Como otros grupos de ese corte, el Sodalicio defiende la moral de la abstinencia sexual y la hegemonía de la jerarquía católica.
En su país de origen es conocida la agresividad de los métodos que usan contra las personas a las que identifican como enemigas de la religión católica, así como el rígido control que ejercen sobre sus adeptos. Por ello, muchos lo consideran un grupo sectario.
Si los Legionarios de Cristo, un grupo de similar ideología, encontraron su más grave problema en los escándalos protagonizados por Marcial Maciel, a quien se pretendía llevar a los altares, el Sodalicio ha tenido su Maciel en el fallecido Germán Doig Klinge, cuyo proceso de beatificación tuvo que suspenderse cuando se descubrió su doble vida.
El Sodalicio de Vida Cristiana fue fundado el 8 de diciembre de 1971 en Lima, por Luis Fernando Figari y Germán Doig, quien durante años fue su vicario.
El 8 de diciembre de 2010, en el 39 aniversario del Sodalicio, Figari renunció a su cargo de superior general del mismo, pero sin desvincularse totalmente de él.
En julio de 1997, fue reconocido por el Vaticano como “sociedad de vida apostólica de derecho pontificio”, y en julio de 2002, el entonces papa Juan Pablo II elogió su labor que, sin embargo, ha sido objeto de muchas denuncias y críticas en su país.
El Sodalicio surgió en el contexto del anticomunismo de la década de 1960, como un intento de enfrentar la “amenaza del secularismo y de ideologías como el marxismo y el liberalismo”.
El primer centro del Sodalicio fuera de Perú, donde controla varios institutos educativos, fue fundado en 1988 en Río de Janeiro, y actualmente tiene presencia en Chile, Ecuador, Colombia, Costa Rica y Panamá, lo mismo que en Estados Unidos: en Denver y en Miami.
En el ciberespacio, manejan la Agencia Católica de Información.
El Sodalicio ha sido muy criticado por el radicalismo de sus ideas conservadoras y por sus métodos.
Varios exmiembros del Sodalicio han relatado sus historias dentro de ese grupo.
Por ejemplo, Enrique Escardó, quien ha fungido como director de la revista Gente, y fue miembro del Sodalicio, ha contado que ese grupo pretende ser una especie de milicia: mitad monjes y mitad soldados, donde a los adeptos se les somete a rigurosos entrenamientos físicos y a diversas humillaciones para probar su obediencia a sus superiores.
Entre los episodios difundidos por los exmiembros del Sodalicio, se cuenta el de quien fue expulsado del movimiento por negarse a asistir a un retiro y por no ser capaz de que su enamorada ingresara al Sodalicio. A Escardó se le obligaba a dormir en una escalera de mármol, a esconderse en el baño cuando su madre quisiera ir a verlo; en una ocasión, “se le puso un cuchillo al cuello y se le ordenó que empujase, ante lo que no pudo contener las lágrimas. Luego de esto, se le llevó ante una imagen de la Virgen María y se le cuestionó por no obedecer a sus superiores” (agencia www.perú.com, 13 de febrero de 2003).
Una de las denuncias más conocidas fue la que en forma novelada expuso el escritor Pedro Salinas en su libro Mateo Diez (Ramón Campadónico, Lima, 2003), donde explica cómo a los miembros se les convierte en verdaderos autómatas, instrumentos dóciles en manos de sus jefes.
Fernando Gerdt Tudela, de Arequipa, Perú, afirmó, en noviembre de 2002, que la Asociación Civil Juan Bautista, dependiente de los sodálites, trató de arrebatarle su casa mediante un pagaré fraudulento. Y para consumar su acción, el grupo recurrió a la policía de asalto.
El destacado oftalmólogo Héctor Guillén Tamayo, quien en México ha impartido conferencias en defensa del Estado laico, ha denunciado que el Sodalicio fanatizó a uno de sus hijos, a quien lo despojó de su libertad de conciencia. Bajo la influencia de los sodálites, Franz Guillén presentó una denuncia contra su propio padre y, posteriormente, fue enviado a Brasil por ese grupo.
En diciembre de 2005, en Lima, gente del Sodalicio y de otros grupos, como la Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino, organización militarista de origen argentino, intentaron sabotear la presentación del libro Cruces y sombras, de quien esto escribe, y donde se proporcionan datos sobre los grupos ultraderechistas de América Latina (el episodio, del cual quedan testimonios en la web, se comenta en la novela El evangelio del Yunque, de Édgar Reza, publicado por Plaza y Janés, México, 2010).
Como se ha dicho, Germán Doig (1957-2001) fue uno de los fundadores y vicario del Sodalicio, grupo que pretendía hacerlo santo por su vida “ejemplar”.
Sin embargo, debido a tres “gravísimas acusaciones”, referentes a la vida sexual de Doig, quien llevaba una doble existencia, el Sodalicio suspendió el proceso de beatificación y, siguiendo el ejemplo de los Legionarios en el caso de Maciel, ordenó retirarle “el culto y la fe” debido a “su traición al señor”.
Según los sodálites, recibieron tres testimonios “graves y contundentes”, sobre los que no han dado detalles, pero que los llevaron, luego de una “profunda investigación”, a tomar esa decisión.
En medios peruanos y en las redes sociales, ha trascendido que fue un caso de violación, perpetrada por Doig, quien además mantuvo relaciones sexuales con dos jóvenes.
Uno de esos comentarios es bastante explícito: “Era un abusador sexual, un pederasta y un sodomita. Tres casos de violación sexual de menores así lo confirman…” (Luis A Pacheco Mandujano, “Violación sexual y pena de muerte en el Perú”, Red Voltaire).
En realidad, las críticas sobre la doble vida que llevó Germán Doig datan de hace muchos años. Según Enrique Escardó, Doig fue protegido por Figari, quien lo consideraba su más probable sucesor y quien ocultó “las estupras actividades de su delfín”.
Escardó también relató que cuando trabajó junto a Doig en la editorial Vida y Espiritualidad, perteneciente al Sodalicio, “…intentó ver si yo estaba dispuesto a tener algún tipo de acercamiento más sexual”. En ese tiempo, Escardó tenía unos 16 o 17 años (www.protegeatushijos.org/2011/02/vicario-catolico-german-doig-pederasta.html).
Además del caso de Doig, se han denunciado otros abusos sexuales por parte de miembros del Sodalicio, organización que fue “invitada a retirarse” del Colegio Markham por casos de estupro que no llegaron a revelarse a la opinión pública para no causar un escándalo.
Uno de sus miembros fue descubierto, in fraganti, tomando fotos a un menor desnudo; purgó pena en Lurigancho y ahora sigue participando de las actividades del Sodalitium.
Esos hechos fueron dados a conocer por Miguel E Santillana en la revista peruana Caretas, en su edición del 17 de febrero de 2011.
*Maestro en filosofía; especialista en estudios acerca de la derecha política en México
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