Escuela Normal Rural Ricardo Flores Magón, Saucillo, Chihuahua. El estado de la república más extenso cuenta únicamente con cuatro escuelas normales encargadas de formar maestros para impartir educación básica. Es evidente que la demanda educativa supera con creces el número de profesionales en educación que egresan de estas instituciones, lo cual explica el rezago y olvido total en que se encuentran las comunidades rurales de la entidad, sobre todo las más alejadas de los centros urbanos, ubicadas en lo alto de la Sierra Tarahumara.
El panorama educativo y laboral para la población joven de estas comunidades es incierto, siempre carente de oportunidades. Por ello, muchos jóvenes se ven obligados a engrosar las filas de migrantes ilegales que salen rumbo a Estados Unidos u optan por actividades ilícitas, como el cultivo, proceso y tráfico de estupefacientes.
La falta de maestros rurales en estas comunidades ha propiciado el abandono y la destrucción de escuelas que habían formado varias generaciones con una educación básica que fomentaba los valores familiares, el trabajo colectivo y el arraigo a su tierra. En la actualidad, estas poblaciones, sin escuelas ni maestros, se encuentran a merced del embate “cultural” de los medios de comunicación masiva que les presentan modelos de conducta ajenos a su realidad y costumbres, y basados en falsos estereotipos de vida. Sin más orientación que la de la televisión, centenas de campesinos han cambiando sus parcelas por un automóvil último modelo y terminar trabajando como peones asalariados en lo que alguna vez fueron sus tierras o en las empresas que los nuevos dueños han establecido, las cuales explotan indiscriminadamente los recursos naturales de la región, ofreciendo a cambio “trabajo”.
Los gobiernos federal y estatal han permitido e impulsado este despojo. Que las comunidades serranas no cuenten con escuelas ni maestros rurales no es casual. Se trata de una política desarrollada en las últimas décadas para acabar con el normalismo rural en el estado. Primero, cerraron la Escuela Normal Rural Abraham González, de Salaices. Se trataba de una escuela para varones. Quedó sola y al frente de la lucha la Normal Rural Ricardo Flores Magón, de Saucillo, Chihuahua, la cual alberga a 487 alumnas de diversos puntos de México.
Esta Normal Rural ha formado múltiples generaciones de maestras chihuahuenses desde su creación en 1930. Las jóvenes alumnas se caracterizan por involucrarse en el trabajo comunitario. La formación integral que reciben en el sistema de internado lleva un rayo de luz a lugares donde impera la fuerza, el caciquismo y la ignorancia. En esta lucha, se ha perdido y se ha ganado. La muerte de muchos maestros rurales lo corrobora. Con todo, siempre habrá quien concentre el valor de miles y encause sus acciones en la concientización y la liberación del desprotegido, el oprimido, el olvidado.
Chihuahua no escapa de los proyectos educativos que mercantilizan la educación. Se trazan planes y programas de estudio que sirven sólo a la iniciativa privada y que no buscan que las comunidades rurales y las colonias populares superen las condiciones de pobreza y marginación en que se encuentran. Lejos de avanzar hacia educación popular e integral que oriente el camino hacia el desarrollo de la sociedad, se imponen “planes de estudio” manufacturados por empresarios y no programas elaborados por pedagogos o profesionales de la educación.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en 2009 existían 5 mil 912 escuelas de educación básica en el estado; es decir, no se llega ni a 6 mil el número de escuelas en la entidad más extensa de la república, con 247 mil 938 kilómetros cuadrados y una población de 3 millones 376 mil 62 habitantes. La escasez de escuelas es más clara cuando se recuerda que la dispersión es muy intensa, sobre todo en la Sierra Tarahumara. Cientos de pequeñas poblaciones y rancherías se encuentran sin acceso a educación, pero también carecen de los más elementales servicios médicos y alimentación. Rarámuris, tepehuanes, guarijíos y pimas son los más afectados.
Las normales rurales permanecerán a pesar de los embates que vengan; son necesarias. Los pueblos sabrán construirlas, defenderlas y volverlas a abrir cada que el poder aseste el golpe contra una de ellas. Como un árbol que al morir en el suelo quedan sus semillas, que darán vida a otros árboles semejantes a él, que también crecerán, lucharán por mantenerse rectos y firmes cuando la tormenta, el viento o los hombres pretendan derribarlos, recordarán de dónde vinieron y afirmarán, luchando con denuedo, sus raíces en lo profundo del suelo.
*Organización estudiantil de carácter nacional, integrada por los alumnos de las escuelas normales rurales de México
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