Para el abogado José Antonio Ruiz Chávez
I. La crónica de David Marcial Pérez (El País, 21 de junio de 2017) nos informa que, como máximo, una docena de nostálgicos mexicanos “monárquicos” de “sangre azul” que aseguran tener ascendientes de quién sabe cuántos reyes y reyecitos, asistieron a la misa en la iglesia Ignacio de Loyola, en la colonia Polanco de la Ciudad de México, para para honrar con más recuerdos que lágrimas a Maximiliano; el dizque emperador, que nunca lo fue jurídica y políticamente porque estaba vigente la Constitución de 1857, y Benito Juárez era el legítimo y legal presidente de los Estados Unidos Mexicanos (Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, edición del FCE en facsímil de la imprenta por Ignacio Cumplido en 1857, dictada por el Congreso General Constituyente el día 5 de febrero de 1857). Así que no está mal darse a la lectura del guion escrito para televisión en 25 breves capítulos: Maximiliano, emperador de México, del historiador Carlos Tello Díaz, donde nos cuenta la biografía del austriaco (al que solamente se le puede envidiar por haber escuchado en vivo y en directo al Strauss inmortal de los valses, que permanecen vivos sensu contrario al muerto por fusilamiento por sentencia penal de un Consejo de Guerra, el 17 de junio de 1867.
II. Ese ensayo de Tello Díaz muestra al austriaco que no era ni liberal ni conservador y salido de las monarquías preconstitucionales europeas, que aceptó la corona sin imperio, por haberle hecho caso a su esposa Carlota (como de la Sahagún a la Gaviota); a diferencia de Miramón, alistado en la traición por no hacerle caso a su esposa, y fallido golpista que usurpó la presidencia como descendiente de Santa Anna. Hubo sí, fue un efímero emperador: Iturbide. Y un dictador: Porfirio Díaz, sobre quien el mismo historiador nos brinda magnífico estudio con base en rigurosa investigación, para darnos un nuevo enfoque sobre el oaxaqueño del que en otra nota dije: “Juárez por sobre todas las cosas… Porfirio a pesar de todo”. Juarista pero no liberal ni en lo político ni en lo económico, Díaz Mori fue un militar astuto, atrevido, defensor de la República Restaurada, La Constitución de 1957 y las Leyes de Reforma, como escribe Tello Díaz en: Porfirio Díaz, su vida y su tiempo, la guerra: 1830-1867. Es el primer Porfirio, o el mismo con su formación juarista hasta sus dos enfrentamientos con su paisano Juárez, al que siempre guardó admiración y respeto… hasta que le disputó la Presidencia.
III. Tello Díaz nos muestra al sobresaliente militar que improvisaba sus estrategias con la mira puesta en el poder político que afianzaría con el poder militar, el autoritarismo y la herencia de ostentarse como Santa Anna y dejar ese virus antidemocrático en Carranza, Huerta, Calles, Obregón y la generación priista que parece estar llegando a su final; no por la continuación de la Revolución inconclusa de 1910-1917, sino, parece… parece, por la vía electoral, a menos que el priismo-porfirista se atreva a desafiar el malestar político, que sin repetir la historia –pues ésta no se repite– despierte sobre el combustible de los problemas no resueltos y la violencia social le prenda fuego. El Porfirio de Tello Díaz es un trabajo muy bien investigado sobre la carrera militar del oaxaqueño que arriesgó su vida para luchar por el republicanismo democrático y constitucional; que tuvo al frente a “esos hombres que parecían gigantes” y que consolidaron la primera independencia al conquistar la segunda; con un Porfirio Díaz expulsado del poder absoluto por la misma fuerza de las armas que él empuñó. Para zarpar de Veracruz en el Ipiranga; como Maximiliano lo hizo en el Novara.
Ficha bibliográfica:
Autor: Carlos Tello Díaz
Títulos: Maximiliano y Porfirio Díaz
Editorial: Debate, 2015 y 2017
Álvaro Cepeda Neri
[BLOQUE: MISCELÁNEO][SECCIÓN: EX LIBRIS]
Contralínea 549 / del 24 al 30 de Julio de 2017