Estamos en tiempos de las perniciosas reformas estructurales que impulsan los políticos y empresarios más neocoloniales mediante la tergiversación y el cambio de nuestra Constitución Política, en un acto antipatriótico que sin duda medrará la soberanía nacional; reformas que beneficiarán a extranjeros y a algunos potentados nacionales y, por supuesto, a políticos corruptos en la negociación de las licitaciones y establecimiento de las empresas relacionadas directa o indirectamente con la explotación de nuestros recursos. Todo bajo argumentos débiles e inverosímiles, como la incapacidad de los mexicanos para realizar la explotación racional de los recursos naturales y con ello impulsar el desarrollo del país. Es obligado señalar la necesidad de preservar para México sus riquezas e impulsar su desarrollo, evitando la injerencia extranjera y con ello la fuga de capitales producto de la explotación de nuestros recursos. Lo que ahora destruye el Partido Revolucionario Institucional (PRI) –con la apertura de los sectores energéticos al capital extranjero– es el porvenir de nuestra nación; pero eso no es una práctica nueva, lo ha hecho desde su orígenes ya sea por la fuerza y enarbolando falsas banderas revolucionarias o lo ha ido destruyendo con el olvido y la indiferencia hacia los sectores productivos nacionales (una excepción fue el general Lázaro Cárdenas). Un caso ejemplar y doloroso es el de don Gastón J Vives, un sudcaliforniano cuya inteligencia, visión y entereza lo llevaron en tiempos porfiristas a innovar y desarrollar un emporio perlero con una benéfica visión social atípica para la época. Emporio que fue destruido en su mayor parte por fuerzas revolucionarias y después aniquilado por el desdén de los primeros gobiernos priístas, lo que detuvo el enorme desarrollo que había generado en Baja California Sur.
Gastón J Vives nació en 1859. Existe controversia sobre si vio la luz en San Francisco, Estados Unidos, o en La Paz, Baja California Sur, aunque documentos oficiales lo señalan como paceño y mexicano y así se consideraba él. Criado en una familia de inmigrantes franceses, a la edad de 20 años fue a París, en donde estudió bioquímica y se especializó en biología de moluscos y acuacultura, entonces naciente disciplina en el mundo. Fue ahí donde aprendió a bucear con escafandra, lo que a su regreso a México le permitió observar de cerca la vida marina y las ostras perleras de la bahía de La Paz (Martha Micheline Cariño Olvera, El porvenir de la Baja California está en sus mares. Vida y legado de don Gastón J. Vives, el primer maricultor de América, Universidad Autónoma de Baja California Sur-Secretaría de Educación Pública, México, 2000, páginas 23-25). Fue diputado de minas (antigua autoridad de una jurisdicción minera) del Distrito Sur de Baja California y, por su probidad y conocimientos, incluso se le nombró agente consular del reino de Italia. Pero el puesto más alto que desempeñó fue el de presidente municipal de La Paz, durante la última década del siglo XIX y hasta 1911, entre otros cargos públicos que ejerció cabalmente. El desarrollo de sus investigaciones sobre el cultivo de la concha perla y el establecimiento de la Compañía Criadora de Concha y Perla (CCCP) fueron tareas que realizó a la par de su actividad política, lo que de ninguna manera menguó su desempeño (Ibíd, páginas 27-54).
La colecta de perlas y su cultivo ha sido un asunto fascinante a lo largo de la historia debido al valor intrínseco que tienen las perlas como joyas, ya que éstas una vez colectadas no requieren mayor trabajo para su lucimiento, como no sucede con las piedras preciosas. En el Golfo de California su extracción data desde el siglo XVIII, con consecuentes periodos de bonanza y de agotamiento del recurso que se han sucedido hasta nuestros días (Martha Micheline Cariño Olvera y Mario Monteforte, El primer emporio perlero sustentable del mundo, la Compañía Criadora de Concha y Perla de Baja California SA y perspectivas para Baja California Sur, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes-Universidad Autónoma de Baja California Sur, La Paz, 1999, páginas 30-44). Cuando don Gastón fue a estudiar a Francia, París era el punto nodal del mercado mundial de perlas y los científicos parisinos buscaban lograr el cultivo masivo de las mismas. El joven mexicano tuvo la oportunidad de estudiar los avances científicos al respecto, lo que combinado con su conocimiento de Baja California Sur en múltiples aspectos, sobre todo en el marino, y su posición como presidente municipal, le permitieron desarrollar industrialmente el cultivo de las ostras perleras en las costas insulares cercanas a La Paz (Cariño Olvera, Ibíd, páginas 55-59). Debe considerarse que la usanza política de la época combinaba en el hombre del servicio público, al empresario y/o al militar. En el caso de don Gastón fue el área empresarial la que combinó con la política, pues incursionó en la agricultura, la minería y la pesca entre otras actividades, a la par que desarrollaba sus investigaciones submarinas, pues ya en 1893 tenía licencias de buceo para la extracción de concha perla (Ibíd, páginas 73-75). Don Gastón no fue el único que realizaba la extracción de la concha, pues de 1884 a 1912 operaron en México al menos cuatro compañías más, con participación extranjera y nacional, entre las que destaca la Compañía Perlífera de Baja California, que en 1900 fue transferida a The Mangara Exploration Company, Ltd, de capital inglés. Corporación que explotó el recurso en las costas peninsulares del Golfo de California y de Mazatlán hasta el Río Suchiate. Estas empresas, aunque eran objeto de normas del gobierno para emplear connacionales, efectuar una explotación regulada y realizar experimentos de cultivo, hicieron caso omiso, sobre todo en la explotación moderada y en la procuración de cultivos, agotando el recurso perlero. Por su parte, don Gastón desarrolló y perfeccionó un método de cultivo extensivo de la concha, que además permitía la renovación de los bancos perleros naturales. De no haber sido por don Gastón, los placeres perleros hubieran sido acabados por la explotación de las compañías extranjeras (Ibíd, páginas 76-79).
Era dueño de la patente que expidió el gobierno general el 15 de abril de 1902 para el cultivo y la producción de concha perla, así como de la concesión de buceo para la explotación de la misma y otros productos marinos en la Isla Espíritu Santo, otorgada por el Ejecutivo de la Unión el 23 de julio de 1903. Ese mismo año don Gastón constituyó legalmente la CCCP. El trabajo para erigir su emporio perlero con base en la Estación Perlífera de la Ensenada de San Gabriel, en la Isla Espíritu Santo, fue enorme. Construyó oficinas y viviendas para los trabajadores y levantó un dique de 500 metros de largo, convirtiendo la ensenada en una laguna, en cuyo interior creó 36 canales techados y un sistema de exclusas por el que circulaba el agua aprovechando las mareas, garantizando así el suministro de nutrientes y oxígeno a sus colonias de ostras, principalmente de la Pinctada Mazatlanica. Para la etapa en la que las ostras eran retiradas de los viveros e implantadas en el mar, creó suelos rocosos empleando trozos de rocas desprendidos de las montañas, que eran depositados en las bahías de la isla. Suelos donde las ostras culminaban su desarrollo y generaban las perlas. Pero aún era necesario proteger a los moluscos de sus depredadores, para lo cual diseñó una coraza de lámina para las ostras, además de una malla metálica. En el mar, don Gastón enfrentaba también a los buzos que a pulmón o con escafandra buscaban las perlas, lo que solucionó con patrullas de vigilancia en botes (Ibíd, páginas 78-85).
La CCCP no fue la única compañía que a principios del siglo pasado se dedicó al cultivo de perlas sobre bases científicas. En 1906 se estableció la Ceylan Company of Pearl Fisheries, Ltd, en el Golfo de Mannar, cuyo impulsor, W H Herdeman, alcanzó notables logros, pero la compañía quebró en 1912. En Japón fue Kokichi Mikimoto quien, a finales del siglo XIX y principios del XX, realizó esfuerzos en la materia con algunos resultados, pero sin un método tan desarrollado como el de don Gastón. Entre 1905 y 1922, Cyril Crossland desarrolló en la Bahía de Dangonab, en el Mar Rojo, una de las más grandes compañías de cultivo de perlas, que logró el repoblamiento de los bancos naturales, cuyos métodos y técnicas eran muy similares a los de Vives; pero su empresa fue fundada después de la CCCP, cuando la inventiva de don Gastón había sido conocida mundialmente (Cariño Olvera y Monteforte, Ibíd, páginas 46-54).
La CCCP generó de 1910 a 1914 cuatro cosechas por año y 10 millones de conchas exportadas a Estados Unidos y Alemania, así como hasta 500 perlas naturales de calidad superior vendidas en Nueva York y París. El éxito que don Gastón logró se debió a sus cualidades intelectuales y empresariales. Pero además se deben considerar dos aspectos muy relevantes. El primero: su participación en cargos públicos, lo que le facilitó el camino para crear su empresa. Cabe señalar que Micheline remarca la probidad de Vives y que nunca sus detractores lo acusaron de corrupción o falta de honradez, pues ante todo desarrolló sus actividades con apego a la ley. Y segundo: su previsión social. A este respecto y aunque las condiciones laborales de los 500 trabajadores anuales que llegó a emplear la CCCP se dieron en el porfiriato (Cariño Olvera, Ibíd, páginas 85-88), nada tienen que ver con la brutalidad, esclavitud y crímenes de otras industrias de la época, como las del cultivo de henequén en la Península de Yucatán y del tabaco en Valle Nacional, Oaxaca. Incluso Micheline, al comparar las condiciones laborales y los salarios de la CCCP con otras empresas perleras, concluye que las de ésta eran las menos injustas. Menciona el caso de una demanda interpuesta contra don Gastón por unos trabajadores que, tomando embarcaciones de la CCCP, se escaparon a La Paz para las fiestas del centenario de la Independencia, ante lo cual fueron acusados de robo; sin embargo, 2 días después salieron libres, aunque tuvieron dificultades para conseguir trabajo, pues habían sido acusados por el señor Vives (Ibíd, páginas 85-88). Hombres liberados tras haber contravenido las órdenes del patrón, en un tiempo en que el trabajador era considerado una propiedad de éste, empleados cuyo castigo no se compara con los infligidos por los dueños de las plantaciones de henequén y de tabaco, que muchas veces llegaron al asesinato.
El contrato laboral que la CCCP celebraba con los trabajadores, obligaba a la compañía a satisfacer las necesidades de éstos, principalmente las alimenticias. Para lo cual don Gastón incursionó en el sector agropecuario, llegando a tener varias haciendas agrícolas y más de 3 mil cabezas de ganado, con lo que surtía de alimentos a sus trabajadores. Pero también entró en la minería y las salinas de la región, así como en la transportación marítima entre la Paz y Mazatlán, generando muchos más empleos. Es así que este ilustre paceño fue un detonante para el desarrollo económico y social de Baja California Sur, al grado de que en las primeras décadas del siglo pasado la CCCP generó volúmenes de empleo, ingresos y capital acumulado mayores al de cualquier otra actividad económica (Ibíd, páginas 88,89). El gran emporio perlero que don Gastón erigió y el circuito económico que alrededor de éste desarrolló fueron, sin duda, una gran obra, que aún en la actualidad causa admiración en círculos internacionales de diversos ramos, sobre todo en los de la acuacultura y perlicultura. La inventiva y el desarrollo tecnológico de don Gastón fueron ejemplos para otros emporios perleros desarrollados en Japón y Australia, y que aún están vigentes.
El mismo éxito alcanzado por don Gastón lo llevó a la ruina, pues además de admiración, su magna empresa causó envidia y ambición. Don Gastón tuvo problemas personales con el empresario Miguel L Cornejo, que incluso en 1895 llegaron al atentado físico por parte de Cornejo, por lo que se llevó a cabo un proceso legal en el que Cornejo resultó encarcelado. Esa añeja rivalidad fue incrementada por la participación de ambos en el ramo perlero, pues para 1902 Cornejo era exportador de perlas. Además, las posturas políticas de ambos mucho tuvieron que ver con la destrucción de la CCCP. Cornejo era abiertamente contrario al régimen porfirista y Vives ferviente partidario. Desde el derrocamiento de Díaz inició el declive de don Gastón. En 1911, un grupo de notables pidió su renuncia y él, ofendido, dimitió de su cargo, aunque tuvo apoyo de muchos ciudadanos (Ibíd, páginas 27-54). Con la caída del porfiriato vino el resurgimiento de Cornejo, quien desde su juventud participó en diversas revueltas por su carácter decidido y su tendencia militar. El 18 de julio de 1914, antes de desembarcar en la Paz a la cabeza de una avanzada militar constitucionalista, Cornejo pasó por la Isla Espíritu Santo saqueando y destruyendo la estación perlífera, que albergaba 4 millones de conchas, la mitad susceptibles de contener una perla. Bajo la bandera revolucionaria, Cornejo robó a Vives y después le confiscó legalmente todos sus bienes (Ibíd, páginas 89-93). Fue la sed de venganza y la ambición lo que destruyó el emporio perlero que se inició con un capital de 300 mil pesos, y que 10 años después ascendía a casi 1 millón 700 mil pesos. La vida de don Gastón se convirtió en un periplo de desilusiones y trámites legales con los que esperaba refundar la CCCP, ahora con una visión social más amplia, en la que planteaba la formación de colonias de ostricultores particulares con la ayuda del estado, aspectos que menciona en una carta al pueblo de Baja California Sur en 1918 (Ibíd, páginas 97-115). Sus innumerables intentos por reconstruir su compañía se ahogaron en la burocracia y los oídos sordos de los nuevos gobiernos, hasta que en 1933 expiró la concesión que tenía sobre la Isla Espíritu Santo (Ibíd, página 130). La Isla se localiza a 25 kilómetros de La Paz, separada del Continente por el canal de San Lorenzo. Es parte de un archipiélago de 102 kilómetros cuadrados integrado por la Isla Partida, los islotes La Ballena, El Gallo y La Gallina y dos promontorios rocosos llamados Los Islotes. Pertenece al Área de Protección de Flora y Fauna Islas del Golfo de California, decretada en 1978. La zona marina que la rodea comprende el Parque Nacional de Espíritu Santo, decretado en 2007. En la Isla se establecen por temporadas pequeños campamentos de pescadores de la región, únicos a los que se permite la pesca. Nadie vive en ésta y todas las otras actividades que se realizan son ecoturísticas. De la obra de don Gastón sólo quedan algunas ruinas.
Destruida la CCCP y permitida la extracción libre de concha perla, los placeres perleros fueron sobreexplotados y agotados. Para 1939 la actividad dejó de ser rentable, y aunque el gobierno decretó una veda que se mantiene hasta la actualidad, el saqueo ha sido una constante (Cariño Olvera y Monteforte, Ibíd, páginas 244-248). Ese año falleció don Gastón y se dio una gran mortandad de la cocha y otras especies en el Golfo de California, atribuida a la instalación de presas en el Río Colorado, Estados Unidos, con lo que el afluente disminuyó su aporte sedimentario y de nutrientes al Golfo (Álvarez-Borrego, J A Rivera, G Gaxiola-Castro, M de Acosta Ruiz, A Schwartzlose, “Nutrientes en el golfo de California”, Ciencias Marinas, Volumen 5, número 2, Ensenada, Baja California, México, 1978, páginas 53-71. Tomado de Ibíd, página 264). Aunado a lo anterior, el flujo del Colorado presenta una alta salinidad y está contaminado por pesticidas y fertilizantes, lo que dificulta el repoblamiento de los bancos de ostras (Álvarez-Borrego, L A Galindo-Bect, B P Flores-Baez, Higrología, “Estudio químico sobre la contaminación por insecticidas en la desembocadura del Río Colorado. Reporte final de la segunda etapa a la Dirección de Acuacultura de la Secretaría de Recursos Hidráulicos”, Tomo 1, sección 1, Universidad Autónoma de Baja California-UCM, Ensenada, Baja California, México, 1973, páginas 5-177. Tomado de Ibíd, página 247).
De 1939 a 1989 se realizaron diversos intentos por reinstalar la perlicultura en Baja California Sur. Proyectos llevados a cabo por la iniciativa privada y por el gobierno, con la intervención de investigadores nacionales y extranjeros, mismos que fracasaron por diversas razones (Ibíd, páginas 249-252). Fue hasta 1990 cuando el doctor Mario Monteforte, al dar seguimiento a los pasos de don Gastón y aplicar avanzadas tecnologías, logró restablecer en pequeña escala el cultivo de la concha perla en el Golfo de California. Monteforte y su grupo de colaboradores denominado Grupo Ostras Perleras (GOP), del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, luchó contra los intentos de empresas perleras extranjeras de obtener concesiones inmensamente desfavorables social y ecológicamente para México, además de sufrir, igual que don Gastón, el desdén de autoridades estatales y federales, salvo contadas excepciones (Ibíd, páginas 252-274).
Los montos obtenidos anualmente por algunos países en la década de 1990 revelan la importancia económica del cultivo de perlas: Japón generó 500 millones de dólares, la Polinesia francesa logró 120 millones de dólares y las granjas del Noroeste australiano reportaron 85 millones de dólares. Estas cifras muestran la relevancia que tendría la consolidación de los esfuerzos del doctor Monteforte y el GOP (hoy desaparecido), quienes lograron producir la llamada “perla mabe” –uno de los tipos de perla cultivada que existen– y avanzaron considerablemente para alcanzar la producción comercial de perlas libres. Monteforte ha considerado aspectos relevantes para el desarrollo de México como: independencia tecnológica, soberanía sobre el manejo conservacionista del recurso, direccionamiento de los beneficios de la producción al desarrollo regional y apertura del producto al mercado internacional. Micheline y Monteforte plantean la necesidad de evitar la injerencia extranjera y conservar la soberanía del recurso perlero proponiendo que se le decrete como patrimonio estratégico nacional, para lo que generaron un programa de planeación, ordenamiento y regulación de su extracción (Ibíd, páginas 285-294).
Al aprovechar las experiencias previas y los estudios de investigación en la materia, en 2004 se estableció la compañía Perlas de Guaymas en Bocochibampo, Sonora, impulsada por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), y en 2005 surgió la empresa Perlas del Mar de Cortez, a iniciativa de la Universidad Autónoma de Baja California Sur. Estos dos han sido ejercicios empresariales sobresalientes, aunque ha habido otros (Monteforte M “Granjas perleras y perlicultura”, Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, Biodiversitas 89,12-15, 2010). Cabe señalar que los retos científicos y tecnológicos para que México logre una producción de perlas por cultivo a gran escala no han sido superados del todo, pues aún se tienen que resolver problemas técnicos y hasta genéticos en las ostras, entre otros. Pero hasta ahora los logros alcanzados por los científicos retomados en este escrito y otros mexicanos que han abordado el tema son una base promisoria.
Cuando el entreguismo político y empresarial a los capitales extranjeros es una sombra sobre México, es necesario revisar nuestra historia y reconocer que las experiencias privatizadoras y la injerencia extranjera han empobrecido social, económica y ecológicamente a México. Así como es necesario demostrar que ha habido mexicanos tan ingeniosos y capaces que han logrado ser exitosos pioneros en sus ramas a nivel mundial, como don Gastón J Vives, y que actualmente nuestra nación cuenta con académicos destacados en lo social y lo científico, como son la doctora Micheline Cariño y el doctor Mario Monteforte, cuyas investigaciones, si fueran apoyadas debidamente por el Estado generarían sin duda un futuro más benéfico para los mexicanos, mismo que está siendo cancelado con las políticas entreguistas y extranjerizantes de nuestros gobernantes.
*Maestro en ciencias en exploración y geofísica marina; licenciado en arqueología especializado en contextos sumergidos y buzo profesional; licenciado en letras hispánicas; licenciado en diseño gráfico; integrante del taller Madre Crónica
Contralínea 371 / 2 al 8 de Febrero de 2014