Éste ha sido, prácticamente, el último informe de Peña sobre su pésimo gobierno federal. Los más de 120 millones de mexicanos, a excepción de los multimillonarios que encabeza Slim y cuya voracidad es incontenible, están sobreviviendo al desastre peñista. Ha endeudado al país como en tiempos del traidor y ratero Santa Anna y el depredador Salinas de Gortari –ver información de la reportera Belén Rodríguez en: “Cerrará el sexenio con deuda récord” (Reforma, l de septiembre de 2017)–. Es un robo bestial, porque ese dinero no lo muestran las inversiones. Peña ha gastado en la corrupción de su publicidad, sus funcionarios, sus fiestas y reuniones en Los Pinos; sus viajes inútiles. Abandonó al campo y permitió que el Tratado de Libre Comercio (TLC) favoreciera a los grandes empresarios y banqueros. Hay 53 millones de pobres, y 9 millones muriendo de hambre; mientras el desempleo tiene en la informalidad a 40 millones y 10 millones han de robar para sobrevivir. Y qué decir de la sangrienta inseguridad, que él mismo –dándoselas de veraz– reconoce que es peor que en Siria.
Peña es ya el peor de los presidentes del montón que han ido desgraciando a los mexicanos, hasta ponernos de rodillas ante Trump quien, viendo la mediocridad de Peña, insulta a los mexicanos, destierra de su país a los inmigrantes y nos hará pagar la construcción de su famoso muro. Peña no ha resuelto ningún problema: los 43 de Ayotzinapa, la guardería ABC, los feminicidios (en el Estado de México son una barbarie), los secuestros, fusilamientos, desapariciones y el narcotráfico; sus desgobernadores ladrones y complicidades con el PRD y el PAN, mientras ataca a Morena y ordena al Tribunal Federal Electoral que permita la publicidad a discreción.
Sigue con su alianza-complicidad con Calderón, Fox y Salinas. Y también con Slim. La política económica, anclada en el neoliberalismo económico del capitalismo salvaje, tiene a los mexicanos en la miseria total. Nos miente diariamente; y lo hace con su espectáculo del informe anual: un circo en Palacio Nacional rodeado de sus empresarios, los patrones esclavistas, los banqueros robando. El régimen oligárquico, despótico y tiránico de Peña deja al país en la desgracia social; manteniendo a Ruiz Esparza y solapando a la delincuencia del sindicato de Pemex.
Estamos a punto de una escalada de rebeliones sociales, por tantas injusticias, la corrupción de la PGR, de los jueces, de los senadores y diputados apoyando los intereses de Peña y su grupo. Ha impedido elecciones libres y busca imponer sucesor con su PRI, los del PAN de Calderón y del PRD de Los Chuchos. Así que estamos los mexicanos en el fondo del socavón del mal gobierno peñista, que igual que los implacables fenómenos naturales: huracanes, ciclones y terremotos, acelerados por el cambio climático, han devastado nuestro territorio. Miles de mexicanos han sido destruidos por los “huracanes y ciclones” en que se han convertido los desgobernadores rateros y el priismo-peñista, para dejarlos en una mayor y catastrófica miseria.
Hay regiones como la de Juchitán, sepultadas en una destrucción total, por el sismo de más de 8 grados Richter, con escenas de ruina total con casi 100 muertos y otros tantos desaparecidos. Somos un país con estragos semejantes al terremoto de 1985, para no evocar otros, causados por las placas (nos dicen los que de ello saben: geólogos, sobre todo) que en el océano Pacífico, presionan las costas de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Jalisco. Y si a eso sumamos a los corruptos desgobernadores y a Peña con Mancera, que son otros “huracanes y terremotos”, entonces tenemos un México aniquilado. Y los fenómenos causados por el llamado mal tiempo apenas se pueden enfrentar sobre la marcha de sus recorridos devastadores, con medidas de carácter preventivo en una mínima proporción, puesto que arrasan furiosamente cuanto encuentran a su paso.
El asunto es que los “huracanes, ciclones y terremotos” de la corrupción política y económica del peñismo, de Mancera y los Duarte, Medina, Padrés, Borge, Moreira y los que todavía no están en la cárcel por sus abusos, incumplimiento de obligaciones y robos: Núñez, Graco, Cué, Velasco, Moreno Valle, etc., han puesto las condiciones para que los mexicanos sean golpeados por esos actos vandálicos de los malos gobernantes. Estos “huracanes” han causado peores desgracias que han arruinado a los mexicanos, quienes no encuentran cómo deshacerse de los malos gobernantes sin derramamiento de sangre. Y es claro que debido a la impunidad y el abuso del poder no hemos podido sentar en el banquillo de los acusados a ningún presidente, como se lo merecen desde Salinas a Peña.
Y nos urge hacerlo, antes que la desesperación social quiera hacerlo con algo más que protestas callejeras y peticiones. El presidencialismo priista, peñista y los desgobernadores del PRI, PAN y PRD con el Verde, ya destruyeron al país en los últimos 30 años. Pues los gobernantes han sido peores que los huracanes y los terremotos. Mancera deja a la Ciudad de México en ruinas. Peña deja un país aniquilado. Y los desgobernadores en la cárcel y los que están en funciones, ya desgraciaron, económica y socialmente a 120 millones de mexicanos; mientras han favorecido a los ricos, los millonarios y a los Slim que concentran toda la riqueza nacional. Y no solamente, como aseguran algunos economistas, el uno por ciento de ella.
El huracán Peña. El terremoto de los desgobernadores. El ciclón Mancera, son de un vandalismo delincuencial sin precedente en las últimas tres décadas. Ellos han arruinado a los mexicanos. Se han robado, año por año, los dineros del pueblo y se han adueñado de bienes inmuebles, adquirido sus Ferraris y llevado ese dinero al extranjero. Se escudan en la intocable impunidad y nada se puede hacer contra esos huracanes, ciclones y terremotos con los nombres de Duarte, Peña, Padrés, Mancera, etcétera.
Álvaro Cepeda Neri
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: CONTRAPODER]
Contralínea 558 / del 25 al 30 de Septiembre de 2017