El gobierno de Calderón y las protestas de Sicilia

El gobierno de Calderón y las protestas de Sicilia

Luego del fraude electoral de 2006, Calderón tomó posesión de la Presidencia con ayuda del Ejército, de jerarcas católicos, empresarios, grupos conservadores, y de una jauría mediática que desde entonces se ha dedicado a alabarlo sin medida.

Ha gobernado mediante el Ejército, ensangrentando al país con el pretexto de una “guerra contra el narco”. En el plano económico, también su tónica ha sido la agresión sistemática contra el pueblo: desde el aumento de precios de productos básicos, de servicios y de impuestos, hasta el ataque contra los derechos de los trabajadores.

A lo largo de este sexenio, con un gobierno federal de origen ilegítimo y raíces católicas conservadoras, ha prevalecido el ataque sistemático contra el Estado laico, con la subordinación de las dependencias del gobierno federal a proyectos clericales, la impunidad de los jerarcas católicos que delinquen, y el encarcelamiento de las mujeres que abortan, propiciado no sólo por los panistas, sino por políticos oportunistas del Partido Revolucionario Institucional y de otros partidos.

El nuevo movimiento

Recientemente, ha surgido un movimiento encabezado por el escritor católico Javier Sicilia, colaborador de la revista Proceso, y de quien se recuerda que a fines de 1995 publicó en la revista Ixtus la famosa entrevista con el entonces abad de la Basílica, Guillermo Schulemburg, cuyas declaraciones “antiaparicionistas” motivaron la feroz reacción de Norberto Rivera y la caída de Schulemburg.

Sicilia es autor de una biografía de Concepción Cabrera de Armida, que desarrolló su militancia católica a mediados del siglo pasado y a quien la iglesia quiere llevar a los altares (el libro Concepción Cabrera de Armida, la amante de Cristo fue publicado en 2001 por el Fondo de Cultura Económica).

Ostensiblemente, el movimiento fue motivado por el dolor de la gente que se ha visto afectada por la llamada “guerra contra el narco”, como el propio Sicilia, quien en ella ha perdido a uno de sus hijos.

En la medida en que expresa una inconformidad popular contra el sangriento y rapaz gobierno derechista, el movimiento encabezado por Sicilia es un esfuerzo notable, que tiene causas legítimas, pero que exhibe también aspectos bastante discutibles.

Dudas y demandas

Uno de ellos es el apoyo que ha recibido el movimiento por parte no sólo de sectores y periodistas críticos, sino de medios y grupos oficialistas, como nunca ha ocurrido con un movimiento que verdaderamente exprese las necesidades del pueblo, como fue en 2006 el de López Obrador.

Resulta que estaciones de radio, espacios de televisión, primeras planas de periódicos oficialistas e incluso voces del arzobispado estuvieron apoyando las marchas organizadas por Sicilia, que también han contado con el aval del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Si cadenas de radio estuvieron difundiendo favorablemente la información sobre la marcha del domingo 8 de mayo y si en la misa dominical de la Catedral fue elogiada, ésas son señales para desconfiar de ella.

En el caso del EZLN, llama la atención el contraste entre la férrea oposición que hace cinco años manifestó contra Andrés Manuel López Obrador y el apoyo absoluto que ahora brinda a Sicilia, quien a su vez, en muchos de sus discursos y proclamas, manifiesta un respeto demasiado grande hacia el gobierno ilegítimo de Calderón.

Luego de la marcha del 8 de mayo, algunos medios retomaron como principal propuesta de Sicilia la renuncia de Genaro García Luna, titular de la Secretaría de Seguridad Pública, cuando lo natural era que en ese acto se hubiera exigido, más bien, la renuncia de Calderón, gobernante ilegítimo y principal responsable de lo que ha ocurrido a lo largo de este sexenio. ¿Qué tan confiable es un movimiento que apela al usurpador Calderón para resolver los problemas que él mismo ha creado? ¿Qué le puede interesar al pueblo que sea una persona en lugar de otra quien a la cabeza de una determinada secretaría funja como testaferro de Calderón?

Sin embargo, el movimiento tiene otras seis demandas que, a mi entender, tampoco son ni las más importantes para el país en el momento en que vivimos ni las más básicas ni las más convincentes, pues en general no niegan las premisas en las que descansa la supuesta “guerra de Fecal” contra el narco, sino que se resumen sólo en un cambio en algunas de sus facetas.

Concretamente, esas demandas son: 1) Esclarecer asesinatos y desapariciones y nombrar a las víctimas; 2) Poner fin a la estrategia de guerra y asumir un “enfoque de seguridad ciudadana”; 3) Combatir la corrupción y la impunidad; 4) “Combatir la raíz económica y las ganancias del crimen” (lo cual, ya en su aplicación, puede ser simplemente una vía para que el gobierno espurio encuentre nuevas formas de saqueo y de corrupción). “Exigimos la atención de emergencia a la juventud y acciones efectivas de recuperación del tejido social: la seguridad ciudadana no se resolverá con armas y violencia”; 5) “Una política económica y social que genere oportunidades reales de educación, salud, cultura y empleo para jóvenes…”; 6) Democracia participativa.

Los primeros cuatro son sólo propuestas para llevar a cabo, de otra manera, los objetivos del gobierno derechista, de la “guerra contra el narco”, cuando en realidad el problema del narco surge de la penalización del consumo de drogas, medida abusiva y contraria a las libertades personales que motiva el clandestinaje, la violencia y la corrupción.

El punto cinco aborda un verdadero problema social, más allá de la sangrienta secuela creada por Calderón: el de la atención a los jóvenes, en aspectos como salud, educación, etcétera, es una necesaria reivindicación, pero igualmente necesaria es la atención a los adultos mayores, que fue una de las premisas de las movilizaciones de 2006.

Hay problemas más importantes y más básicos que todo lo relacionado con la “delincuencia organizada”, como la falta de recursos de gran parte de la población, sea por el desempleo entre los jóvenes o por la prolongación de la esperanza de vida bajo condiciones muy desfavorables, en lo referente a muchos ancianos.

Obviamente, quien carece de lo más necesario no tiene como principal preocupación ser víctima de un secuestro por parte de alguna poderosa banda del “crimen organizado”; su temor, más bien, es que los precios de alimentos y de servicios, así como los impuestos, puedan elevarse cada día más al grado de ser incosteables. Ésa es su verdadera “inseguridad”.

Con toda probabilidad, el temor de los trabajadores despedidos del Sindicato Mexicano de Electricistas o de Mexicana no es que los narcos vayan a enviar “sicarios” a despojarlos de inexistentes fortunas, sino cómo poder subsistir ellos y sus familias ante la pérdida de su fuente de ingresos.

Lo anterior parece obvio; sin embargo, la derecha y la derechizada política nacional con su poderoso aparato mediático han logrado hacer creer a mucha gente, que hasta tiene que empeñar sus bienes para pagar sus deudas o para sobrevivir, amenazados por “la delincuencia organizada”.

Para las mujeres que están en prisión por haber recurrido al aborto, su prioridad es lograr su libertad, anulada por fuerzas que intentan obliterar el carácter laico del Estado, es decir imponer a toda la sociedad normas religiosas.

Y, así, con muchos otros problemas que en este sexenio se han creado o agudizado.

Más que una simple rectificación de la “estrategia” de “guerra contra el narco”, serían deseables demandas como éstas: 1) Que renuncie Calderón a la Presidencia que asumió en forma ilegítima; 2) Que el Ejército vuelva a los cuarteles; 3) Despenalización de las drogas; 4) Respeto al Estado laico; 5) Inmediata liberación de las mujeres que en diferentes entidades están presas por haber abortado; 6) Legalización del matrimonio homosexual en todo el país; 7) Defensa de la educación pública; 8) Defensa del bienestar y de los derechos de los trabajadores y de sus estructuras sindicales; 9) Eliminación de cargas impositivas, como el Impuesto Empresarial a Tasa Única y el impuesto a los depósitos en efectivo; 10) Limitación de los privilegios de los bancos, del duopolio televisivo y de otros sectores empresariales; 11) Ampliación del bono alimentario y otros beneficios a los ancianos, desde los 60 años de edad; 12) Juzgar a Fox y a Calderón por sus abusos y crímenes.

*Maestro en filosofía; especialista en estudios acerca de la derecha política en México

Fuente Contralínea 235 / 29 de mayo de 2011