Dos emisarios de la Tribu Yaqui recorrieron una parte del Noroeste de nuestro territorio bajo el mandato de su autoridad tradicional, y durante mayo pasado difundieron en diversas ciudades y comunidades el mensaje de la lucha existencial yaqui. En una de las reuniones informativas en las que participaron, pude conversar con Lauro Baumea Mora y Librado Valenzuela (exgobernador de la Tribu Yaqui y ahora consejero de la autoridad de la misma). Dos yaquis en lucha por la defensa de su territorio y de la que hasta hace poco era su agua. Escuché su mensaje, del que me parece importante reproducir algunos segmentos que retratan el sufrimiento de un pueblo eternamente acosado y el escenario adverso en el que viven, mismo que ya se cierne sobre todos los mexicanos en la batalla por el agua.
Lauro Baumea habló de la adversa situación de sobrevivencia que los yaquis han enfrentado desde hace mucho tiempo: “Venimos con el objetivo de difundir nuestra lucha, de hacer lazos para hacer frentes comunes y preservar nuestros recursos naturales que son agua, tierra, territorio y tener los suficientes recursos para no emigrar a otros lugares, donde no sabemos con qué nos vamos a enfrentar […]. Nuestra lucha tiene desde 2010, vamos para 6 años […]. Ahora la autoridad nos comisionó a mí y a mi compañero Librado […]; nos encomendó venir con ustedes a exponerles nuestra situación. Nosotros históricamente siempre hemos estado en pie de lucha. Siempre hemos vivido guerras existenciales, en donde han buscado exterminarnos como tribu. Hemos vivido deportaciones, donde nos capturaban. Alrededor de 1900, cuando estaba Porfirio Díaz, se llevaban a nuestras familias a Yucatán, como esclavos, a trabajar el henequén. México por primera vez utilizó su Fuerza Aérea contra nosotros para exterminarnos, para quitarnos el territorio. También llegó al grado de ofrecer recompensas por nosotros, nos quitaban las orejas o las manos y con eso ellos [los que los cazaban] demostraban que mataban a un yaqui, y pedían una recompensa por cada mano o cada oreja que llevaban. Hemos vivido tiempos difíciles, hemos buscado sobrevivir, hemos buscado que nuestra raza sea luchadora y proteger nuestros bienes naturales”.
Y con referencia al robo del agua que les han hecho, y cómo eso les ha afectado económica y culturalmente, comentó que: “Nosotros antes, cuando nuestro río, el Río Yaqui, que lleva nuestro nombre, no tenía presas, teníamos una superficie agrícola de más de 80 mil hectáreas. Nos hicieron presas aguas arriba y nos dotaron de derechos para que siguiéramos conservando esa superficie agrícola, pero desgraciadamente ya el agua la controlan ellos [el gobierno], y nos dan el agua que quieren. Entonces esas 80 mil hectáreas se redujeron a poco más de 18 mil hectáreas. Aunado a eso, el río nos lo secaron […]; ese río es muy importante para nosotros, porque ese río también nos da cultura […]; ese río que convida nos da los materiales para hacer nuestras casas. El carrizo es uno de los principales materiales, pero el carrizo necesita grandes cantidades de agua para poder crecer, con el carrizo hacemos nuestras ramadas, donde bailamos nuestras danzas sagradas, la danza del venado. De ahí sacamos los murillos con los que formamos la estructura de la ramada y de ahí salen también las máscaras de pascola, de la raíz del álamo. El álamo solamente se da en el río. El baño de San Juan se realiza en el río, un río seco; se supone que es un bautismo, ahora tenemos que buscar la forma de echarle una pipada a un bajío, para que nuestra costumbre se siga preservando, culturalmente ahí nos han dado. En lo económico sin duda, en lo pesquero también. El que el mar ya no tenga esa intrusión de agua dulce, que en el mar no haya esa mezcla de agua dulce y salada ha hecho que peces, como el mero, desaparecieran o que la extracción del camarón disminuyera: antes se levantaban 300 toneladas por temporada, ahora son menos de 100 toneladas. Antes, ahí, a orillas del río, teníamos nuestras vacas, nuestras chivas, ya no se puede tener tanto ganado, ya es limitado el recurso. Entonces nuestra lucha es una lucha existencial. Una lucha que podría ser un antecedente para las futuras empresas que quieran apoderarse de los recursos. Si nosotros nos doblegamos y entregamos nuestra agua, ellos van a ver que sí se puede apropiarse de recursos en otros lugares, y lo van a hacer, pues a ellos no les interesa la situación del pueblo, de los indígenas, nuestra cultura, nuestro patrimonio; a ellos les interesa su bolsillo solamente. Es por ello que nosotros estamos aquí, en solidaridad, buscando alianzas, para formar frentes comunes y luchar por preservar nuestra vida. Que su lucha sea nuestra lucha y que la lucha nuestra sea de ustedes…”. Al final del discurso de Baumea, Librado, como gobernador vasallo consejero de la autoridad yaqui, nos agradeció en su lengua a los presentes.
Después de más de 1 lustro, continúa su lucha contra la construcción e imposición del Acueducto Independencia en Sonora, obra cuestionable legal y moralmente desde su planeación, misma que implica la negación del acceso al agua a través del Río Yaqui a la tribu del mismo nombre, los yaquis, casi exterminados a finales del siglo antepasado y principios del anterior. Mexicanos asediados y vilipendiados históricamente por diferentes gobiernos, incluidas las últimas administraciones federales y sin duda la actual, que ahora los intenta exterminar quitándoles el acceso al agua y secando su sagrado Río Yaqui, fuente de vida y medio de preservación de su cultura, ellos, los yaquis, siguen haciendo lo que han aprendido a hacer desde sus orígenes, sobrevivir batalla tras batalla, las más cruentas contra su propio gobierno. Ellos siguen librando una lucha existencial, ahora por el agua.
Como en casi todo proceso de apropiación de recursos naturales que lleva a cabo el gobierno mexicano, el trasfondo y las cuestiones legales de la materia implicada –en este caso el agua del Río Yaqui– son soterradas y difusas. De acuerdo con los yaquis, los derechos de agua adquiridos en este caso están aún en litigio, la obra no cuenta con el manifiesto de impacto ambiental (MIA), y todo lo relacionado aún está sujeto a proceso de consulta de su pueblo. Sí, de su pueblo, de la Tribu Yaqui, ya que ellos, como habitantes de las inmediaciones del Río Yaqui, y ancestrales pobladores de Sonora, son en primera y última instancia los dueños y preservadores del medio ambiente y sus recursos naturales.
Desde su puesta en funcionamiento, el Acueducto Independencia ha trasvasado 70 millones de metros cúbicos de agua, lo que debe ser considerado un robo a la Tribu Yaqui. Un atraco que, con la desecación del Río no solamente afecta la ganadería, agricultura y pesca, principales actividades económicas de las que dependen para vivir los yaquis. Además, estrangula y condena al exterminio sus tradiciones, que dependen en gran medida de la fuente de vida y sabiduría que a través del tiempo les ha convidado el Río Yaqui.
Incluso algunos estudios y peritajes llevados a cabo por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) arrojan que: “el Acueducto ocasiona efectos y daños irreparables a la población, en la vida social, en la vida económica y en el aspecto cultural y ambiental. Por lo tanto el Acueducto debe ser cancelado de inmediato en su operación, en acato a la sentencia aclaratoria, que a la propia petición de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Comisión Nacional del Agua (Conagua) sentenció la Suprema Corte de Justicia de la Nación” (www.namakasia.org.mx/es/). Por lo anterior, los yaquis consideran que la permanencia y operación del Acueducto y el estancamiento y alargamiento del conflicto por el vital líquido son consecuencia de la actitud contemplativa del Poder Judicial, el consentimiento de la Conagua y la Semarnat y, sobre todo, debido a la impunidad que impera en torno a los intereses de las inversiones privadas, que apuntan hacia el despojo de los recursos naturales de los pueblos originarios en múltiples rubros, de lo que es cómplice y protector el gobierno federal.
La batalla que desde hace más de 5 años libra la Tribu Yaqui por el acceso al agua se ve hoy en día recrudecida en su contra con la Ley General de Aguas que el gobierno federal pretende ejecutar en todo el país, mediante la cual se limitará el consumo del vital líquido a cada mexicano y se facilitará a las empresas nacionales y trasnacionales el manejo de la infraestructura hidráulica, que a todos como mexicanos nos ha costado erigir y poner a funcionar a través de los años. Con lo que el costo de acceso a menos agua se verá incrementado. Es así que hoy la lucha de la Tribu Yaqui por el acceso al agua es una gesta heroica que debemos abrazar y acompañar todos los mexicanos, porque sin duda el conflicto por el vital líquido, tarde o temprano, llegará a nuestro grifo de agua.
Es el marco de esta ofensiva gubernamental contra los derechos humanos de los mexicanos –pues el derecho al acceso al agua es fundamental para la vida– y toda la maquinaria del poder privatizador que el gobierno en sus diferentes niveles está instrumentando a favor de las grandes compañías nacionales y trasnacionales, coartando con ello los derechos fundamentales de los mexicanos, ya sean sociales, económicos, ambientales y/o políticos. En momentos en que gran parte del país está a la venta o ya ha sido cedido en concesiones de diversa índole para la explotación de nuestros recursos naturales, es cuando se está librando la lucha existencial yaqui, misma que si no retomamos todos y ayudamos a ganar, se convertirá en una batalla perdida y en nuestro fin. El asedio gubernamental contra los yaquis no solamente se ha llevado a cabo en la limitación del acceso al agua: ha alcanzado niveles de agresión elevados, ejercidos mediante la intimidación, persecución, agresión y criminalización de la protesta social, que hace 9 meses llevó a las autoridades a encarcelar a Fernando Jiménez Gutiérrez, miembro de la Milicia Tradicional Yaqui; a Mario Luna Romero, secretario y vocero del pueblo de Vícam, Sonora. Presos políticos y de conciencia que el régimen actual ha generado y que debe liberar sin mayor contemplación.
La Caravana Nacional por el Agua, el Territorio, el Trabajo y la Vida, a la que la Tribu Yaqui convocó, y en la cual participaron más de 250 organizaciones, cubriendo cinco rutas recorridas por miles de mexicanos, que partieron de Chiapas, Oaxaca, Coahuila, Chihuahua, y desde territorio yaqui en Vícam, Sonora, recorrió 27 estados de la República, pasando por 77 localidades. Y es que los yaquis mandaron emisarios a diferentes puntos del país para informar a la gente de su lucha existencial y formar alianzas con aquellas organizaciones, comunidades y grupos que están luchando por sus derechos fundamentales y en contra de la economía del despojo y la criminalización de la protesta social. Caravana que llegó a la Ciudad de México el 22 de mayo pasado, y cuya masiva movilización evidenció que el gobierno desprotege a sus “gobernados” para privilegiar intereses económicos de particulares nacionales y extranjeros, y que con ello falta a su responsabilidad de velar por sus ciudadanos y la población en general. Pero además de lo evidente, la Caravana demostró que en México ya se vive una enorme crisis por el acceso al agua y el territorio. Lo que no solamente pone en riesgo la existencia de pueblos originarios como el Yaqui, sino la existencia de millones de mexicanos del campo y la ciudad. Al poner de manifiesto que se debe articular un proceso nacional en torno a la defensa del agua, en el que se gesten amparos colectivos contra la iniciativa de la Ley General de Aguas, impulsando así una política emanada del pueblo para la reapropiación del agua, en una lucha existencial que para el pueblo yaqui ha sido el batallar del día a día desde sus orígenes y que para otros hoy ya es una realidad.
Roberto E Galindo Domínguez*
*Maestro en ciencias en exploración y geofísica marina, licenciado en arqueología especializado en contextos sumergidos y buzo profesional; licenciado en letras hispánicas, licenciado en diseño gráfico. Integrante de la Red de Talleres de Crónica A Ustedes les Consta
[OPINIÓN]
Contralínea 441 / del 15 al 21 de Junio 2015