Las costas de Tabasco se están convirtiendo en el nuevo centro de gravedad de la industria petrolera. En el actual periodo post-Cantarell, este artículo intentará examinar algunas consecuencias del dudoso privilegio de ser un gran centro de la política extractivista.
Los investigadores especializados en el tema han explicado que el cambio climático, el calentamiento global, la elevación del nivel del mar, las inundaciones y la modificación de la línea de costa, son fenómenos que comenzaron mucho antes del inicio de la extracción petrolera, pero que, en los años recientes, estos problemas se han acelerado. Petróleos Mexicanos (Pemex) no puede ser responsabilizado de todos los problemas de Tabasco, pero ha contribuido de manera muy importante para agravarlos, entre otras formas, por la destrucción de manglares y otras protecciones naturales en los litorales.
La búsqueda de bibliografía especializada muestra que, desde la década de 1980, el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) empezó a publicar artículos sobre la pérdida de playas tabasqueñas por el movimiento de la línea de costa.
En 2011, la oceanógrafa Silvia Whizar, entonces titular de la Secretaría de Recursos Naturales y Protección Ambiental del gobierno de Tabasco, publicó el Programa Estatal de Acción ante el Cambio Climático, mismo que citaremos como Whizar 2011; el mismo año se editó el trabajo conjunto de tres grandes instituciones del país: la Universidad Nacional Autónoma de México, a través del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología; la Universidad Autónoma Metropolitana, y la Universidad de Campeche, titulado: Vulnerabilidad de las zonas costeras mexicanas ante el cambio climático. Se trata de casi 800 páginas en dos tomos, más de 300 ilustraciones, mapas, fotografías e imágenes satelitales; reúne el trabajo de 87 investigadores. En este artículo nos referiremos a esta magna obra como Botello, et al, por el nombre del editor que encabeza los créditos.
Sobre el tema, tal vez los más recientes materiales se presentaron en octubre pasado, en Mérida, Yucatán, en el taller de integración internacional sobre el aumento en el nivel del mar para el Golfo de México, que concluyó señalando que las costas del Sureste del Golfo de México son las más afectadas por la lenta y gradual pérdida de sus costas.
A nivel nacional, el problema no parece ser muy grave. Si el nivel de las aguas se elevara hoy en 1 metro, sólo el 1.26 por ciento del territorio nacional se vería afectado por el corrimiento de la línea de costa. Desde el enfoque de la población tampoco es catastrófica: sólo el 3.18 por ciento de los habitantes del país se verían obligados a trasladarse y, enfocando por las afectaciones en ciudades con más de 1 mil habitantes, sólo 174 poblaciones estarían en riesgo de desalojo.
Para llegar a estos resultados, los autores del capítulo “Zonas costeras bajas del Golfo de México ante el incremento del nivel del mar”, en Botello, et al, hicieron una estimación de la extensión territorial afectada en tres escenarios:
1. El caso de elevación del nivel del mar de 60 centímetros;
2. Si la irrupción de agua alcanzara 1 metro; y
3. En el caso de que el nivel subiera 2 metros.
Pero si enfocamos por entidades en riesgo, las conclusiones son distintas: el estado con mayor superficie afectada sería Tabasco, en el que más del 25 por ciento de su territorio quedaría inundado, repetimos, si el escenario de elevación a 1 metro ocurriera hoy.
Realmente en Tabasco dos fenómenos están modificando la línea de la costa, uno llamado “transgresivo”, que consiste en que el agua avanza tierra adentro; y el otro es un movimiento de regresión: la línea de costa se mueve hacia el mar. Las ilustraciones 1 y 2 muestran que el litoral de Tabasco fue dividido en nueve sectores para mostrar esos dos procesos, y que el más importante es el de la inundación, especialmente acelerado en el municipio de Paraíso, en donde se ubica el puerto de Dos Bocas.
El ascenso del mar está ocurriendo en Cárdenas, Paraíso y Centla, pero el movimiento más ominoso se observa en la franja marcada con el 6, que comprende desde el Puerto de Dos Bocas hasta la barra de Chiltepec, donde desemboca el Río González después de cruzar todo el municipio de Nacajuca. En esta área, la velocidad de la inundación es, en promedio, de 4 metros 34 centímetros cada año, representa la cifra más alta. Silvia Whizar la califica de “alarmante situación” (página 119).
Las gráficas tomadas de los estudios citados ofrecen las mediciones de los cambios en los 13 años transcurridos entre 1995 y 2008. Más adelante veremos ciertos puntos del litoral de Tabasco en los que la línea de costa se ha movido 200 metros, aproximadamente en el mismo lapso de tiempo.
En las visitas recientes que realizamos para hacer el estudio del nuevo complejo de ligeros de Tabasco-ultra pesados de Campeche, en curso de construcción, recibimos abundante información de que todos los ríos de la cuenca están azolvados. Éste es otro factor que incrementa las inundaciones. Nos explicaron que es consecuencia de la desviación del Río Grijalva. Como se sabe, para salvar a Villahermosa de inundaciones, el 70 por ciento de sus corrientes, que nacen en las sierras de Chiapas, fueron desviadas con el espigón El Macayo hacia la zona indígena de Nacajuca y parte de Comalcalco. Pero el mismo azolvamiento ocurre con los grandes ríos en el extremo Oeste del estado. En el Puerto de Frontera, donde desemboca el Río Usumacinta, y el otro 30 por ciento del Grijalva, la acumulación de sedimentos es tan grave que la profundidad es de escasos 2 o 3 metros.
Desde 2010, el Congreso del estado pidió recursos para rehabilitar este puerto, pero ante lo avanzado del problema el gobierno federal ni siquiera respondió la solicitud. Desde luego el azolve se agudiza con la deforestación en tierra firme, que provoca el deslave y arrastre del suelo desde las montañas. Esto facilita las inundaciones. En las ilustraciones 3, 4 y 5 mostramos páginas de las actas de la sesión del Congreso del estado.
Como dijimos, se verifica también un proceso contrario, en el que el mar se retira y Tabasco, en este tipo de sectores del litoral, gana terreno al mar.
Los políticos neoliberales consideran estos fenómenos incluso como “oportunidades” de negocio. Como se sabe, el exgobernador Andrés Granier Melo vendió a fraccionadores más de 1 mil metros de nuevo territorio desalojado por el mar.
Regresando al fenómeno de la inundación y la contribución a las mismas que sin duda realizan las actividades petroleras, un caso que permite constatarlo porque es muy reciente, y muchos atestiguamos su desenvolvimiento, es el del campo Tizón, en las costas centlecas.
Tizón, productor de ligeros que serán incorporados al nuevo proyecto extractivista que hemos estado examinando, se ubica frente a la costa en la margen Oeste del Grijalva, cerca de Frontera. Las actividades comenzaron desde 1990, con el primer descubrimiento de crudo, para lo cual Pemex destruyó un radio de varias hectáreas de mangles blanco y colorado que servían como protección, provocando que las olas empezaran a comerse la playa.
En 2004, con nuevas campañas de sísmica, se descubrieron extensiones del campo, se perforaron nuevos pozos y en 2007, incluso, se perforó un nuevo campo: el Cráter.
La “lucha” de Pemex contra el mar
Quizá para 2008, la línea de costa empezó a amenazar las válvulas de los pozos; en 2012, según el experimentado periodista tabasqueño Carlos Marí, el mar se había movido 200 metros. No es una contradicción con los datos que hemos citado, porque los estudios Whizar y Botello son promedios y, en algunas zonas, como ya anotamos, las mediciones ofrecen cifras más elevadas.
Ante el riesgo de que sus instalaciones quedaran bajo el agua, Petróleos Mexicanos ha ensayado diversos métodos para contener el avance del mar. Así, instaló unas matatenas, bloques de concreto que no funcionaron; luego, unos ridículos llamados “arrecifes artificiales” para sustituir los que ellos mismos habían destruido; también probó con unos tubos rellenos que denominó “geotubos”, que estuvo trasladando del puerto de Dos Bocas (un líder chontal señaló que el mar “brincó” todas las barreras artificiales); y finalmente un muro de placas metálicas, una barrera de acero, cuyas imágenes presentamos en las ilustraciones 6, 7 y 8, tomadas de una ponencia presentada este año por el doctor Hermilo Ramírez, del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), titulado La vulnerabilidad costera y su impacto en la infraestructura petrolera.
En el actual debate sobre la propuesta de reforma, está siendo muy evidente que la comunidad académica hace énfasis en la necesidad de caminar a la transición energética, pero los políticos, y sobre todo el gobierno, se exhiben aferrados al modelo fósil que, por todo lo aquí expuesto, es una amenaza para las costas.
La nueva plataforma para Tsimin a cargo de los yanquis de la compañía McDermott International que describimos en Contralínea 358, realizará también (se señala en el detalle de sus trabajos) lo que llaman “limpieza” del fondo marino frente a Frontera, es decir, continuará arrasando todo lo que aún queda de barreras naturales. Se ha hablado de los arrecifes y manglares, pero los estudios aquí citados también mencionan a los “pastos marinos”, que son grupos de plantas adaptadas a pasar todo su ciclo de vida sumergidas, proporcionan alimento, condiciones de anidamiento y reproducción a numerosas especies, por lo que se les considera “excelentes protectores de la línea de costa” (Botello, página 257), es decir, dentro de unos meses los texanos estarán poniendo su granito de arena a las inundaciones tabasqueñas.
El problema de la pérdida de costas es complicado. La búsqueda de aminorarlo no sólo debe realizarse a nivel local y nacional. El peor camino que puede seguirse es agravarlo, como en el caso que aquí hemos examinado, en donde lo único que importa es acelerar la producción de petróleo. En algunos países del Caribe, incluso se ha emprendido la regeneración de manglares entre otras medidas para proteger las costas.
Ilustración 1. Sectores de la costa de Tabasco.
*Investigador en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México
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