No se resuelven los casos que agitaron al país y lo seguirán haciendo: Tlatlaya, Ayotzinapa, las casas de Angélica Rivera y Luis Videgaray, entre los más sonados. Tampoco el panorama económico está más terso, ya que siguen los problemas del dólar y se agudizan las dificultades petroleras (importaremos crudo). Y para agregarle más leños a la hoguera, en varios estados del país la situación es realmente complicada.
Por más que diga el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, que se garantizarán las elecciones en Michoacán y Guerrero, las circunstancias en ambos lugares son explosivas. No se habló de Tamaulipas, donde Los Zetas son la ley y cualquier suspirante debe ponerse a las órdenes de esos criminales.
En Guerrero hay varios botones de muestra de que la cosa está mal en serio. Uno de ellos es que Ángel Aguirre Herrera, hijo del defenestrado que lleva su nombre y apellido, quiere ser alcalde de Acapulco (la tercera ciudad más peligrosa del mundo y la primera en México en violencia), por una coalición de organizaciones y seguro con el apoyo del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Lo cual muestra claramente que tenía razón Armando Ríos Piter, apodado el Jaguar, en haber renunciado porque se le pedía que no tocara al exmandatario. El intocable continúa siendo de los que deciden no obstante sus relaciones muy cercanas con la detenida María Angélica Pineda.
Sabíamos hace tiempo que el junior, que incluso habla de que su padre es un “orgullo” (sic deshonrado), no quitaba el dedo del renglón de administrar el bello puerto. La insistencia también nos muestra que Rogelio Ortega Martínez, el universitario que se ostenta como gobernador, no tiene ningún poder, por lo que es lógico, entonces, que ande viajando por todas partes y haciendo relaciones públicas en lugar de atender los graves problemas de Guerrero.
Por cierto, mientras los expertos de Austria no lograron identificar los restos de los normalistas, los padres de los jóvenes no fueron informados de lo mínimo por la Procuraduría General de la República (PGR).
En Puebla, Rafael Moreno Valle nuevamente hizo de las suyas: reprimió, como es su costumbre, a jóvenes que protestaban en obras inauguradas para supuestamente festejar sus 4 años de mal gobierno. Incluso tres alumnos de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Édgar Juárez, Sharid Guerrero y Gustavo Reyes, fueron detenidos por hacer una manifestación pacífica. El número fue limitado, ya que las puertas de la Universidad Iberoamericana estuvieron abiertas a los reclamantes y evitar que la policía hiciera también de las suyas. Esta institución, por cierto, ha sido fundamental en los últimos años para darles voz a los estudiantes, encauzar pacíficamente las inquietudes y hasta defender de palabra y obra a los muchachos.
Hace poco se supo que ya salieron de prisión los que asesinaron al niño José Luis Tehuitle, por lo que ni siquiera las recomendaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos contra Moreno Valle son tomadas en cuenta. El número de presos políticos aumenta exponencialmente ante las locuras –que no obras públicas– de ese señor que derrocha el presupuesto en campaña personal y tiene amplios convenios de publicidad con medios importantes en el Distrito Federal para que le cuiden las espaldas y no informen de sus trapacerías.
En Cuernavaca, Morelos, tres regidores, Alfredo Gutiérrez (Partido Verde Ecologista de México), Luis Fernando Hidalgo (Partido Acción Nacional) y Felipe Domínguez (Partido Nueva Alianza), se burlaron de unas vendedoras indígenas nahuas y mazahuas, las cuales estaban cerca del palacio de gobierno. Todo por su vestimenta. Incluso jalonearon a una para tomarle unas fotografías, lo que muestra claramente el racismo, el sexismo y la prepotencia de esa clase política que se vuelve lambiscona de quienes les pueden dar votos y luego desprecia a los humildes.
No olvidar que en Morelos hay otra joya de lo malo entre los funcionarios: el siempre voraz e inepto Graco Ramírez, quien hace negocios hasta en asuntos culturales por medios de sus parientes.
Casi 3 semanas después la desaparición del periodista y taxista Moisés Sánchez, la PGR atrajo la investigación. Y es que en el Veracruz de Javier Duarte, lugar donde han matado a 10 compañeros, desaparecido a varios y han hecho que una veintena salga del país con el objeto de que no los liquiden, no hay mecanismo alguno para aminorar estas terribles muertes. En lugar de ello, el que debe gobernar inventa historias, detiene a quienes no son responsables de los asesinatos (caso Regina Martínez) y presenta como malos a los periodistas que critican su gestión. Por cierto, ni la PGR ni Gobernación, que cuentan con oficinas de atención a periodistas, resuelven el 98 por ciento de los asuntos que se les plantean.
Otro Duarte (éste, César), de Chihuahua, será demandado por varias organizaciones, sobre todo el PRD, el Partido del Trabajo, el PAN y el Movimiento Regeneración Nacional, ya que ha desviado fondos del gobierno del estado al Banco Progreso de Chihuahua, del que son socios el mencionado Duarte, su esposa, Bertha Olga Gómez, y su secretario de Hacienda, Jaime Herrera.
Una buena cantidad de millones de pesos son de este trío de vivales, pero se sabe que hay decenas de millones que ha aportado el gobierno para engordar dicha institución.
Por si algo faltara, en el primer festival de cine en Chiapas, al señorito Manuel Velasco Coello le gritaron de todo y los asistentes apoyaron a los de Ayotzinapa. La rechifla le tocó asimismo al recién premiado con la Belisario Domínguez, el escritor Eraclio Zepeda, el Laco (progubernamental desde hace años y escritor a medias). Además, el tal Velasco cacheteó a uno de sus colaboradores en un acto público.
El panorama está calientito.
Jorge Meléndez Preciado*
*Periodista
Contralínea 422 / del 01 al 08 de Febrero 2015