizó en su cuenta de Twitter que “no es de extrañar esta reacción del gobierno alemán. Hace años que entregó su política exterior a Washington. En vez de enfocarse en enfrentar el Covid-19, pierden el tiempo al apoyar una propuesta inconstitucional, que además contraviene la Carta de la ONU”. A Alemania se le sumaron la Unión Europea, los Países Bajos, el Reino Unido entre otros.
Así el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, el español Josep Borrell, no sólo tomó nota de la iniciativa de Estados Unidos para con Venezuela, sino que subrayó “que va en la línea de la UE [Unión Europea] de proponer una salida pacífica a la crisis a través de un camino negociado hacia un gobierno democrático, que ahora es más necesario que nunca”.
El reconocimiento formal por parte de Berlín al enviado de Guaidó, el general Otto Gebauer como su “representante” personal pero sin estatus de cuerpo diplomático y manteniendo a la embajada leal a Maduro en funciones demuestra el pragmatismo del gobierno teutón. Esto contraviene incluso los servicios científicos del Parlamento alemán (Bundestag) que ya determinaron en 2019 que dicho reconocimiento contravenía a la ley internacional. Más en la vía de los hechos se jacta de querer impulsar el derrocamiento del gobierno constitucional y de reconocer a Guaidó como “presidente encargado”.
Un incidente ocurrido el pasado 1 de abril reavivó incluso las tensiones entre los dos países. El crucero de pabellón portugués RCGS Resolute, propiedad de la empresa alemana Columbia Cruise Service con base en Hamburgo, Alemania, y en Limassol, Chipre, se encontraba cerca de la isla La Tortuga, Venezuela. El guardacostas venezolano AB Naiguatá y el crucero RCGS Resolute colisionaron y en consecuencia el buque venezolano se hundió, sin que el crucero portugués rescatara a los tripulantes del navío venezolano. El RCGS Resolute prosiguió su rumbo a Willemstad, Curaçao con daños menores en la proa. Todos los tripulantes del AB Naiguatá fueron rescatados por la marina.
Las autoridades suramericanas acusaron al capitán del crucero de llevar a cabo piratería e incluso se habló de que a bordo iban mercenarios al servicio de Estados Unidos. Prueba de ello es que las autoridades portuarias de Willemstad fueron denegadas acceder a bordo para controlar su tripulación. El propietario alemán negó todo vínculo con lo anterior e insistió que los sucesos fueron en aguas internacionales, lo que Caracas refuta. En ese sentido el almirante Giuseppe Alessandrello de la Marina bolivariana presentó en la cadena pública VTV las pruebas video, audio y de posicionamiento GPS.
Mientras que los protocolos fueron respetados para con navíos que se encuentren en aguas territoriales del país sin permiso, como lo demostraron las pruebas de la marina, los principales medios de comunicación alemanes y europeos, entre ellos el periódico Bild y la agencia Redaktionsnetzwerk Deutschland (RND) insisten en que ocurrió en aguas internacionales y que fue el buque venezolano que colisionó contra el crucero. Éste se encuentra actualmente detenido en el puerto neerlandés de Willemstad y una investigación está en curso.
El Comando Sur de Estados Unidos anunció el 1 de abril reforzar su presencia militar en la cuenca caribeña con vistas de frenar el tráfico de drogas desde Venezuela supuestamente coordinado por el gobierno de Nicolás Maduro. No obstante que el mayor productor de narcóticos en la región sea Colombia, Venezuela es una de las rutas para acceder al mercado de Estados Unidos. Sin embargo lejos de promover este tráfico ilegal, Caracas lleva a cabo importantes operativos para combatirlo.
Washington lleva un curso agresivo contra el gobierno bolivariano de Venezuela acusándolo además de ineptitud ante la actual Covid-19. Pese a las sanciones interpuestas, las ayudas de Cuba, China y Rusia han coadyuvado a controlar la situación y a detectar los casos de personas infectadas. En términos reales Estados Unidos domina la tabla de infectados por el coronavirus, donde suan más de 381 mil casos confirmados y 12 mil personas muertas, mientras que en Venezuela son tan sólo 165 casos confirmados y 7 muertos para el 7 de abril según cifras de la Universidad John Hopkins de Baltimore, MD, Estados Unidos.
Al parecer Estados Unidos junto a sus aliados europeos –entre ellos Alemania– quieren reforzar el cerco contra Venezuela, incluso con el argumento de una mala gestión de la Covid-19. Cuando ni en el Acuerdo de Oslo ni en la Constitución del país hay una figura de “gobierno de transición”, el enviado especial para Venezuela, Eliot Abrams, quiere imponer sus términos para deponer a Maduro. Por lo visto con la poca efectividad que Guaidó demostró tener, quieren usarlo ahora de ficha y sacrificarlo para conseguir su propósito final.
No solamente Alemania sino incluso la Unión Europea parecen darle seguimiento ciego, lo cual demuestra nuevamente que la política exterior alemana y de la UE están alineados en gran medida con la línea del Departamento de Estado de Estados Unidos.
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