Necesario cambio de la subdirectora de arqueología subacuática del INAH

Necesario cambio de la subdirectora de arqueología subacuática del INAH

El desarrollo de la arqueología subacuática en México ha sido impulsado desde finales de la década de 1970 y desarrollado desde 1980 con la creación del entonces llamado Departamento de Arqueología Subacuática, dependencia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y que posteriormente sería rebautizada como Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS). Desde su creación, la SAS ha sido liderada por la maestra Pilar Luna Erreguerena, quien indudablemente impulsó esta vertiente de la arqueología en la etapa de creación del Departamento, contando con la colaboración de diferentes instancias y personajes del ámbito académico; participantes que en breve debieron alejarse de la subdisciplina debido a la ambición de Luna por controlar el ejercicio de la profesión. Casos como el del arqueólogo Rafael Alducin, que en paz descanse, y la doctora Elsa Hernández Pons, entre otros investigadores de la década de 1980, han quedado ya registrados en notas de la revista Proceso y este semanario, pero no fueron los únicos; ha habido muchos otros colaboradores en las décadas subsecuentes que han pasado por la SAS y que han debido abandonarla como resultado de los manejos de Luna.

De esos otros investigadores que han desfilado por la SAS sólo la maestra Carmen Rojas Sandoval logró permanecer en el INAH y seguir haciendo arqueología subacuática, en este caso adscrita al centro INAH de Quintana Roo y en cuyos proyectos de investigación ha integrado a algunos excolaboradores de la SAS, formando un grupo que realiza arqueología subacuática en cenotes de Quintana Roo y cuyos resultados en algunas investigaciones al respecto fueron presentados en noviembre del año pasado en el Museo Nacional de Antropología en el marco del VII Simposio Internacional El Hombre Temprano en América. En el que, por cierto, no participó ningún miembro de la SAS directamente, aunque se advirtió la presencia de Luna entre el auditorio, con motivo de la conferencia magistral referente a las investigaciones de Hoyo Negro, dictada por el doctor James C Chatters el mismo día que se presentaron las ponencias de Rojas Sandoval, Arturo González y Jerónimo Avilés; estos dos últimos excolaboradores de la SAS. Coloquio en el que fue evidente la ruptura entre ese grupo y Luna Erreguerena. Pero el resto de los arqueólogos que laboraron en diferentes momentos en la SAS debieron alejarse de la subdisciplina, al menos a nivel nacional.

Algunos de ellos se han visto limitados para realizar exploraciones subacuáticas e investigaciones relacionadas en México después de haber sido colaboradores de la SAS, y se han enfocado en aspectos teórico-metodológicos, como es el caso del doctor Jorge M Herrera Tovar, quien trabajara con Luna en la segunda mitad de la década de 1990 y quien desde hace tiempo realiza estudios de posgrado sobre arqueología marítima en Europa. Asimismo, otros simplemente dirigieron sus estudios de posgrado hacia la historia naval, como el caso de la maestra Vera Moya, que colaborara con la dependencia desde finales de la década de 1990 y hasta 2010, quien es la coordinadora del mayor logro académico de la SAS publicado hasta ahora: Arqueología marítima en México. Estudios interdisciplinarios en torno al patrimonio cultural sumergido, Colección Arqueología, Serie Logos, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes-INAH, 2012.

Se tiene el caso único de un arqueólogo investigador que en su momento estuvo adscrito a la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY): se avocó a la exploración de cenotes y cuevas sumergidas y que ante el incremento de su popularidad en el ámbito y con el respaldo de universidades europeas como la Norwegian Science and Technology University, así como de la National Geographic Society (NGS) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) logró obtener del INAH el permiso para explorar e investigar más a profundidad esos cuerpos de agua en la Península de Yucatán. Me refiero al doctor Guillermo de Anda, quien además de ser el único mexicano nombrado explorador de la NGS y miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, se ha convertido por méritos propios en una autoridad en la arqueología subacuática, al menos en el ámbito de los cenotes y cuevas sumergidas. Su caso es muy particular, pues él ha sido director de un proyecto de arqueología subacuática sin pertenecer al INAH, aunque su formación como arqueólogo la realizó en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, y desde 1994 se acercó a la SAS con el interés de colaborar y, por una u otra razón, no le fue posible integrarse al equipo de Luna, aunque en esa época aportó valiosa información de diversos cenotes a la dependencia.

¿Y por qué el recuento de los investigadores directa o indirectamente relacionados a la arqueología subacuática del país y en el extranjero y sobre todo de aquellos que aún siguen en activo? Pues porque como escribí en la edición 403 de este semanario en el artículo “Arqueología subacuática mexicana: el monopolio se ha roto”, el monopolio ejercido por Luna Erreguerena en la arqueología subacuática se está acabando y han emergido grupos como el de Rojas Sandoval, o el que ha logrado integrar De Anda con alumnos de la UADY y colaboraciones desde Europa y de reconocidos integrantes de la NGS, y porque con el monopolio resquebrajado viene sin duda el fin del periodo de Luna Erreguerena al frente de la SAS. Además de que su avanzada edad y su frágil salud la alejan cada vez más de la subdisciplina, es sabido que difícilmente se presenta a las oficinas de la SAS en la calle Moneda, 16, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Y que son sus colaboradores cercanos los que se han hecho cargo de la mayor parte de las actividades de la dependencia; algunos que no son arqueólogos, como la maestra Flor de María Trejo, de formación etnohistoriadora e historiadora; otros que son pasantes en arqueología como Laura Carrillo, que dirige algunos proyectos; el doctor Roberto Junco, quien, aunque ha realizado estudios de posgrado en arqueología, su formación inicial es en otra área; o Helena Barba, desde Campeche, quien aunque es licenciada en arqueología, su reputación académica y su proceder administrativo dejan mucho que desear (como he dejado en claro en los números 375, 363 y 343 de este semanario).

Por lo tanto, el momento de designar un nuevo representante de la SAS no es muy lejano, si no es que incluso ahora ya se está analizando quién podría ser el sucesor de Luna, pues su ausencia de los medios de difusión en el último año ha sido muy notoria, aunque esto es una suposición. Principalmente después de la presentación de la exploración de Hoyo Negro y la investigación de los restos óseos de Naia, que convocó a diversos exploradores, académicos e incluso a la directora del INAH, Teresa Franco (www.inah.gob.mx/boletin/17-arqueologia/7185-encuentran-en-hoyo-negro-nuevas-posibilidades-para-estudiar-el-origen-del-hombre-americano ; www.youtube.com/watch?v=mvO-dgNYWwM y www.youtube.com/watch?v=9mXLKLdR0qo ); investigación en su momento manejada como la panacea de la arqueología subacuática en cenotes y de la que se han ido conociendo diversas particularidades ocurridas durante la exploración, el registro y la extracción de los invaluables restos de Naia, de lo que hablaré en otro momento. Por lo pronto, para acercarse al asunto, ver en la prestigiada revista científica Science la controversia académica en torno a los resultados de la investigación: www.sciencemag.org/content/344/6185/750 ; www.sciencemag.org/content/347/6224/835.1.full  y www.sciencemag.org/content/347/6224/835. 2.full .

La ausencia de Luna en los medios de difusión y sobre todo aquellos dedicados a la exploración y en particular a la arqueología subacuática llama particularmente la atención en la serie Por el planeta. Las venas de la Tierra, de Televisa, presentada en la semana del 23 al 27 de febrero pasado en noticieros Televisa en el espacio de Carlos Loret de Mola. Serie en la que se presentó el panorama de investigación actual de la arqueología subacuática en cenotes y cuevas sumergidas de la Península de Yucatán. La ausencia de Luna o de algún integrante de la SAS es claramente un síntoma de la ruptura del monopolio de más de 30 años en la arqueología subacuática en México. Por otro lado, el dominio de Guillermo de Anda y su colaborador Dante García Sedano, arqueólogo subacuático egresado de la UADY, en la explicación académica de la exploración e interpretación de la parte cultural de los cenotes, así como la participación de Adriana Velázquez, directora del INAH Quintana Roo, en el mismo sentido, abundando en las exploraciones del cenote Calaveras hechas por Carmen Rojas, sólo constatan lo que he venido mencionando: el monopolio se ha roto y se abre paso a una nueva etapa de la arqueología subacuática mexicana, en la que los centros INAH estatales tendrán más preponderancia.

Queda claro que la elección del nuevo representante de la SAS vendrá de las más altas esferas del INAH, y en este sentido la directora, Teresa Franco, y sus subalternos deberán tener muy en cuenta que el perfil de la persona que sea el o la nueva subdirectora, además de ser altamente calificada en cuanto a la arqueología se refiere, también deberá ser físicamente apta para poder realizar la exploración y la supervisión de los trabajos subacuáticos, si no de todos, al menos de los más trascendentes si no quieren que se repitan excavaciones, manipulaciones y/o extracciones de importantes restos culturales y/o paleontológicos sumergidos por personas que no sean arqueólogos bajo el pretexto de que en México no hay arqueólogos capacitados para ello; como sucedió con los restos de Naia en Hoyo Negro, registro y extracción “supervisada” por Luna, pero desde superficie. ¿O es que en México personas de otras nacionalidades y de diversas profesiones pueden venir a realizar el trabajo de arqueólogos subacuáticos de sobra capacitados en buceo técnico de cenotes y cuevas sumergidas como De Anda? Aquí la pregunta es por qué Luna no integró a De Anda o a Rojas Sandoval en un proyecto tan relevante. Los colaboradores extranjeros y nacionales que no sean arqueólogos, por más que tengan experiencia como buzos y en su caso una gran cantidad de cursos de buceo arqueológico, no deben realizar excavaciones y/o extracciones de materiales arqueológicos y/o paleontológicos sin la supervisión directa de un arqueólogo subacuático mexicano. Además el o la nueva subdirectora deberá entender las sofisticadas y nuevas tecnologías de exploración y registro subacuático, que son una herramienta fundamental para el trabajo de investigación en la arqueología subacuática, y por supuesto tener una credibilidad académica y administrativas probadas. Cualidades y aptitudes que pocos de los mencionados arriba reúnen.

De ser la elección del nuevo o la nueva subdirectora entre los incondicionales de Luna, o de alguien relacionado fuertemente con estos, se corre el riesgo de dar una especie de continuidad al monopolio ejercido durante más de 30 años, cayendo nuevamente en la nula formación de cuadros y evitando con ello el enriquecimiento de los trabajos de investigación. En 2014 la SAS contaba con poco más de 30 trabajadores de diversas disciplinas incluidos administrativos, de los cuales alrededor de una docena eran arqueólogos (dos de ellos extranjeros), la mayoría no titulados y de éstos un puñado tiene una relación laboral anterior a 2010, de los cuales dos son pasantes, lo que indica que en la SAS la permanencia y especialización de los arqueólogos subacuáticos es escaza, lo que sin duda ha propiciado a lo largo de 3 décadas y media la ruptura entre sus miembros y la formación de otros grupos que nunca se han visto como complementarios entre sí, sino como antagónicos en la investigación por territorios y especialidades.

De ser el elegido uno de los exmiembros de la SAS cuya relación con los integrantes de esta dependencia sea adversa, se corre el riesgo de promover el revanchismo académico y personal en una materia que, más allá de los egos y de los objetivos personales de los posibles candidatos, reviste de la mayor importancia para el interés público e incluso estratégico de la nación por la relevancia histórica que esta investigación conlleva y por el valor económico que muchos de sus objetos de estudio implica, como el hasta ahora no encontrado pecio del Juncal, búsqueda en la que además de haber invertido años y empleado cuantiosos recursos económicos, Luna ha concedido a extranjeros datos invaluables sobre el mapeo magnético de nuestro fondo marino, y que todo parece indicar continuará sin ser localizado aún mucho después de la salida de Luna de la dependencia. Los mexicanos seguimos esperando los resultados de la exploración geofísica realizada por Luna y su equipo en 2012 a bordo del buque oceanográfico El Puma, de la UNAM, para la búsqueda del Juncal.

A mi entender, lo más sabio y sano para la subdisciplina es que el nuevo subdirector o subdirectora, además de ser licenciado en arqueología, tenga al menos el mismo nivel académico de Luna, y si es superior mejor aún; posea una larga trayectoria de investigación en el ámbito, experiencia probada y capacidad física para el trabajo subacuático. Pero ésta solamente es mi humilde opinión: las reflexiones y la decisión final al respecto seguramente será tomada concienzudamente y en favor del mejor futuro para la subdisciplina. Una tarea que no debe revestir mayor transe para los directivos del INAH, si conocen el devenir de la SAS, la situación en que se encuentra la arqueología subacuática a nivel nacional, los perfiles académicos y los antecedentes laborales de aquellos que pudieran ser candidatos al cargo, incluidos los conflictos académicos entre miembros, exmiembros y colaboradores, principalmente de todos estos con Luna Erreguerena. Como refirió Luna en una entrevista para al diario español ABC: “Mientras yo viva en México lucharemos contra los cazatesoros” (www.abc.es/cultura/20121210/abci-pilar-luna-cazatesoros-juncal-201212100209.html ); y así será aun después de su salida de la dependencia si la elección del nuevo encargado de la SAS es un acierto por parte de las autoridades del INAH. Cambio que es necesario desde hace ya mucho tiempo.

Roberto E Galindo Domínguez*

*Maestro en ciencias en exploración y geofísica marina, licenciado en arqueología especializado en contextos sumergidos y buzo profesional; licenciado en letras hispánicas, licenciado en diseño gráfico. Integrante de la Red de Talleres de Crónica A Ustedes les Consta

 

 

 

Contralínea 429 / del 22 al 28 de Marzo 2015