En defensa de la UACM

En defensa de la UACM

El educativo es territorio en disputa:
Lo quiere conducir el Estado para controlar a la población.
Y lo quiere conducir la población para amarrar las manos al Estado
 
Desde las instancias del poder económico y político se decidió, al inicio de la década de 1980, que se debía realizar una “revolución educativa” a nivel mundial. Se le dio el encargo al Banco Mundial, que ni tardo ni perezoso se dio a la tarea de convocar a los tanques pensantes (“think tanks”) de todo el mundo para que hicieran el diseño del nuevo modelo. Las bases ya estaban establecidas: las actividades sociales deberían quedar en manos privadas para que entraran al juego mercantil, conforme al cual compra quien tiene (y quien no tiene se queda sin comprar). El trabajo de los intelectuales se centró en dar justificación a las medidas para que avanzaran en la ruta señalada.
 
Pero como la sociedad es multicolor, a su interior existen grupos que no creen en las verdades oficiales. Cuando se anunció la “modernización” (aún no se atrevían a hablar de privatización) de la educación global, aparecieron corrientes que manifestaron su inconformidad basada en los fracasos que ese modelo ya presentaba en otros ámbitos del quehacer social. Como siempre, fue entre los jóvenes donde más fuerza tomó esa orientación.
 
Fueron estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México quienes detuvieron el vendaval que quiso neoliberalizar esa casa de estudios (primero con el “plan Carpizo” y después con el “plan Barnés”). A pesar de los más de 200 expulsados y casi un millar de encarcelados (y luego libres bajo caución), el movimiento estudiantil unamita detuvo el embate de los privatizadores. De ello surgió el proyecto de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).
 
A eso se debe que la UACM sea antineoliberal: no aplica exámenes de admisión (que casi siempre dejan fuera a los más pobres), no paga estímulos a sus docentes, no tiene escuelas ni facultades tradicionales; no niega el espacio a extranjeros y no se pliega dócilmente a dictados del poder.
 

Las agresiones no son casuales

 
Pudiera pensarse que atacar el modelo educativo de la UACM es una mera casualidad. Que repentinamente legisladores panistas, candidatos como Gabriel Quadri de la Torre (precandidato a la Presidencia por el Partido Nueva Alianza), editorialistas como Otto Granados Roldán (académico, político, diplomático y experto en políticas públicas), hasta algunas autoridades universitarias se marearon y comenzaron a agredirla. Pero también es dable pensar que todo ello está orquestado y obedece a la animadversión a una institución que quiere ser democrática y educar con propósitos emancipatorios.
 
Preferimos la segunda hipótesis: la UACM disgusta a quienes están habituados al ejercicio del poder autoritario. No soportan que trate de establecer relaciones horizontales a su interior, entre los integrantes de su comunidad. Les molesta que en ésta se hable con plena libertad y que todo lo humano nos sea propio.
 
Las tendencias dominantes en las esferas del poder son claras: convertir la educación en un negocio para que se cobre como cualquier otro servicio; hacer de las escuelas verdaderas empresas regidas por la ley de la ganancia; transformar a los profesores e investigadores en empresarios de su propio éxito; hacer de los alumnos una masilla moldeable para que se acomoden en el sistema capitalista; y dotar de cuadros al sector empresarial para que siga acumulando capital. Una institución que no comparta las “verdades eternas” del capital, como la UACM, siempre será perseguida.
 
La mejor defensa, el trabajo
 
Para fortalecer a la UACM hay que cumplir los fines que la sociedad le encomendó: educar, investigar y propagar la cultura. Quien tiene tras de sí un trabajo sólido difícilmente perece ante la calumnia. Los problemas que se tienen y que deben de encontrar solución son:
 
1. La titulación: se necesita construir mecanismos que permitan que los alumnos culminen su proceso formativo.
 
2. El diseño de carreras que el Distrito Federal demande en función de sus problemas sustantivos. Si algún programa académico carece de justificación hay que sustituirlo.
 
3. La ocupación plena de su fuerza de trabajo. El pueblo defeño aporta los medios para su sostenimiento y cada peso debe justificarse a plenitud.
 
4. La creación de una estructura capaz de dar contenido y viabilidad a los fines universitarios.
 
5. El establecimiento de condiciones que propicien la participación informada de todos sus componentes.
 
La UACM es más grande que todos sus críticos.
 
*Coordinador de la maestría en derechos humanos de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México; doctor en ciencias políticas por la Universidad Nacional Autónoma de México; integrante de la Comisión de Intermediación para el Diálogo entre el gobierno federal y el Ejército Popular Revolucionario
 
 
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Fuente: Revista Contralínea 275 / 11 marzo de 2012
 

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