Categorías: Opinión

Oportunismo priísta: Peña Nieto en el Vaticano

Publicado por
Edgar González Ruiz *

 

La reciente visita de Peña Nieto al Vaticano evidencia su propio oportunismo, a la vez que augura políticas contrarias al Estado laico en nuestro país.

De acuerdo con las crónicas periodísticas de la reunión, Peña Nieto y el papa Francisco pasaron “revista a algunos aspectos de la vida del país, entre ellos las numerosas reformas emprendidas y, en particular, la constitucional, que concierne a la libertad religiosa” ( http://mexico.cnn.com/nacional/2014/06/07/pena-nieto-papa-vaticano-playera-tri-seleccion-virgen-guadalupe ).

Ése es precisamente uno de los aspectos más peligrosos del acercamiento de Peña Nieto con el papa, pues en 2012 se reformó la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para modificar el Artículo 24 e implantar, a gusto del clero católico, la llamada “libertad religiosa”, que permitiría la total intervención de la Iglesia en la vida pública y en las instituciones, incluyendo la educación religiosa en las escuelas públicas y la injerencia del clero en la milicia.

Seguramente uno de los frutos de ese acercamiento será acelerar la aplicación de dicha reforma, opuesta a la separación entre la Iglesia y el Estado.

Además de entregarle algunos regalos alusivos al futbol, Peña Nieto lo invitó a visitar nuestro país, lo cual aceptó el papa pero sin especificar una fecha.

Comentó Peña Nieto: “A partir de haber aceptado la invitación, seguramente él encontrará el espacio para poder personalmente hacer sentir el aprecio y el afecto que tiene para con el pueblo de México”.

También afirmó: “Sin duda esto es motivo de gran alegría. Le he expresado que el pueblo de México es sin duda en su mayoría católico, a lo que él ha respondido que es católico pero que es especialmente guadalupano, y que tiene un cariño especial por el pueblo mexicano” (http://www.aciprensa.com/noticias/el-papa-francisco-acepta-invitacion-del-presidente-pena-para-visitar-mexico-96756/ ).

Es por sí cuestionable que Peña Nieto se haya tomado la libertad de invitar al papa en nombre del pueblo de México en general, donde también se escuchan muchos puntos de vista críticos sobre el pontífice y sobre la Iglesia, y donde muchas personas pertenecen a otras religiones además de la católica, y por lo tanto no son papistas…

Igualmente discutible es su afirmación de que “el pueblo de México es sin duda en su mayoría católico”.

Ciertamente muchos mexicanos somos bautizados y una mayoría aparece como católica en los datos censales, pero no se trata de un catolicismo practicante; muchos hemos abandonado totalmente esas creencias y otras personas se limitan a un catolicismo que se manifiesta sólo en acontecimientos sociales, como las bodas y los bautizos, o en el culto a los santos y el guadalupanismo.

El pueblo mexicano, especialmente en lugares como la capital de la República, ha expresado en los hechos su distanciamiento de las doctrinas y de la autoridad espiritual que pretende detentar la jerarquía católica, en casos como la despenalización del aborto, aprobada en la Ciudad de México en 2007 contra la voluntad del clero, pero con el apoyo del pueblo.

Esto es algo que al parecer no comprenden muchos políticos, entre ellos el propio Peña Nieto e incluso personajes de la izquierda, que piensan que el número de bautizados equivale al de católicos militantes, imbuidos de las doctrinas del Vaticano: bautizados pueden ser muchos, católicos militantes hay muy pocos, y su presencia se limita a entidades como Guanajuato, el único lugar que visitó Benedicto XVI en 2012, y cuya visita, incluso allí, fue bastante deslucida.

Mediante un cálculo torpe y simplista, sin duda Peña Nieto cree que la visita del papa puede aumentar su propia popularidad y así constituir un apoyo importante para su gobierno, pero en los hechos el resultado podría resultarle incluso contraproducente.

Ya no vivimos en la época de los cristeros, cuando el clero lograba reunir hordas de fanáticos dispuestos a matar a sus enemigos, ni siquiera en el mundo de las décadas de 1980 y 1990, cuando Salinas usó en su propio beneficio las dotes mediáticas de Juan Pablo II.

El tono en que Peña Nieto se refirió a la posible visita de Bergoglio a México evoca la actitud y la retórica de Carlos Salinas de Gortari, cuando reiteradamente invitó al papa a visitar México como una evidente maniobra para legitimarse luego del fraude electoral de 1988, y para ganar el apoyo pontificio a sus reformas entreguistas que él llamaba “modernizadoras”.

La pérdida del poder de convocatoria del clero, y del papa en particular, quedó de manifiesto hace apenas unos meses, cuando las contradictorias canonizaciones de Juan Pablo II y de Juan XXIII cosecharon sólo indiferencia, cuando no reacciones adversas en internet, dado el papel de Wojtyla como protector del pederasta Marcial Maciel.

Por fortuna ya pasó la época en que la gente creía a pie juntillas los mensajes de los medios convencionales, y en que la televisión, siempre proclerical, inducía en las masas la admiración hacia el pontífice.

Por el contrario, una de las reacciones a la visita de Benedicto XVI en 2012 fue una atractiva protesta en el Ángel de la Independencia encabezada por universitarias en topless.

Por su parte, a pesar de su retórica tramposa y de sus alardes mediáticos, el papa Francisco no ha cosechado la popularidad que esperaban algunos, ni tiene en esta época posibilidades de ser un sucedáneo de lo que fue Juan Pablo II hace unas décadas.

A tono con el oportunismo de Peña Nieto, Miguel Ángel Mancera también se ha mostrado sumamente interesado en complacer a Norberto Rivera, como si eso le fuera a granjear simpatías entre los capitalinos, al grado de que a finales de mayo pasado, autoridades del gobierno del Distrito Federal anunciaron que personalmente le entregarían a Norberto Rivera su tarjeta de la tercera edad, cuando lo que se necesita es un gobierno firme ante las presiones clericales, como fue el de Marcelo Ebrard.

En suma, con su actitud de congraciarse con el clero católico, los funcionarios transitan por un camino que no beneficiará su imagen, pero que sí será muy perjudicial para México.

*Maestro en filosofía; especialista en estudios acerca de la derecha política en México

 

 

 Contralínea 392 / 29 de Junio al 05 de Julio

 

 

 

 

 

 

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