Carlos Salinas, a lo bestia del entonces recién llegado neoliberalismo económico, con más dosis de autoritarismo y mucho más impunidad para los crímenes políticos (¿te acuerdas, Carlos, del homicidio de Colosio, al que para eliminarlo fue postulado como tu sucesor?), arremetió con las privatizaciones de empresas públicas, entre éstas Telmex que, para su corrupción, escogió a Carlos Slim para la sociedad 50 por ciento para cada quien. Ernesto Zedillo completó el programa de vender lo que restaba del patrimonio nacional y los compradores a cambio le nombraron asesor estadunidenses cuando se fue, con el camuflaje de globalifóbico a la universidad de Yale; pues, bien, Zedillo, el otro criminal desde el poder presidencial (Acteal, Aguas Blancas, El Charco y e1 sitio a los zapatistas), privatizó las fiestas nacionales y se llevó, por ejemplo, a Juárez a encerronas en Los Pinos; pedía cerveza en vaso para que pareciera Sidral y utilizaba los helicópteros militares para que lo llevaran a practicar bicicleta de montaña.
Pero Miguel de La Madrid fue quien se puso a tono con la moda del capitalismo salvaje: las privatizaciones favorecieron a los capitalistas. Ahora, Enrique Peña hace eso con lo que resta de Petróleos Mexicanos (en quiebra) y los yacimientos, que ni ofrecidos al mejor postor y a precio de ganga hacen caminar la “reforma” energética ni las otras 10 que llamó “estructurales”. Entre éstas, la punitiva magisterial, que provocó la resistencia de los maestros. A Peña ya lo tienen encaminado a renunciar después de su cuarto (y último) informe, enfilado a juicio político y denunciado ante la Corte Penal de La Haya (Raymundo Riva Palacio, “¿Terminará Peña en La Haya?”, en El Financiero, 25 de agosto de 2016). Él no halla cómo sacarle la vuelta a las reuniones públicas: con sus asesores encabezados por su vocero, Eduardo Sánchez, inventó una encerrona con 300 jóvenes a quienes pagó el boleto de avión y hospedaje para “dialogar” sobre los “logros” del peñismo en el cuatrienio.
Se puso, pues, un auditorio a modo y en privado con mexicanos adolescentes seleccionados porque aceptaron no cuestionar a Peña. Fue una encerrona en Los Pinos, donde Peña y sus dos familias: la de la sospechosamente suicidada Mónica Pretellini y la de Angélica Rivera, alias la Gaviota de Televisa ya, al parecer, sin la “casa blanca”, pero siempre en las portadas del ¡Hola!, para lucir sus costosas ropas, joyas y viajes (“Tus suntuosos vestidos y los adornos de tu mujer han costado un dineral al tesoro público”: Shakespeare). Criticado y cuestionado duramente en casi todos los frentes… ¡Hasta por los empresarios y el clero político!; y principalmente por los campesinos, los obreros y profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), pues a los del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) los sobornan con aumentos de dinero. Aportaciones que a través del nuevo Elba Esther Gordillo, Juan Díaz de la Torre, mediando petición de información, el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai) ya ordenó enterarnos.
Peña siente lo duro y lo tupido por no solucionar los problemas económicos y sociales. Ni resolver los conflictos políticos. Y por eso ha aumentado el descontento popular como un volcán a punto de estallar en revueltas, que apenas si podrían contenerse con la renuncia de Peña por causa grave, como contempla la Constitución, en su Artículo 86. Y esa causa grave es la corrupción de él, su familia y sus colaboradores; además de su mal gobierno por su probada y comprobada incapacidad política para conducir al Poder Ejecutivo federal, contagiando de esos males a los otros dos poderes –el Judicial y el Legislativo–, y llevando al Estado, con sus más de 120 millones de mexicanos, al despeñadero de una crisis general donde la sangrienta inseguridad, la pobreza y el desempleo están apurando el estallido. Así que la encerrona del mexiquense privatizando actos que deberían ser públicos es otra señal de que la Presidencia de la maltrecha República y las saboteadas democracias (la indirecta muy pervertida representativa, y la directa, acosada militarmente) nos están llevando a la alternativa de la renuncia de Peña o el estallido de cientos de revueltas. Es decir, con la Constitución y la nación, o contra ella por Peña y los peñistas.
Álvaro Cepeda Neri
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: CONTRAPODER]
Contralínea 518 / del 12 al 18 de Diciembre 2016
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