I. Son dos libros que apenas se acercan a las 200 páginas. La autora es Teresa Gil, escritora formada periodísticamente desde que fue reportera en el matutino Diario del Yaqui, cuando éste destacaba con la dirección general de Jesús Corral Ruiz, editado en el municipio de Cajeme y su “capital” Ciudad Obregón, de Sonora. Nació y se hizo, creciendo, en esa geopolítica del noroeste del país. Universitariamente obtuvo su licenciatura en Derecho, en la Unison. Se apasionó por escribir. Y lo ha logrado, como lo muestra y demuestra con estos dos textos. Ella va todavía caminando. Y sus minis y otras pequeñeces: Lo que no se dijo, porque en éste publica breves prosas de ocurrencias literarias con ironías, sarcasmos y cosas que otros pasan desapercibidas, y ella las captura al vuelo para hacernos reflexionar. No leo de este libro ni el prólogo ni la presentación, para que no me lleven a donde quieren quienes hicieron esas notas que debieron ir al final. Miro las imágenes de las portadas y contraportadas de Rodrigo Aridjis. Y la foto de Tere, acreditada a nadie. Y me dispongo a dar lectura a sus versos; unos cortos y otros largos. Me llaman la atención: Limpiar mi casa, Nada había, Sólo eso, Confrontación..
II. Me detengo en su narración: Caciques. Pero le doy lectura a todos sus libros, para adentrarme en lo que ella nos va obsequiando de cuando se aísla para redactar sus mini cuentos; pequeñísimos trabajos de reflexión que nos ofrecen una probada literaria para que cada lector obtenga su lección interpretando el texto. El cortísimo Diario de Catalina y Florencia Carmen, misterioso relato, como sus vampiros. Me supongo que sus minis los ha ido escribiendo, coleccionándolos para después, con su mano de escritora dar forma a sus contenidos que a veces causan sonrisas, otras veces sorpresa y que se van leyendo de un hilo para encantarse con ellos en lo que, contrario al título del libro, son lo que sí se dice; se guardan y luego, tras una nueva revisión-mirada de ella, resuelve que ya están para darse a conocer a los lectores. Teresa, Tere Gil, por sus páginas nos va convidando de su quehacer sobre el escritorio: máquina de escribir o computadora. A veces resultan parábolas (las del Papa son geniales), otras esos chispazos del pensamiento sobre lo que mira y siente, al fin, poetisa y prosista de oficio. Ampliando su horizonte literario con sus lecturas: los filósofos, los zoológicos, la fidelidad-infidelidad, los calamares, las plañideras.
III. En sus libros están sus sentencias-refranes con humor negro para encontrar las dos caras de una palabra. Y respecto de sus minis me fascinó lo del apellido Shakespeare, respecto del cual la esposa de este grande de la literatura, y del cual estamos celebrando los 400 años de su nacimiento, no sabía qué hacer: si agregarlo o no a su nombre, conforme a esa costumbre machista de ponerse Anne Hathaway, y dudar ante el “ser o no ser” del apellido: Shakespeare. Se pasa muy bien el tiempo invertido en los versos y prosas de esto fantástico par de libros, que son vasos comunicantes de literatura. Hay en sus páginas evocaciones sonorenses, que me recordaron las tardes aquellas cuando se regaban las calles (entonces de tierra), y con el vapor y el polvo ascendía un aroma muy peculiar, mientras pasaban las muchachas, las Tere Gil de entonces, y una de ellas es esta que “todavía va caminando (para decirnos) lo que no se dijo”.
Ficha bibliográfica:
Autora: Teresa Gil
Título: Ella va todavía caminando y Lo que no se dijo
Contacto con la autora: [email protected]
Contralínea 487 / del o9 al 14 de Mayo 2016