Naciones Unidas. El primer discurso en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) del líder de la Revolución cubana Fidel Castro (1926-2016) duró casi 5 horas y todavía aparece entre los más largos pronunciados en la organización multilateral y uno de los más duros contra la filosofía de la guerra.
En las esferas de poder de Estados Unidos la animosidad contra la Revolución cubana había aumentado. Incluso, el líder denunció un trato vejaminoso en el hotel Shelburne y entonces decidió alojarse junto a su delegación en el hotel Theresa, situado en uno de los barrios más pobres de Nueva York: Harlem.
Lo excluían de reuniones y encuentros oficiales, pero en los habitantes de Harlem –afroamericanos en su mayoría– encontró apoyo, admiración y una cálida acogida.
En el hotel Theresa, que cerró en 1967 y alberga ahora oficinas, recibió al defensor de los derechos civiles Malcolm X, se encontró por primera vez con el líder soviético Nikita Jruschov, y tuvo reuniones con el presidente egipcio, Gamal Abdel Nasser, y el primer ministro indio, Jawaharlal Nehru.
Manifestaciones espontáneas surgían bajo el balcón de su habitación, donde colgó una bandera cubana y habló en una ocasión a miles de simpatizantes de la Revolución.
También lo rodearon la provocación y disturbios ocasionados por pequeños grupos contrarios al proceso de cambio que recién comenzaba en la isla.
El 26 de septiembre de 1960, Fidel llegó a la Asamblea General de la ONU y ocupó durante casi cinco horas la atención del foro.
Pero no es su longitud, lo que más trascendió de aquellas primeras palabras de Fidel ante el mayor organismo de la ONU fue su acometida contra la brutal filosofía de la guerra.
La denuncia de numerosas acciones del gobierno de Estados Unidos contra la Revolución cubana y del uso de la fuerza a través de la creciente carrera armamentista fueron los argumentos centrales del discurso que provocó repetidas ovaciones y aplausos.
Fidel criticó cómo se utilizaba la guerra para monopolizar a los países subdesarrollados y robar sus recursos, y arremetió contra la política estadounidense hacia Cuba y otras naciones de América Latina, Asia y África.
“Las guerras, desde el principio de la humanidad, han surgido, fundamentalmente, por una razón: el deseo de unos de despojar a otros de sus riquezas. Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra”, dijo.
También evidenció cómo la carrera armamentista siempre ha sido un gran negocio para los monopolios, que como los cuervos “se nutren de los cadáveres que nos traen las guerras”.
La hostilidad de las autoridades norteamericanas hacia la delegación cubana se mantuvo hasta el último momento, cuando confiscaron la aeronave en que debía regresar Fidel a La Habana y Nikita Jruschov ofreció un avión.
En enero de 1961, la administración del presidente Dwight Eisenhower cortó relaciones diplomáticas con Cuba y en abril de ese mismo año, poco tiempo después de asumir como mandatario, John F. Kennedy ordenó la invasión de Bahía de Cochinos.
La tentativa terminó en fiasco y resultó para la isla caribeña en la victoria de Playa Girón.
Con anterioridad, el 24 de abril de 1959, una multitud se había reunido en Central Park para ver y oír hablar al líder cubano; estuvieron presentes personas de diferentes países latinoamericanos y un gran número de norteamericanos, varios miles, según describieron reportes de prensa.
Fidel llegó a Nueva York en condiciones muy diferentes a las de su primera vez en la ciudad, una visita de turismo realizada en 1948 cuando era estudiante de Derecho de la Universidad de La Habana.
En esta segunda ocasión, se presentaba como una de las principales figuras de la Revolución cubana y los medios siguieron bien de cerca su paso por la Gran Manzana. De hecho, ofreció varias ruedas de prensa y entrevistas.
Con su ya habitual uniforme verde olivo, también estuvo en el Empire State, dio un paseo por el Zoológico del Bronx, conoció Wall Street, tuvo un encuentro con el entonces alcalde de Nueva York Robert Wagner, visitó la sede de Naciones Unidas y pronunció una conferencia en la Universidad de Columbia.
La Revolución tenía solo cuatro meses en el poder y Estados Unidos aún no había mostrado públicamente su adversidad hacia el nuevo gobierno cubano. Durante su estadía de cuatro días, Fidel se alojó en el hotel Statler Hilton, hoy hotel Pennsylvania, ubicado en el centro de Manhattan.
Pero en septiembre de 1960 las circunstancias eran diferentes, y las autoridades asumieron una actitud abiertamente hostil. En Harlem, Fidel encontró un ambiente amistoso, rodeado de la comunidad pobre y afroamericana.
Cuando fue excluido del almuerzo del presidente Dwight Eisenhower para los líderes latinoamericanos que participaban en la Asamblea General de la ONU, el dirigente cubano organizó una reunión alternativa en la cafetería del hotel Theresa para una docena de empleados negros del lugar.
En 1979, Fidel regresó a Nueva York para otra reunión de la ONU, y reiteró las denuncias del saqueo sistemático que hacen las grandes potencias en las naciones pobres. Al cumplirse el 50 aniversario de la creación de Naciones Unidas, en 1995, el líder de la Revolución cubana volvió a visitar la sede principal de la organización multilateral y su discurso arrancó nuevamente largas ovaciones.
“Reclamamos un mundo sin bloqueos despiadados que causan la muerte de hombres, mujeres y niños como bombas atómicas silenciosas”, dijo refiriéndose –entre otros– al cerco económico, comercial y financiero que Estados Unidos impuso a Cuba en 1962.
En esa oportunidad, Fidel volvió a visitar el hotel Theresa, en Harlem, y fue a una de las instituciones religiosas de la comunidad afroamericana más grande en Estados Unidos, la Iglesia Bautista Abisinia.
Al cumplirse el 35 aniversario de mi primera visita a este vecindario, expresó a unas mil 300 personas reunidas en Harlem, todavía las autoridades me excluyen de eventos y cenas oficiales, como si estuviéramos en los días de la Guerra Fría, señalan reportes del New York Times.
Fidel también visitó el Jimmy’s Bronx Café y sostuvo una reunión con líderes religiosos.
En su última visita a la ONU, en el año 2000, el entonces presidente cubano abogó por convertir a ese organismo en una institución “que represente verdaderamente a todos los pueblos del mundo” y destacó la necesidad de cambios en el Consejo de Seguridad.
Asimismo, en otros foros de discusión de la ONU ofreció la solidaridad de Cuba y de sus médicos para cooperar con naciones de África y con cualquier otra.
Fidel dio también un discurso en la Iglesia de Riverside, frente a una audiencia de unas 3 mil personas, donde declaró su amor por la “gente real” de Nueva York y especialmente, a sus amigos de Harlem.
Ibis Frade/Prensa Latina
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