Ese informe dice que hasta el momento los gobiernos estatal y federal sólo reconocen 7 muertos a consecuencia de esos hechos de violencia ocurridos en aquel fin de semana violento, pero la cifra real fue de 23, y la mayor parte de estas personas fallecidas al parecer eran integrantes del Cártel de Los Caballeros Templarios. Los muertos reconocidos por ambos gobiernos son 2 que fallecieron durante un enfrentamiento en Turicato y 5 por los hechos ocurridos en Apatzingán aquel sábado 26 de octubre.
“Ese día fueron localizados en el municipio de La Piedad los cuerpos sin vida de otras cinco personas del sexo masculino, los cuales se encontraban en el interior de una camioneta tipo Van, marca Express, color azul, con placas de circulación ZAC04024. Ya se logró identificar a estas personas, resultando que eran jornaleros originarios del municipio de Tlapa de Comonfort, Guerrero, quienes trabajaban desde hace algunas semanas en campos agrícolas de Yurécuaro. Su ejecución se debió al parecer porque no obedecieron la orden de detenerse por parte de sicarios que les marcaron el alto, quienes ante esa negativa dispararon de manera indiscriminada sobre la camioneta en la que se transportaban”, señala la nota informativa oficial.
También ese mates negro por la violencia fue incendiado un camión tipo tortón a la salida de Apatzingán, rumbo al municipios de la Aguililla, históricamente controlado por el narcotráfico, sin que se registraran víctimas por este incidente.
Por los hechos de violencia ocurridos ese fin de semana hay tres sujetos detenidos, miembros de Los Caballeros Templarios, quienes fueron capturados la noche del domingo 27 en Lázaro Cárdenas, Michoacán, tras una persecución por parte de agentes de la Policía Federal que originó que el vehículo en el que se transportaban se volcara.
La principal línea de investigación sobre los atentados contra la CFE y las gasolinerías apunta hacia el Cártel de Los Caballeros Templarios, como revancha por las bajas que sufrieron durante los enfrentamientos ocurridos aquel sábado 26 de octubre en Apatzíngán y Turicato.
El informe de inteligencia agrega que “aunque también existe la versión no validada, aún que esta acción obedece al regreso de Fausto Vallejo a la gubernatura de Michoacán, ya que supuestamente Los Caballeros Templarios habrían hecho amarres con colaboradores cercanos del gobernador interino Jesús Reyna García”.
Otra línea de investigación apunta a que “los atentados contra instalaciones de la CFE y las gasolinerías podrían haber sido obra de grupos subversivos que operan en la entidad, específicamente el Ejército Popular Revolucionario (EPR), debido a la exactitud cronométrica con que fueron realizados los atentados en 12 municipios de la entidad, a la misma hora y con alto grado de precisión”.
“No se descarta que células de estos grupos subversivos pudieran haber establecido ya una alianza en Michoacán con Los Caballeros Templarios para realizar acciones de saboteo y de terrorismo en contra de instalaciones de los distintos niveles de gobierno y la iniciativa privada. Esta hipotética alianza podría extenderse a otros grupos delictivos que operan en distintas entidades del país, por lo que es factible que hechos similares de violencia pudieran ocurrir en otras partes en el transcurso de las próximas semanas”, afirma el documento.
Los hechos ocurridos en Michoacán se enmarcan dentro de la sangrienta disputa que mantienen por el control de esa plaza dos bloques de grupos delictivos: por una parte Los Caballeros Templarios, que hasta el momento mantienen el control de la mayoría del territorio de Michoacán, y quienes tienen el apoyo de los cárteles de Sinaloa, de La Resistencia y del Cártel del Golfo. El otro bloque está encabezado por La Familia Michoacana, que cuenta con el apoyo de Los Zetas y del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Esta disputa se remonta al 2011, fecha en que se formó el Cártel de Los Caballeros Templarios, como una escisión del Cártel de La Familia Michoacana, tras la muerte de Nazario Moreno "El Chayo", quien era el principal mando de este último grupo delictivo. A partir de entonces ambos grupos iniciaron una feroz disputa por el control de Michoacán y de otras entidades donde tienen presencia.
Actualmente los principales mandos del Cártel de Los Caballeros Templarios son: Servando Gómez Martínez "La Tuta", quien es la cabeza de este cártel; Dionicio Loya Plancarte "El Tío", que controla la región que va de Apatzingán y Tepalcatepec hasta Huetamo, y quien es el principal contacto con los cuerpos policiales y autoridades del sector justicia; Ignacio Rentería Andrade y Enrique Plancarte Solís "El Kike", que controlan la zona de Uruapan y Lázaro Cárdenas; Alfonso Chávez Ruiz, y Samer José Servín Juárez "El Inge", quien es el operador financiero de este cártel.
Los Caballeros Templarios tienen su base principal de operaciones en Michoacán, pero se han logrado expandir a otras entidades, teniendo ya presencia importante en Guerrero, Estado de México, Chiapas, Jalisco, Nayarit, Colima, Guanajuato, Querétaro, Baja California e incluso en Tamaulipas.
Se sabe que el contacto inicial entre Los Caballeros Templarios y el Cártel de Sinaloa se hizo por conducto de Annel Villeta Noriega Ríos "La Chula" o "La Bonita", quien era la operadora de este cártel en Los Ángeles y otras ciudades de California; y quien se contactó directamente con Juan José Esparragoza "El Azul" para establecer la comunicación y colaboración con el Cártel de Sinaloa.
Existe preocupación en los gobiernos federal y estatal porque se tienen informes que este tipo de atentados continuarán y podrían presentarse también en otras entidades. También se tienen informes en el sentido de que el Obispo de Apatzingán, Miguel Patiño Velázquez, ha recibido amenazas por parte de Los Caballeros Templarios por las declaraciones que ha formulado en relación con la grave situación de seguridad que se vive en Michoacán y por la actividad de los grupos delictivos que operan en esa entidad.