Con mi solidaridad para Ana Lilia Pérez, a quien acosa Juan Bueno Torio
Luego de sus propuestas, una aprobada como ley (aunque todavía sin ser puesta en acción) en materia de educación y otra a discusión entre legisladores sobre los cambios en telecomunicaciones, ahora, presurosamente, Enrique Peña Nieto lanza la reforma energética mientras se arrodilla ante el nuevo papa, algo nunca visto en la historia liberal mexicana.
Se pretenden, en el esquema inicial no muy bien delineado, varias modificaciones, entre otras, asociar a empresas privadas con la paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex), aunque los priístas insisten –en voz de su principal vocero el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray– que no habrá privatización ni mucho menos la entrega de la empresa más importante de la nación al capital extranjero. Mejor dicho, se trata de “flexibilizar” las formas de operación petrolera.
Sabemos desde Miguel de la Madrid, pero especialmente con Carlos Salinas de Gortari, que esas maneras de hacer más dúctiles las leyes han traído una mayor dependencia del exterior en cuestiones agrícolas, industriales, mineras y, próximamente, en telecomunicaciones, de acuerdo con lo informado por los que se agrupan en el Pacto por México.
Y precisamente Peña Nieto y socios quieren presentar la propuesta energética acompañados por las dirigencias del Partido Acción Nacional y del Partido de la Revolución Democrática. ¿Conseguirán el apoyo de sus adversarios políticos? Es algo que veremos muy pronto. Pero el hecho es que Enrique tiene prisa, y luego de lo que ocurra en este resbaloso terreno ya está decidido a entrarle al tema fiscal, con un aumento de impuestos en varios productos.
Es cierto, la situación de Pemex es realmente insostenible. Esto se debe a que una empresa que gana miles de millones de pesos es objeto de saqueos por todos lados: sindicato, funcionarios, empresas que le venden productos, asociación con firmas extranjeras, utilización para negocios de funcionarios y mucho más.
Pemex ha ido a la baja en muchos aspectos y ve cómo aumentan sus erogaciones por todos lados –especialmente en los últimos 12 años–, no obstante que el precio del barril petrolero subió de 20 a 100 dólares. Como nunca, en las administraciones panistas se obtuvieron recursos, los cuales no se invirtieron para sanear y desarrollar la compañía, y mucho menos para grandes inversiones en el campo o la ciencia y tecnología.
Como muchos sabemos, familiares y amigos de los expresidentes Vicente Fox y Felipe Calderón hicieron negocios turbios con el oro negro. En el primer caso estuvieron, aunque no únicamente, los hijos de Marta Sahagún: los hermanos Bribiesca, incluso uno de ellos aceptó una demanda en Estados Unidos; en el segundo caso se encuentra señalado César Nava, desde que Felipe Calderón estuvo a cargo de la Secretaría de Energía. Pero hay mucha más tela de donde cortar…
Otro aspecto poco comentado fue que hace más de 15 años se dejó morir al Instituto Mexicano del Petróleo. Un lugar de excelencia, que en su tiempo proveía ingenieros y técnicos a todo el mundo y desarrollaba procesos de vanguardia. La casi extinción de esta organización se hizo de manera intencionada.
Por eso hace poco Cuauhtémoc Cárdenas expresó que el debilitamiento de Pemex fue de manera deliberada. Ante ello coincidieron Francisco Labastida, excandidato a la Presidencia de la República por el Partido Revolucionario Institucional cuando el Pemexgate, y Juan Bueno Torio, quien fue director de Pemex Refinación. Lo que nos da idea de que hubo, tiempo atrás, un esfuerzo para ir mellando a la empresa, de orgullo nacional, luego de la nacionalización de la misma hace 75 años, rescatada por el general Lázaro Cárdenas.
En la llamada “docena trágica” (la panista) descendió la producción de crudo, la de refinación de petróleo, la de petroquímicos y en muchos otros terrenos. Y aumentó el gasto de operación, la deuda total, la plantilla laboral, la burocracia, los apoyos al Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana y la corrupción (para encontrar datos más precisos, consultar Enfoque 983).
Hace poco supimos tres importantes noticias:
Por fin se terminó en Tula, Hidalgo, a lo que se comprometió Calderón, no la refinería, sino únicamente la barda que alojará esa planta; el sindicato de petroleros, que encabeza el impresentable Carlos Romero Deschamps, recibió un préstamo para vivienda por 500 millones de pesos (que al tratar de explicar en qué se utilizará, no le salieron las cuentas y quedaron volando 25 millones de pesos); y en los últimos 6 años, esa representación aparente de trabajadores obtuvo de Pemex 1 mil 786 millones para acciones muy diversas y ociosas.
No obstante todo ello, en el acto del 75 aniversario de Pemex, hablaron Peña Nieto y el archiconocido Romero Deschamps. Una muestra más de que no se combaten la corrupción y los abusos.
El Partido de la Revolución Democrática, en voz de Cárdenas Solórzano, planteó ocho puntos para modificar la situación existente. Entre ellas brindar a la paraestatal autonomía de gestión, aumentar la inversión en investigación y desarrollo y fijar tarifas y subsidios que permitan un acceso equitativo a los energéticos.
Por otro lado, los priístas insisten en que la solución es la inversión extranjera.
Ya veremos si el Pacto por México sigue o empiezan las fracturas, sobre todo ahora que ya se acerca la época preelectoral.
No podríamos terminar esta entrega sin anotar que Ana Lilia Pérez ha sido demandada por Juan Bueno Torio, ya que en el libro de ella, Camisas azules y manos negras, nos muestra la gran corrupción que hubo en Pemex. No obstante que la periodista tuvo que salir exiliada a Alemania, hasta ya ha emprendido Juan acciones para que no vuelva escribir acerca del asunto. Es hora que todos sus colegas nos solidaricemos con Ana Lilia y repudiemos, de muy diversas maneras, al panista, que incluso insiste en sus falacias, ya que asegura que durante el panismo se hizo lo mejor para Pemex y la nación, algo que creer es de locos.
*Periodista
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Fuente: Contralínea 328 / abril 2013