Con el sometimiento de las rebeliones indígenas en Sinaloa, como en el resto del país, dio inicio un nuevo estatus de carácter colonialista que aún perdura y que envolvió al mundo indígena yoreme en un infierno.
El colonialista de Castilla capitán Diego Martínez de Hurdaide se encargó de someter a los líderes de los pueblos asentados a las orillas del Río Fuerte. La presencia de extraños en su tierra con religión y formas de organización y convivencia impositivas causaba desconfianza y odio que pronto generaban rebeliones de pueblos enteros.
De esta situación da cuenta Lucio Ruiz Bernal en su libro Diego Martínez de Hurdaide. De esta investigación se toman los siguientes datos. Se trata de los líderes yoremes que fueron asesinados por rebelarse ante el dominio colonial.
Mahone: De la etnia de los sinaloas, es el primer mártir mayo del Río Grande (zuaque, actualmente Río Fuerte). Muere ahorcado por el capitán español Diego de Guzmán, en Barotén en 1569. En la asolación y destrucción de la villa de San Juan Bautista de Carapoa, efectuada por los ataques de la confederación de tehuecos y sinaloas, liderada por Mahone en 1569 y en la destrucción de la segunda villa en el valle de Carapoa San Felipe y Santiago de Cinaloa en 1584, triunfó la coalición zuaque-ocoroni. Actualmente es el nombre de una comunidad donde está la cortina de la presa Miguel Hidalgo y Costilla, en el municipio del Fuerte, muy cerca de su cabecera y que sirve para irrigar a todo el Valle del Fuerte.
Nacabeba: En los años de 1593 y 1594 se alzaron contra los españoles los tehuecos, ocoronis, sinaloas, zuaques y níos. La rebelión fue encabezada por el hechicero Nacabeba de los ocoronis (hoy el pueblo de Ocoroni pertenece al municipio de Sinaloa de Leyva), matando al jesuita Gonzalo de Tapia. Nacabeba fue el primer caudillo mayo en la mira del colonialista de Castilla Diego Martínez de Hurdaide. A raíz de esa muerte, Nacabeba fue a refugiarse con los zuaques (vengadores de los indios), pero esta nación guerrera ya había capitulado su guerra contra el yori de Castilla, así que en Mochicahui le fue negada la ayuda que Nacabeba solicitaba. Una vez negado el asilo en Mochicahui, Nacabeba se encaminó con los tehuecos (“hijos del cielo”), quienes les dieron refugio a él y su gente con la condición de que se les diera francas o libres las mujeres. Finalmente al llegar noticias a San Felipe y Santiago de Cinaloa (Hoy Sinaloa de Leyva), que los tehuecos con su caudillo Lanzarote tenían preso a Nacabeba, Hurdaide se fue por él, siendo entregado por el caudillo de los tehuecos a cambio de caballos, espadas y otros artículos que maravillaban a los guerreros tehuecos. Refieren que cuando Hurdaide lo encontró, Nacabeba no había comido en tres días; estaba consumido, angustiado por la suerte y muerte cruel que le esperaba; entonces lo desataron del horcón donde estuvo amarrado y se lo llevaron a lomo de mula a la villa y presidio de San Felipe y Santiago de Cinaloa, fundada a las orillas del río Petatlán, donde fue condenado sumarísimamente a la horca y descuartizado después por cuatro caballos. En la tierra del Gran Cinaro o tierra de la pitahaya los tehuecos, zuaques, sinaloas, huites y tzoes coexistían en libertad, cuando acometieron a fines de 1584 con la coalición zuaque/ocoroni en contra del capitán Pedro de Montoya fundador de la segunda villa erigida en el valle de Carapoa, la villa de San Felipe y Santiago de Sinaloa, pero ya los de Castilla andaban colonizando las tierras del septentrión de la Nueva España. Dicen que lo que más irritaba al Capitán y Justicia Mayor, Diego Martínez de Hurdaide, era la soberbia y arrogancia de los zuaques que otorgaban abrigo a cualquier caudillo indígena o inquietador de los nativos que se enfrentara a los de Castilla.
Taxicora: A finales del siglo XVI los tehuecos se encontraban aliados con los sinaloas, acaudillados por el hechicero Taxicora (cerco roto), quien capitaneaba las tribus septentrionales mayos yoremes, además de ser un gran guerrero que confederó a los sinaloas, tehuecos, zuaques y ocoronis ajusticiando primeramente, en Berebempo, al capitán Pedro de Montoya y 10 soldados. Pedro de Montoya estuvo presente como soldado raso en 1564 cuando Francisco de Ibarra fundó la primigenia villa en el valle de Carapoa, nombrándola Villa de San Juan Bautista de Carapoa. En 1583 regresó a la región del Río Grande (Río Fuerte) y fundó en la porción sur del mismo valle en el rancho de El Altillo, la Villa de San Felipe y Santiago de Sinaloa, misma que después se fundó en lo que hoy es Sinaloa de Leyva. Este segundo nombre en honor al maderista Gabriel Leyva Solana, nativo de esas tierras. Taxicora además subyugó a la pacífica tribu de los ahomes, quitándoles sus niños y mujeres. Los ahomes se encontraban bajo el amparo de la Corona Española, por lo que Hurdaide marchó a las tierras de los tehuecos y capturó 250 mujeres y niños como rehenes por lo que habían hecho Taxicora, para que se salieran de las tierras de los ahomes y devolvieran las mujeres y niños. El jefe Taxicora montaba a caballo retando a los iberos a muerte y a sus guerreros los exhortaba a no creer en los sacerdotes jesuitas que les inculcaban la palabra de Dios. Taxicora se había refugiado con los zuaques en Mochicahui, adonde llegó por él Diego Martínez de Hurdaide. En la captura de Taxicora intervino Luisa, la Cacica de Ocoroni, como conciliadora entre las demandas indígenas y españolas. Algunos dicen que es la traidora, la Malinche de los mayos. Fue llevado prisionero en una mula hasta el fortín de San Felipe y Santiago de Sinaloa, donde fue bautizado y después ahorcado.
Lautaro: De la nación de los sinaloas, defendió a sus hermanos en contra de la opresión española. Los sinaloas eran una tribu que habitaba la parte superior del río donde se fundó el Fuerte de Montesclaros (Carapoa) y contaba con 1 mil familias. San José de Toro era su principal pueblo y comenzaba seis leguas arriba de El Fuerte y Concepción de Baca, cuatro leguas más al norte del mismo río. Lautaro y Babilonio mueren ahorcados también por Hurdaide en San Felipe y Santiago en 1609. El tiempo que peleó Hurdaide contra los mayos llegaba casi a su fin. Lautaro y Babilonio de forma pacífica le fueron entregados en 1609 por los yaquis, abriendo el camino para la paz y socialización integral de las etnias yoremes localizadas entre el río Mocorito al centro de Sinaloa, hasta los linderos del Río Yaqui en el estado de Sonora. Ese mismo año se firma la paz “definitiva” con la tribu Yaquimi.
A Felipe Missi Bachomo (zuaque), el postrero y último líder mayo yoreme, nativo de La Palma, que participó en la Revolución Mexicana del lado villista, lo engañaron ofreciéndole el indulto en Sonora. Fue traicionado y enviado a la Ciudad de México. Otros dicen que sólo estuvo en Guadalajara y de ahí lo regresaron a Mazatlán y después a Culiacán, donde fue sentenciado a muerte. Muere fusilado en Los Mochis, Sinaloa en 1916. Bachomo, líder más contemporáneo, no escapó al destino de sufrir al igual que sus hermanos de sangre que lucharon por libertad de sus pueblos. Todos tuvieron una muerte similar o casi al mismo estilo, pues sus muertes no eran cualquiera: tenían que ser ejemplares desde el punto de vista de los de iberos y de la visión colonial, por ser hombres que representaban pueblos y de lo que se trataba era de someterlos, aún a costa de sus símbolos. La idea era del castigo ejemplar para someter a los pueblos y mandar un mensaje sicológico a los sobrevivientes: que más valía no rebelarse.
Todavía la lucha del yoreme mayo es por liberarse, por ser sujeto de su propio destino.
Bibliografía
Ruiz Bernal, Lucio, Diego Martínez de Hurdaide. Los ajusticiamientos indígenas mayos. Producción e investigación desarrollada por el grupo Tehueco-Cinaroapo, Editores Autónomos, Talleres independientes. 2016.
Guadalupe Espinoza Sauceda*
*Abogado y maestro en desarrollo rural; integrante del Centro de Orientación y Asesoría a Pueblos Indígenas, AC
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ARTÍCULO]