Las empresas presumen del gran avance tecnológico en el que vivimos. Para la gran mayoría, tener un teléfono con el que puedas tomar fotos y aplicar filtros con orejas de perrito es impactante. Pero, en verdad, no es un avance.
Situaciones graves como los sismos de septiembre y los huracanes que han afectado a diversos estados de la República en lo que va de 2017 nos hacen volver a plantear la idea de que la tecnología no está cumpliendo. De qué sirven 30 años de tecnología si tiembla y quedamos incomunicados, casi como en el sismo de 1985.
No reclamamos aquí que no llegaron nunca en el año 2000 los autos voladores, la teletransportación ni las colonias espaciales, pero si hace falta un desarrollo orientado a las personas y sus necesidades reales.
Recordemos situaciones de riesgo anteriores en la ciudad de México en las que se iba la luz pero los familiares seguían en contacto utilizando el teléfono de la casa o de los vecinos.
Hoy, después de más de 30 años de desarrollo tecnológico, sucede un evento trágico como el sismo y el internet deja de funcionar; la red de telefonía celular se satura de inmediato y se “cae”, y el internet también deja de funcionar.
Nos venden la idea de la sociedad más comunicada de la historia y sí, nunca había sido tan fácil y barato enviar mensajes, videos o realizar videollamadas al otro lado del mundo y gratis.
Sin embargo, todo eso funciona bien únicamente cuando todo está bien. Pero en una emergencia como la que acabamos de vivir, la situación de las personas es la misma que tendrían hace 30 años: sin energía eléctrica, sin agua e incomunicados durante horas. El maravilloso internet en nuestros teléfonos inteligentes queda sin funcionar, la telefonía digital inutilizada, textos SMS que no salen del teléfono y después de un par de horas de que el teléfono gasta la energía buscando señal y las llamadas fallidas, que también gastan energía, la batería termina. Con ello, las personas se descubren solas, en la calle, incapaces de comunicarse. Al no contar con batería, no pueden escuchar la radio que viene incluida en algunos modelos de teléfono (claro, si es que adquirieron los audífonos opcionales). Así, si el transporte público también falló, pasarán caminando horas hasta llegar a su domicilio para confirmar que están bien.
En las casas, también quedan incomunicados, porque a partir del triple play, si hay falla en la red eléctrica, el módem deja de funcionar y con él la televisión por cable, el internet y de paso también la telefonía. Sólo aquellos que cuentan con líneas telefónicas independientes, como hace 30 años, tienen la capacidad de hacer y recibir llamadas. Ellos sí podían hacer llamadas de emergencia aunque en su casa no hubiera electricidad, justo como en 1985, cuando la telefonía era independiente a la corriente eléctrica de las casas.
En esta ocasión, contar con un radio de pilas permitió a vecinos estar enterados de lo que sucedía en su ciudad. En Estados Unidos y Europa ya tenían imágenes de lo sucedido, pero la gente –a unas calles de los edificios colapsados– ignoraba la situación. De qué te sirve poder escuchar estaciones de radio de todo el mundo desde el teléfono vía internet, si en caso de crisis quedamos en una cueva oscura y sin conocer las noticias más básicas o advertencias.
A pesar de que se decía mucho que se cambiaran las antenas aéreas por modelos nuevos y digitales, la verdad es que cualquier antena aérea del siglo pasado, conectada a una pantalla digital nueva, funciona muy bien y evita que la gente quede sin saber de la situación.
Las velas parecen durar más tiempo que la lámpara de un teléfono inteligente, sin mencionar que nadie iluminaría una habitación gastando la batería de un teléfono que puede significar el contacto con el mundo exterior en caso de quedar atrapado durante la noche. Aunque una vela después de un sismo tampoco es recomendable por las fugas de gas, el ejemplo sirve para demostrar la poca capacidad de los nuevos dispositivos que se dicen móviles pero irónicamente necesitan estar conectados la mayor parte del tiempo para que no nos fallen en el momento menos indicado.
Una lámpara y un radio de pilas, que juntos costarán aproximadamente 250 pesos parecen un kit de supervivencia más útil que un smartphone de última generación de 20 mil pesos para sobrevivir en casos de crisis. Por lo menos para mí, un smartphone debería superar por mucho en sus capacidades a productos que tienen más de 100 años.
En contexto
De las empresas que ofrecen servicios de internet y telefonía, no hay a cual irle a pesar de sus miles de anuncios: presumiendo cada cual de ser la mejor opción, todas caras y malas.
Solía contar el servicio de Telmex del magnate Carlos Slim. Por dejarme sin servicio varios días sin solucionarlo, decidí cambiar a Total Play, del magnate Ricardo Salinas Pliego. Hoy me encuentro en la misma situación. Siete días sin servicio. A diario me puse en contacto con los empleados de Total Play vía telefónica y vía chat. Todos los días se disculpaban y me programaban una visita en la mañana siguiente. Al no recibir llamada y mucho menos la visita, otra llamada o mensaje, de nuevo una disculpa y se programaba visita en la tarde. Esa fue la rutina esos días. Se cruzó el sismo del 19 de septiembre de 2017… Todo hace notar que no puedes confiar en ninguna.
Gonzalo Monterrosa
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