¿Por qué se cayeron cientos de edificios en 1985 y hubo miles de víctimas, incluidos niños? ¿Quién da los permisos mineros y posibilita la depredación de tierras, la explotación mayúscula de reservas y que trabajadores mueran por las pésimas condiciones donde laboran? ¿Cuáles fueron las manos que permitieron las construcciones de edificios en Santa Fe, los cuales son una bomba de tiempo que apenas empieza? ¿Qué individuos han hecho su agosto para que los hoteleros en Acapulco, la Riviera Maya, Ixtapa, Los Cabos, Huatulco y Cancún hagan de las suyas contaminando el mar, apropiándose de playas que convierten en privadas y deforesten miles de hectáreas?
Las preguntas en muchos terrenos se pueden extender, pero faltaría espacio. La realidad es que ante cualquier injusticia y traición a la patria nadie es culpable. Los políticos, casi todos, se tapan unos a otros o se echan la culpa para intentar demostrar que otros son unos malvados y ellos blancas palomas. Algo que vemos nuevamente en Tajamar, Quintana Roo.
Felipe Calderón, quien autorizó que se transformara un manglar de 50 hectáreas, dice que él no fue. Vicente Fox, quien inició la operación, está mudo porque cabildea en las reuniones que se discute la posibilidad de utilizar la mota para usos medicinales. Rafael Pacchiano, el titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), ha dicho que el culpable es Calderón, quien no sólo otorgó el certificado sino incluso en 2009 prorrogó el permiso y que, por tanto, ellos no pueden hacer nada para detener un negocio inmobiliario (sic que cuenta billetes verdes).
El Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) y la Procuraduría Federal de Protección Ambiental (Profepa) actuaron varios días después que un grupo de organizaciones civiles se plantaron en Tajamar y desafiaron a las autoridades; otros compañeros suyos hicieron manifestaciones incluso cerca de Los Pinos –zona inaccesible a la población– y abogados y artistas salieron a defender no sólo el presente sino el futuro de la nación.
El asunto de este ecocidio fue alertado por la reportera Mireya Cuéllar en diciembre de 2004 en La Jornada, según recuerda Carlos Fernández Vega (La Jornada, 26 de enero de 2015). Quien firmó inicialmente el permiso otorgado por Fonatur fue el biólogo Ricardo Juárez Palacios, director de Impacto y Riesgo Ambiental de Fonatur, asegurando que no existía manglar en Tajamar; ahora sabemos que son, cuando menos, 24 hectáreas de manglar y 13 de manglar primario. Tantas aberraciones y negocios hizo este mal Juárez que lo despidieron y querían enjuiciarlo, pero ya sabemos que la justicia es ciega para los que salpican de dinero a los superiores.
México, por cierto, es el sexto país de manglares en el mundo, pero cada año pierde 4.5 hectáreas por los mal llamados desarrollos turísticos (¿qué dirá la señora Claudia Ruiz Massieu, hoy cuestionada en Relaciones Exteriores?).
Según el biólogo Antonio Lot Huelgueras, del instituto de esa especialidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es un terrible error modificar o devastar manglares, ya que “se deja a la población vulnerable de huracanes”, pues “el manglar detiene la fuerza del viento e impide golpee con la misma fuerza kilómetros adentro”; además, dice Lot, esos terrenos captan el CO2 (dióxido de carbono) y así “se contribuye a evitar el calentamiento global”; preservar la fauna y la flora es importante, ya que muchas de las especies de animales “se alimentan de insectos que pueden constituir plagas” y, por si algo faltara, los humedales no son para desarrollar zonas urbanas, ya que se inundan por el tipo de subsuelo y la construcción tiene un alto costo. ¿Entenderán esas cuestiones los funcionarios o quienes piensan en la ganancia rápida?
Para la especialista Mireya Ímaz, del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad (PUES), hace décadas que los desarrollos en muchas partes del país, especialmente en lugares cercanos a las playas, han sido depredadores sin darse cuenta que nos estamos suicidando. Un caso terrible es Cancún y la falta de arena en las playas (programa Primer Movimiento, Radio UNAM, 26 de enero).
Algunos miembros del muy desprestigiado Partido Verde Ecologista Mexicano (sic cuádruple que abre la máquina registradora), de donde surgió Pacchiano, trataron de encabezar la protesta y hacerse de algún prestigio, aunque fueron corridos por los habitantes quintanarroenses, pues saben bien la clase de sujetos que son esos llamados verdes.
Lo mismo ocurrió con funcionarios que intentaron acallar la protesta, comprar a los indignados habitantes o incluso meterles temor de que los reprimirían. Frente a ello, arreciaron las voces y se consolidó el movimiento que continúa en pie de lucha y al que se debe apoyar y proteger, en especial a la actriz Sofía Sisniega, quien ha recibido diversas amenazas de muerte.
Los abogados Leonardo Kumul y Raúl Fernández de León ya hicieron una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por lo ocurrido y lo que viene, algo que dejará a Enrique Peña Nieto mal parado, pues sus declaraciones a favor del medio ambiente chocan con la horrible realidad. Incluso en Change.org ya van más de 100 mil firmantes para que se le retire a México la sede de la cumbre COP 13 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en la cual se debatirá acerca de la Diversidad Biológica (sic con cocodrilos, aves y animales muertos).
Para el citado Fernández Vega, uno de los que están metidos, a fondo, en el negocio inmobiliario con la empresa Golf Resorts es ni más ni menos que Jeffrey Fastlicht, el suegro de Emilio Azcárraga Jean, el dueño de la hoy emproblemada Televisa. Ésta seguramente es una de las razones por las que no se dé marcha atrás en un asunto maloliente.
Y otro compañero de teclas, Salvador García Soto (El Universal, 26 de enero), nos recuerda que Felipe Calderón Hinojosa propició en México la reunión para el cambio climático, organizada por la ONU en 2010 (Cancún). Luego de ello, se le consideró “líder en desarrollo sustentable”. Después formó una organización no gubernamental con esos aparentes propósitos para conseguir dinero, pasearse por el mundo y dictar cátedra de lo que no hizo. Por eso ahora se intenta deslindar de una acción bastante nefasta, como otras que realizó en su sexenio y que sus leales y parientes olvidan.
Jorge Meléndez Preciado
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ARTÍCULO]
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