La polémica sobre el matrimonio homosexual ha mostrado que la sociedad de la capital y de buena parte del país es mucho más libre y abierta que hace décadas, pero también que los sectores conservadores tienen más poder que nunca, bajo un gobierno federal controlado por la derecha católica.
Cada día con mayor frecuencia, en calles y otros lugares públicos de la ciudad, parejas homosexuales expresan libremente su afecto, avalando implícitamente las leyes que les han reconocido derechos en la vida íntima y familiar.
En los últimos años, miles de personas han participado en las marchas que anualmente reivindican la diversidad sexual, mientras que los grupos conservadores ya no logran convocar prácticamente a nadie a sus protestas.
La homofobia tiene hoy a sus principales promotores en la jerarquía católica y en gobiernos controlados por la derecha, como el federal y el de Jalisco, que se han opuesto tenazmente al ejercicio de las libertades sexuales.
Por eso la Procuraduría General de la República impugnó ante la Suprema Corte el derecho de las parejas homosexuales a unirse en matrimonio, y a la adopción.
A su vez, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), los sectores conservadores tienen como aliado incondicional al ministro Sergio Aguirre Anguiano y a su presidente, Guillermo Ortiz Mayagoitia, quien al parecer siempre quiere quedar bien con el Ejecutivo.
La jerarquía católica, al igual que otras, condena tajantemente la homosexualidad, pero muchos religiosos tienen prácticas homosexuales, y en algunos han recurrido incluso al abuso para su propio placer, como Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo.
La homofobia de la derecha católica tiene raíces que se remontan a la Colonia, y a la España Medieval, cuando las autoridades civiles y religiosas perseguían la homosexualidad.
En el siglo XX, Salvador Abascal, uno de los principales ideólogos de la ultraderecha católica, y quien defendía la intolerancia que en su momento ejerció la Inquisición, citaba con elogio leyes “cristianas” del siglo VII, como el Fuero Juzgo, que contemplaba la castración de los homosexuales (Salvador Abascal, La espada y la cruz de la evangelización, Tradición, México, 2000).
Abascal elogiaba preceptos de Las partidas de Alfonso X, como: “A los libros y lectores de libros prohibidos, pena de muerte. El sodomita, descomulgado y maldito, es castigado con la castración. Y se les encarcela” [no era concebible una “Comisión Nacional de los Derechos Humanos” protectora de la infame sodomía].
Con una mentalidad similar, muchos de los panistas que desde la década de 1990 llegaron al poder en estados y municipios, y luego en el gobierno federal, fomentaron la homofobia, cuando ese partido ganó la Presidencia en las elecciones de julio de 2000.
A fines de agosto de ese año, en Aguascalientes funcionarios municipales panistas autorizaron la colocación en un balneario de un letrero que prohibía la entrada a “mascotas y homosexuales”. Jorge Álvarez Medina, encargado de Reglamentos de ese ayuntamiento, declaró refiriéndose a los homosexuales: “Estoy en contra de ese tipo de personas. Mientras me encuentre a cargo de los reglamentos municipales, no permitiré el acceso a los homosexuales”.
El 7 de febrero de 2001, el Comité de Orgullo Lésbico Gay de Monterrey exigió a las autoridades estatales detener las redadas homofóbicas. Al día siguiente, en Veracruz, alrededor de 200 travestis y prostitutas tomaron el Palacio Municipal en protesta por recientes operativos policiacos para retirar a sexoservidores de la vía pública, ordenados por el alcalde panista Ramón Gutiérrez de Velasco. Días antes, este funcionario había declarado que no se suspenderían los operativos para retirar de zonas turísticas a homosexuales, prostitutas e indigentes.
En agosto de 2001, la Dirección General de Seguridad Pública Municipal de Ciudad Juárez, al mando del panista Jorge Ostos Castillo, anunció que agentes de su corporación habían videograbado a gays que cometían faltas contra el Bando de Policía y Buen Gobierno, como besarse en lugares públicos.
El 21 del mismo mes, Ernesto Cantú Reséndiz, alcalde de Reynosa, Tamaulipas, anunció redadas contra homosexuales en el centro de la ciudad, para evitar que “se inunde de maricones”.
Hoy en día, dos de los grupos antihomosexuales más conocidos son Courage y Renacer. A diferencia de lo que ocurría en otras épocas, no proclaman abiertamente un rechazo a los homosexuales como personas, pero se oponen a la homosexualidad, con enfoques que van desde la moral de la abstinencia hasta “terapias” para “curar” la atracción hacia el mismo sexo.
Courage, grupo vinculado a la jerarquía católica, fue fundado en Estados Unidos, en 1980, por el sacerdote John Harvey, de la congregación de San Francisco de Sales. Es apoyado por el Vaticano por medio de instancias como el Consejo Pontificio para la Familia. Actúa conjuntamente con Vida Humana Internacional (VHI), trasnacional de grupos antiabortistas, que tiene su sede en Miami y cuya expresión mexicana es el grupo Provida, de Serrano Limón.
En la página web de VHI se afirma: “Vida Humana Internacional apoya y promueve la creación de capítulos Courage en América Latina, donde no hay aún una pastoral dedicada a las personas que sufren debido a su inclinación homosexual”.
En México, Courage apareció hasta 2002, impulsado en Cuernavaca por el benedictino Buenaventura (Donald) Wainwright. En 2005, el grupo se incorporó a las actividades de la Basílica de Guadalupe y actualmente dice contar con 5 mil miembros. Del 2 al 4 de noviembre de 2007, organizó el evento “Camino a la castidad” en un hotel de Guadalajara; también tiene actividad en la llamada “Parroquia Votiva”, en Reforma y Génova, en plena Zona Rosa, que esa parroquia quiere “evangelizar”. En julio de 2010, organizó allí un evento con lemas como “una persona con atracción al mismo sexo puede entrar el cielo”.
El énfasis de Courage, y el de la jerarquía católica, es que los homosexuales y las personas en general no tengan relaciones sexuales. De acuerdo con un miembro de ese grupo, su propósito es fomentar “una vida en castidad… vivir con el amor y en el amor de Cristo” (yorchg.blogspot.com/…/courage-latino-tiene-retiros-para-curar.html).
Ante un auditorio de unas 50 personas, algunas de ellas con camisetas que ostentaban el lema “camino a la castidad”, un sacerdote predicaba contra lo que llamó el “uso irresponsable de la genitalidad”.
Se refería a la abstinencia, a la represión de la sexualidad, como si fuera un proceso de “crecimiento”, y enfatizaba que la gente no debía “desbocarse” buscando el placer en la sexualidad; también recomendaba a los homosexuales que viven en pareja no casarse apelando a las leyes civiles, porque entonces se colocarían en una “situación irregular en la iglesia”.
Es una visión que identifica el bien con la negación de la sexualidad, y el mal con su disfrute, reglas que, por otro lado, se aplicarían sólo a los fieles, a quienes se pide incluso que rechacen sus propios derechos para no disgustar al clero, pero no a los jerarcas de la iglesia.
En la Parroquia Votiva se distribuyen folletos de la Sociedad EVC (El Verdadero Catolicismo), donde se ataca a las agrupaciones de defensa de los homosexuales; se afirma que “suelen desenvolverse en un ambiente sórdido” donde “el vicio es el lazo de unión, no infrecuentemente roto por el crimen” y que su actuar es “pernicioso para sus miembros y para la sociedad en general” (presbítero Adolfo Silva, ¿Abandona la iglesia a los homosexuales?, EVC, 2007, p. 14).
En 2005, surgió en México el grupo Renacer, “Asociación Psicológica Mexicana sobre el tema de la homosexualidad”, que forma parte de la National Association for Research and Therapy of Homosexuality (Asociación Nacional para la Investigación y Terapia de la Homosexualidad), de origen estadunidense, fundada en 1992, para el “tratamiento de personas con atracción al mismo sexo”.
En 2008, Narth organizó un congreso antihomosexual en la ciudad de México, y en 2009, los materiales de Renacer se difundían en el Encuentro de las Familias que tuvo lugar en enero de ese año y que contó con el apoyo de Calderón y de otros funcionarios y dependencias.
Ese tipo de prácticas supuestamente terapéuticas han sido muy criticadas por fomentar sentimientos de culpa en los homosexuales.
Con motivo de la discusión en la SCJN acerca del matrimonio homosexual, Renacer y otros grupos similares salieron a la calle para mostrar su oposición a que los homosexuales puedan tener derechos, como el de casarse y adoptar. En agosto de 2010, una treintena de personas se manifestaron afuera de la SCJN para oponerse a esas reformas; un día antes, en plazas comerciales, el Ángel de la Independencia y afuera del máximo tribunal del país, dichos activistas repartieron volantes alusivos (NotieSe, 4 de agosto de 2010).
Pero hoy en día, más que los grupos conservadores, los propios gobiernos derechistas, empezando por el federal, asumen (agresivamente) el papel de opositores a los derechos de los homosexuales. En un escenario marcado por las alianzas oportunistas entre partidos y por la estrategia priista de congraciarse con la jerarquía católica haciéndole el trabajo sucio que antes recaía sólo en el PAN, es posible que en estados de la república se viva en lo tocante a la homosexualidad una situación similar a la ocurrida con el aborto: que la derecha y sus aliados promuevan persecuciones contra los homosexuales, como han hecho contra las mujeres que abortan, para compensar los avances legales y sociales logrados en el Distrito Federal.
*Maestro en filosofía; estudioso de la derecha política en México
Contralínea 196 / 22 de Agosto de 2010
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