La reciente decisión de los gobiernos de Estados Unidos y Cuba de establecer relaciones diplomáticas pone fin a más de medio siglo de hostilidad entre ambas naciones.
También echa por tierra la cruzada anticastrista abanderada desde Miami durante todo ese tiempo por los sectores más reaccionarios del exilio cubano con el apoyo de los gobiernos estadunidenses.
Desde 1961, día tras día, la ultraderecha anticastrista intentó derrocar al gobierno de Cuba, mediante invasiones, actos de sabotaje y terrorismo.
En abril de 1961, un grupo armado de exiliados cubanos, con el apoyo de Estados Unidos, trató de apoderarse de la isla en la fracasada invasión de Bahía de Cochinos, o Playa Girón, a la cual resistió heroicamente el pueblo cubano.
El episodio polarizó a las fuerzas políticas de América Latina y, desde entonces, la ultraderecha de la región fue, además de católica y conservadora, anticastrista, es decir, enemiga a muerte del gobierno encabezado por Fidel Castro.
Por su parte, el gobierno cubano se acercó al bloque socialista, que giraba en torno a la hoy extinta Unión Soviética, y Cuba pasó a ser la única nación socialista de América Latina, la única en la que prevalecían hermosos ideales de igualdad y justicia social.
Estados Unidos le impuso a la isla un férreo bloqueo económico; a principios de los 1960, los países del subcontinente, con la honrosa excepción de México, secundaban la actitud estadunidense contra Cuba.
Medio siglo de anticastrismo
Si bien el gobierno mexicano asumió hace décadas una posición digna en la cuestión cubana y siguió manteniendo relaciones con la isla caribeña, la derecha y ultraderecha mexicana, que en ese tiempo eran oposición, se definían como decididamente anticastristas.
En 1962, precisamente en medio del debate social sobre el conflicto entre Cuba y Estados Unidos surgió el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO), alentado por sectores empresariales y clericales.
El MURO, grupo que fue famoso por la violencia de sus métodos y el radicalismo de sus convicciones, pretendía evitar que en México llegara a prevalecer un gobierno socialista o comunista, como el de Cuba.
Se considera al MURO un organismo de fachada de la organización secreta del Yunque, que a su vez surgió en 1954, alentada por el frenesí derechista motivado por la caída del gobierno progresista de Jacobo Arbenz en Guatemala.
La primera organización pública del Yunque fue el Frente Universitario Anticomunista (FUA), creado en Puebla por esas fechas.
En 2002, tuve oportunidad de entrevistar a uno de los fundadores de la filial del MURO en Puebla, quien me comentó la importancia que en la formación de sus militantes tenía el anticastrismo, al grado de que recibían y escuchaban a conferencistas provenientes del exilio cubano.
En 1965, ultraderechistas mexicanos, con el apoyo de terroristas del exilio cubano en Miami, Estados Unidos, hicieron detonar una bomba en las instalaciones del periódico El Día, al que consideraban comunista y castrista.
Fue tan sólo uno de una larga serie de ataques terroristas de corte anticastrista, tanto en México como en otros países, pero tiene interés recordarlo por su significado político e ideológico, pues en él participó un personaje que 3 décadas después llegaría al poder gracias al derechista Partido Acción Nacional (PAN).
Se trata de Daniel Ituarte Reynaud, identificado en 1965 como militante del MURO, y quien 30 años después llegaría a ser alcalde de Zapopan, Jalisco, por dicho partido, y luego colaboraría en el gobierno estatal, encabezado por el PAN.
En la década de 1970, sectores de la ultraderecha mexicana y de los medios de comunicación, manejados por poderosos intereses económicos, se entusiasmaban ante los ataques armados de grupos anticastristas como Alpha 66, que por lo demás siempre fueron derrotados por las fuerzas cubanas, pero no dejaron de ser una molestia para ese país.
En esa misma década tuvo lugar uno de los mayores atentados terroristas contra el gobierno de Cuba, que costó la vida a 73 pasajeros de un avión de Cubana de Aviación que estalló en pleno vuelo frente a las costas de Barbados. Los autores intelectuales de ese acto criminal fueron los exiliados cubanos Luis Posada Carriles y Orlando Bosch.
Con la llegada del PAN a la Presidencia, con Vicente Fox, se modificó radicalmente la política del gobierno mexicano hacia Cuba, como se evidenció con el famoso “comes y te vas” que le espetó Fox a su homólogo cubano en un reunión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Monterrey en marzo de 2002.
Con su grosera actitud, Fox evidenciaba su servilismo ante George Bush, que entonces ocupaba la Presidencia de Estados Unidos.
Bush desató una política genocida contra países como Irak, pues basó su mandato presidencial en la llamada “guerra contra el terrorismo” luego de los atentados contra las Torres Gemelas en septiembre de 2001, que probablemente fueron una provocación orquestada por el propio Bush.
Gobiernos como los de Venezuela, encabezada entonces por Hugo Chávez, y de Cuba, se contaron entre los blancos del gobierno de Bush, que apoyaba con entusiasmo a los opositores de esas naciones latinoamericanas.
El exilio cubano en Estados Unidos tuvo una de sus mejores épocas políticas en los mandatos de Bush, cuando aumentaron su influencia y protagonismo personajes como Manuel y Lincoln Díaz Balart y como Ileana Ros-Lehtinen, políticos del exilio cubano.
Adolfo Franco, otro personaje vinculado al exilio cubano, se desempeñó en el importante puesto de administrador de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés), desde la cual apoyó a organizaciones reaccionarias y anticastristas.
Cabe recordar que Bush, además de terrorista, violador de los derechos humanos en algunas naciones, anticomunista y anticastrista, se exhibía como fundamentalista religioso, antiabortista y enemigo del laicismo.
Fue en la década de 1990 y los primeros años de 2000 la época de mayor auge de la ultraderecha antiabortista católica, auspiciada por el entonces papa Juan Pablo II, cuya sexofobia alcanzó extremos increíbles.
En esa época, desde Miami, personajes del exilio cubano, católicos y anticastristas, como la señora Magaly Llaguno (fallecida en 2013), coordinaban organizaciones antiabortistas de países latinoamericanos mediante la coalición autodenominada Vida Humana Internacional.
Es decir, anticastristas de Miami lo mismo apoyaba las políticas genocidas de Bush que la cruzada antiabortista y sexofóbica de Juan Pablo II.
Por su parte, en México crecían políticamente personajes hoy olvidados, como el yunquista Manuel Espino Barrientos, quien ocuparía la dirigencia nacional del PAN y la de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), que agrupa partidos y organizaciones derechistas, incluidas algunas del exilio cubano.
En el gobierno de Felipe Calderón también tuvo actividad e influencia el anticastrismo panista, encarnado en personajes como Cecilia Romero (exmilitante de la Asociación Nacional Cívico Femenina y designada titular del Instituto Nacional de Migración durante ese sexenio). Otro conocido exponente del anticastrismo en el PAN fue René Bolio Halloran, por mencionar sólo un ejemplo más.
Pero, a fin de cuentas, hoy el mundo es muy distinto: se acabó la época de Bush, quien dejó su lugar al primer presidente negro de ese país, Barack Obama, para congoja del Ku Klux Klan y grupos similares.
En México el PAN dejó el poder, sin que el pueblo añore su catolicismo ni su anticastrismo, tendencias animadas por muy pocas personas, como son algunos empresarios y jerarcas católicos.
Ahora que Estados Unidos y Cuba deciden establecer relaciones y, por tanto, considerarse países amigos, con todas las diferencias que se quiera, el anticastrismo ya no tiene sustento. Hoy luce como un anacronismo, basado en el engaño y la agresión, mientras que la decisión de Obama de reconciliarse con Cuba será sin duda una de las más importantes y valiosas de su gobierno.
Según autorizadas versiones, el papa Francisco, el argentino Jorge Mario Bergoglio, fue mediador de la importante reconciliación entre la superpotencia y la valerosa nación del Caribe, intervención que resulta paradójica.
En efecto, Bergoglio proviene de los sectores duros del conservadurismo católico, pero lejos de ser un continuador del radicalismo derechista de Juan Pablo II, se ha distanciado de él, al grado de que no juega, como hizo el polaco, el papel de dirigente antiabortista; y para indignación de los anticastristas, resulta que él contribuyó a la reconciliación de Estados Unidos con Cuba. Ver para creer.
Muchas interrogantes, expectativas y cabos sueltos quedan todavía en la cuestión cubana. El anticastrismo tejió empeñosamente un entramado legal para impedir que de la noche a la mañana se eliminen las sanciones de Estados Unidos contra Cuba.
Por otra parte, habrá que ver cuáles serán las consecuencias materiales de la nueva relación Estados Unidos-Cuba. Aunque la llamada gusanera se rasga las vestiduras y despotrica contra Obama, quizás esas consecuencias a la larga sean también dramáticas para el pueblo cubano, como ocurrió a fines del siglo XX en la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y demás países exsocialistas, donde la gente se vio expuesta al capitalismo salvaje a la vez que despojada de los beneficios del sistema de inspiración marxista en el que siempre habían vivido.
Es incierta la reacción del pueblo cubano ante la nueva situación de su país. Hay cubanos patriotas y progresistas que valoran los logros de la Revolución, pero hay también muchos otros que por ignorancia idealizan el capitalismo y se olvidan de que éste no es sólo consumo y derroche, sino también injusticia, abuso, egoísmo y barbarie. No tienen en cuenta que, en medio del bloqueo y de la pobreza, a veces extrema, en Cuba, regida por el ideal de la igualdad, el pueblo gozó de los beneficios básicos de salud, educación y subsistencia, como no ocurre en otras regiones de América y del mundo.
Edgar González Ruiz*
*Maestro en filosofía; especialista en estudios acerca de la derecha política en México
Contralínea 420 / del 18 al 24 de Enero 2015