Uno de los principales objetivos del presidente Andrés Manuel López Obrador es garantizar la llamada soberanía energética, por lo cual ha apostado a fortalecer a Petróleos Mexicanos (Pemex), pese a que un sector de la población rechaza los combustibles fósiles por su alta contaminación. Más allá de eso, la industria petrolera avanza en el país no sólo por la construcción de la Refinería Dos Bocas, sino por las reconfiguraciones a fondo que se están haciendo al resto de plantas, así como las nuevas exploraciones que han llevado a hallazgos importantes de campos petroleros.
En el ámbito de la refinación, la meta que el primer mandatario estableció es llegar a producir 1 millón 200 mil barriles diarios de gasolinas y diésel, y con ello abastecer el mercado interno sin necesidad de comprar en el extranjero estos productos, como se hizo en el pasado. Pues resulta que las seis plantas de Pemex están listas para cumplir esa meta, pero aún no lo hacen porque en el sector hay un serio problema que ha confrontado a la secretaria de Energía, Rocío Nahle, y al director general de la petrolera, Octavio Romero Oropeza.
Así, el incumplimiento de esa meta no es resultado de que las refinerías estén en desuso, operando a menos del 50 por ciento de su capacidad o que no se les esté apoyando financieramente como ocurrió en los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón –éste con un mega fraude a las finanzas públicas cometido por su fracasado proyecto de la Refinería Bicentenario que jamás existió–, sino porque Pemex se sabotea a sí mismo.
Y es que como el proyecto de la refinación quedó en manos de la ingeniera Nahle, Pemex Exploración y Producción manda crudo sucio o simplemente no envía en cantidad suficiente, lo que acaba dañando a las plantas no sólo por su subutilización, sino porque el crudo sucio –que incluye tierra y piedras– descompone la maquinaria.
Por ello la instrucción es que a diario –a las 7 de la mañana– las seis refinerías deben emitir un reporte en el que indican cuál es la situación que enfrentan, para contener las crisis que se generan. Así se ha logrado evitar que paren, con excepción del incendio ocurrido en la Refinería Lázaro Cárdenas, en Minatitlán, Veracruz.
El autosabotaje también se ha dado en la rama de la distribución, pues en algunos casos Pemex “olvida” mandar los carrotanques para sacar la gasolina y el diésel producidos, lo que termina retrasando la producción porque se saturan los tanques de almacenamiento.
Este pleito ya lo conoce el propio López Obrador, que en varias ocasiones ha tenido que intervenir enérgicamente para que se atiendan los problemas, e incluso ha ordenado directamente a Pemex que deje de exportar el mejor crudo a Estados Unidos y lo destine ya a sus refinerías. Demanda presidencial que aún no se ha acatado en el piso 44 de la Torre Ejecutiva.
Fuentes de la petrolera consultadas por Contralínea comentan que a pesar de los retrasos y las descomposturas, las seis refinerías ya están listas para alcanzar la meta. Y es que la prueba de desempeño –realizada del 31 de diciembre de 2020 al 2 de enero de 2021 en las seis refinerías– ya demostró que las reconfiguraciones y acciones de mantenimiento han aumentado la capacidad de producción.
En esas tres jornadas se refinaron 1 millón 100 mil barriles diarios, gracias a que ocho de las 11 catalizadoras ya están trabajando a toda su capacidad. Sólo necesitan recibir crudo de buena calidad y en cantidades suficientes, por lo cual es urgente que se resuelva el conflicto entre Nahle y Romero Oropeza y se anteponga el interés nacional por encima de los intereses personales que tanto daño le hacen al país.
Esto resulta clave en una empresa tan importante como lo es Pemex, porque por intereses particulares se han descuidado muchas áreas, lo que ya afecta sus finanzas y que pronto podría convertirse en un problema mayor. ¿Negligencia? Sí puede ser porque en una industria donde se requiere operar como reloj se han relajado las normas y se han permitido excesos por parte de diversos directivos.
Ejemplo de ello es el área de comercialización de combustibles, donde Pemex ya reporta una pérdida importante de clientes –es decir, gasolineras que han dejado de adquirir sus insumos en el país y han optado por importar sus cargamentos o, en el peor de los casos, participar en el mercado negro de combustibles–, porque es tal el descuido que después de las 5 de la tarde ya nadie atiende los pedidos en esa oficina.
El área, nos cuentan las fuentes consultadas, permanece como fantasma después de esa hora y, peor, los fines de semana cuando de plano no hay ni una guardia que atienda a los clientes. Es necesario que se ponga atención en los detalles porque el país requiere ser soberano en el ámbito energético y estos descuidos impulsan escenarios exactamente contrarios a eso.
El pretexto que le han dado al presidente sobre esta pérdida de clientes es que el problema viene de la Comisión Reguladora de Energía porque ya no ha entregado permisos. Aunque la realidad es que en el área de comercialización ya no hay nadie a partir de las 5 de la tarde. Algo que se puede resolver muy fácil, con reasignación de horarios entre el personal para garantizar que las 24 horas haya alguien encargado del despacho. Así las cosas en la principal empresa del Estado mexicano.
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