El Cairo, Egipto. Por enésima ocasión, las Fuerzas Armadas de Israel lanzaron una ola de bombardeos contra la superpoblada franja de Gaza, inmersa en una crisis humanitaria por los continuos ataques y el férreo bloqueo que la vecina nación aplica desde 2007.
Más de 2 millones palestinos volvieron a sufrir durante 66 horas el poderío militar de Tel Aviv, una situación que se repite sistemáticamente desde que el enclave costero pasó a ser controlado hace 15 años por el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas).
Fuentes médicas reportaron la muerte de 47 ciudadanos, 16 de ellos menores de edad, y 365 heridos como consecuencia de la lluvia de misiles y bombas israelíes que golpearon el territorio durante casi 3 días, del 5 al 7 de agosto.
Entre las víctimas mortales se cuentan Tayseer Al-Jabari y Khaled Mansur, dirigentes de las Brigadas Al Quds, brazo armado de la Yihad Islámica palestina, asesinados en sendas incursiones.
Según datos preliminares, más de 1 mil 500 viviendas resultaron afectadas, varias de ellas de forma total, así como numerosas hectáreas de terrenos agrícolas.
Las Fuerzas Armadas de Israel comenzaron la escalada al atacar 170 presuntos blancos de la Yihad Islámica, que respondió con andanadas de cohetes contra territorio de la vecina nación.
El portal noticioso Ynet reportó que durante las hostilidades las milicias lanzaron más de 1 mil 100 cohetes contra Israel, pero pocos alcanzaron el blanco al caer en zonas despobladas o ser interceptados.
Sin una justificación creíble, ante la falta de atentados o ataques de las milicias palestinas, en esta ocasión el gobierno israelí afirmó que la ofensiva castrense se basó en información de inteligencia sobre supuestos planes de la Yihad Islámica.
Pero el pretexto ni siquiera convenció a la prensa nacional, que consideró la disputa electoral interna como el verdadero motivo de la nueva incursión.
“Ataque de costo comercial: sangre por votos”, escribió en Twitter el diputado israelí Ofer Cassif, integrante del partido de izquierda Hadash.
El político acusó al primer ministro, Yair Lapid, y al titular de Defensa, Benny Gantz, de recurrir a la violencia para ganar más escaños en las elecciones.
El gobierno israelí comete crímenes de guerra contra el pueblo palestino para servir intereses políticos estrechos, y los habitantes de Gaza están pagando el precio con sangre, afirmó en la misma red social.
También el legislador Sami Abou Shahadeh denunció los intentos de Lapid y Gantz de “hacer cualquier cosa para mantenerse en el poder, incluido el asesinato de una niña de cinco años”.
Este nuevo crimen de guerra es parte de una campaña electoral inmoral para demostrar que pueden ser tan criminales como (Benjamín) Netanyahu, destacó en alusión al dirigente opositor, quien el pasado año durante su mandato bombardeó la franja de Gaza.
Debido a la parálisis política que vive el país, el 30 de junio la Knesset (parlamento) votó a favor de su disolución y convocó a nuevas elecciones el 1 de noviembre venidero, la quinta desde 2019. Las últimas encuestas consideran que Netanyahu, jefe del ultraderechista Likud, podría retornar al cargo con una coalición de ultraderecha.
Lapid es el ganador político en el país de la operación en Gaza. ¿Pero podrá capitalizarla en votos?, preguntó el diario electrónico The Times of Israel.
El rotativo recuerda que el dirigente del Likud vuelve, una vez más, a presentarse en esta campaña proselitista como el único que puede garantizar la seguridad nacional.
Ese es un tema muy sensible en Israel, y Lapid, expresentador de televisión, carecía de un currículo adecuado en la materia para exhibirlo ante el electorado, coincidió la prensa israelí, que de forma casi unánime alabó la labor del jefe de gobierno durante los 3 días de ataques.
La nueva ola de bombardeos incrementó la presión sobre ese empobrecido territorio.
Según datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, el costo acumulado del bloqueo y de las restricciones económicas totalizaron 16 mil 700 millones de dólares de 2007 a 2018, una cifra equivalente a seis veces el Producto Interno Bruto de la franja.
La organización no gubernamental Oxfam denunció recientemente que el cerco tiene efectos devastadores para la población civil del territorio al limitar la importación de bienes esenciales, incluidos materiales de construcción, así como paralizar el comercio interno palestino y las exportaciones.
Por su parte, Save the Children reveló que cuatro de cada cinco niños en la franja de Gaza viven con depresión, dolor o miedo tras 15 años de bloqueo israelí.
Tel Aviv dificulta o impide a gran parte de los enfermos que viven en la franja de Gaza viajar fuera del enclave costero para recibir tratamiento médico, reveló, a su vez, el Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados.
El pasado año fueron presentadas 15 mil 466 solicitudes para salir del territorio con el fin de recibir atención sanitaria, de las cuales 37 por ciento fueron denegadas, quedaron sin respuesta o estaban “en revisión”, precisó.
Se calcula que más de 1.5 millones de los 2.3 millones de gazatíes viven en la pobreza.
El cierre de las fronteras también provocó el aumento del desempleo que pasó del 23.6 por ciento a 50.2 por ciento, mientras la pobreza creció de un 40 por ciento a 69 por ciento.
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