Los “humanitarios” Cascos Blancos se acercan a Venezuela

Los “humanitarios” Cascos Blancos se acercan a Venezuela

Caracas, Venezuela. Los denominados Cascos Blancos, con creada fama de ayuda humanitaria, llegaron a las ciudades colombianas de Cúcuta y Maicao, en la frontera con Venezuela, preámbulo –según analistas– para incriminar a la nación bolivariana e intentar justificar una invasión.

Llegaron a Cúcuta, Colombia. Llegaron a salvar a los “refugiados” venezolanos que viven allá. Llegaron con sus batas de médicos, con sus cascos de marketing, con [la política] Gaby Arellano, con unas carpas para montar su circo mediático, comentó la escritora y periodista venezolana Carola Chávez.

En la frontera, esa agrupación llegó para atender “a medio centenar de personas que no pintan las miserias y penurias que los Cascos Blancos y la mediática mercenaria nos quiere contar [sobre Venezuela]”, acentúa la analista.

El problema de estos señores, aclara, es que ya sabemos lo que hacen: hemos visto el reguero de sangre que dejan a su paso. Son el cinismo, porque se supone que los médicos salvan vidas, pero éstos allanan el camino a la muerte. No son más que terroristas financiados por la Organización del Tratado del Atlántico Norte disfrazados de doctores, escenificadores de operaciones de falsa bandera, prologuistas de bombardeos “humanitarios”.

Estos que llegan ahora a la nación neogranadina son de la misma ralea que los que acompañan en Siria a los grupos terroristas y que en varias oportunidades hicieron montajes. Ahora tal vez se destaquen creando falsos positivos, como los denunciados por el presidente de Venezuela Nicolás Maduro, para incriminar a Venezuela e intentar justificar una invasión.

Asimismo, el analista venezolano Carlos E Lippo –en un reciente comentario en Barómetro Internacional– afirmó que Estados Unidos y el Grupo de Lima buscan usar al grupo de médicos denominado Cascos Blancos como mecanismo para la intervención militar multiestatal contra Venezuela.

La misión médica argentina fue requerida por el gobierno colombiano para ubicarse en la zona fronteriza con sus vecinos, específicamente en Cúcuta y Maicao, con la excusa de atender la salud de los migrantes venezolanos.

Al respecto, la periodista y prestigiosa analista argentina Stella Calloni apuntó que dicha acción está “bajo la coordinación de la Comisión de Cascos Blancos de la Cancillería Argentina, para atender a ‘migrantes venezolanos’ que salieron de su país como consecuencia de la grave situación político-institucional, según señala el comunicado, lo cual es más que dudoso”.

Después de explicar el proyecto médico para la presunta atención a refugiados, indicó que los equipos trabajarán con medicamentos e insumos “donados por los socios de Cascos Blancos del sector privado”, algo parecido a como iniciaron su accionar sus similares “sirios”.

Coincidentemente con ese desplazamiento, el periodista y exministro de Defensa de Venezuela, José Vicente Rangel, denunció el 8 de julio pasado que organismos de seguridad del Estado detectaron que luego del triunfo del candidato Iván Duque aumentaron los peligros en la frontera con la nación neogranadina.

Afirmó Rangel que hay en esa zona un despliegue de movilización del ejército colombiano, varias unidades de infantería, así como actividad en las bases militares estadunidenses ubicadas en la proximidad de la frontera Norte de Venezuela.

A eso se unen informes de que el grupo permanecerá en la frontera hasta diciembre y comenzó con su tarea contra Venezuela mediante declaraciones a las agencias internacionales afianzando la tesis de la “crisis humanitaria”, aseguró Lippo.

Lippo abordó, además, la complicidad del gobierno argentino, que reforzó últimamente su poderío militar. Según él, Buenos Aires está cada vez más propenso a participar en una intervención militar conjunta contra Venezuela, para ayudar a Estados Unidos a “consolidar su patio trasero”.

Adelantó que el momento más auspicioso para activar el dispositivo invasor sería en septiembre, cuando Colombia realizará en Cartagena las maniobras aeronavales conjuntas Unitas Lix, lo que reafirma la pertinencia de denuncias realizadas por medios internacionales y analistas como la argentina Calloni.

Un poco de historia de los cascos blancos

El color blanco históricamente se utiliza para identificar esfuerzos de paz: la bandera blanca, las palomas blancas; pero los Cascos Blancos no se parecen a los Cascos Azules de la Organización de las Naciones Unidas, en ocasiones devenidos intermediarios en zonas de conflictos, aunque a algunos de sus miembros se les imputen problemas por conductas inadecuadas.

Presuntamente los Cascos Blancos surgieron en 2013 como una organización de voluntarios para prestar apoyo a los civiles en la agresión occidental contra el pueblo de Siria.

Así se ganaron fama al atribuirse el salvamento de miles de personas, fueron nominados par de veces para el premio Nóbel de la Paz y una película sobre su labor recibió un premio Óscar en 2016, describen comentaristas de su actuación.

Tienen una imagen fabricada: cuando se escarba en ella se rompe como un cristal, según demostraron evidencias acumuladas que ensombrecen al polémico grupo, el cual a menudo se ve criticado por diferentes organizaciones no gubernamentales, pero jamás por los funcionarios de las naciones de Occidente, según la publicación rusa Sputnik.

Los Cascos Blancos son definidos como “un proyecto propagandista que apoya las ambiciones neocolonialistas” de las potencias occidentales por medio de los grupos extremistas que operan en Siria, indica el medio.

La escenificación de los presuntos ataques con armas químicas de las fuerzas sirias contra civiles, según denuncias, fue montada por estas gentes de batas y cascos blancos, al menos es lo que dicen pobladores pagados y utilizados para esos fines.

Según la periodista Vanessa Beeley, una estudiosa de las actividades “extrañas” de los Cascos Blancos, estos son “sumamente importantes como herramienta de propaganda contra el presidente sirio Bashar al-Assad. Proveen ‘pruebas directas’ del uso de armas químicas u otras matanzas ficticias del Ejército gubernamental para justificar una intervención externa”.

Los Cascos Blancos (¿árabes?) fueron respaldados por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, que asegura haberles apoyado con más de 23 millones de dólares, así como por países miembros de la OTAN (Reino Unido y Dinamarca) y Japón, y organizaciones vinculadas con el magnate George Soros, según medios.

Ahora, cuando los Cascos Blancos “hechos en la Argentina de Mauricio Macri” se desplazan a la frontera de la nación neogranadina con Venezuela, es probable reciban grandes donaciones financieras de Washington, como en su momento la obtuvieron los que actuaban en Siria para apoyar la agresión.

Luis Beatón/Prensa Latina

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