Como se sabe, aún no se descubre algún yacimiento (porque sólo la perforación puede confirmarlo) en la frontera México-Estados Unidos en el Golfo de México; pero la investigación sísmica ha permitido detectar tres “estructuras” montadas sobre la línea fronteriza.
Las herramientas y métodos de la investigación sísmica se están aplicando en la exploración petrolera en el país desde la década de 1920. Permiten obtener datos sobre la contextura de las distintas capas geológicas, determinar su profundidad, dimensiones, espesores y extensiones.
El conjunto de datos obtenidos in situ, interpretados en laboratorios, permiten a ingenieros especializados en geofísica la elaboración de imágenes del subsuelo y la ubicación de “estructuras”, llamadas anticlinales y sinclinales y otros datos.
Las informaciones técnicas sobre la geología en la zona fronteriza empezaron a ser obtenidas por Petróleos Mexicanos (Pemex) desde el sexenio del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, en la década de 1900 (como se indica en la colección de la Memoria de labores de Pemex, en la que puede conocerse el monto de las inversiones iniciales en el estudio de la primera localización mexicana cerca de la frontera).
Realmente fue hasta el gobierno de Vicente Fox Quesada, en 2002, cuando se emprendieron las primeras grandes campañas de investigación sísmica.
También puede comprarse en Estados Unidos información sísmica de áreas cercanas a la frontera en el Golfo de México, porque en ese país la exploración la realizan empresas privadas que venden los resultados. Desde luego, Pemex dispone de dichas informaciones, que le han permitido elaborar correlaciones con localizaciones de perforación en aguas nacionales. También se cuenta con una amplia literatura científica publicada en congresos geológicos internacionales.
Después de 15 años de investigaciones, ¿qué informaciones tenemos sobre el área fronteriza?
1. Aunque la frontera México – Estados Unidos en el Golfo mide más de 800 kilómetros lineales, sólo en la zona Cinturón Plegado Perdido se ha descubierto petróleo, en el lado estadunidense.
2. Esa área comprende aproximadamente 200 kilómetros a lo largo de la línea fronteriza, que coincide con el paralelo 26 grados Norte.
3. El Cinturón Plegado Perdido es un área petrolífera compartida por México y Estados Unidos, porque cruza la zona fronteriza a uno y otro lado del paralelo 26. Comprende una serie de estructuras anticlinales y sinclinales y mide más de 6 mil kilómetros cuadrados, 3 mil se ubican en Estados Unidos, pero los propios estudios de ese país reconocen que la mayor parte de esa cadena, el Cinturón Plegado Perdido, se adentra en aguas patrimoniales de México (American Association of Petroleum Geologists Bulletin, volumen 83, número 4, abril, 1999, páginas 578-612).
4. Las cuantiosas inversiones realizadas en campañas de investigación sísmica le han permitido a Pemex contar, para comienzos de 2012, con casi 30 localizaciones de perforación, tres de éstas en estructuras montadas en ambos lados de la frontera. Las enumero por el nombre del pozo estadunidense y la localización mexicana adyacente:
Trident-Alaminos
Hammerhead-Magnánimo
Plesiosauros-Viñador
Sólo recordaré algunos datos ya publicados sobre la primera de estas estructuras. Trident-Alaminos, de acuerdo con informaciones que el ingeniero petrolero Néstor Martínez Romero ofreció en el Senado de la República en el foro sobre la reforma energética de 2008, es un anticlinal alargado –anticlinal es una estructura en forma de campana– orientado Noreste-Suroeste, con una longitud de su eje principal de poco más de 14 kilómetros de largo y un ancho de 4 kilómetros; mide aproximadamente 50 kilómetros cuadrados y conforme la información del doctor Romero (expresidente del Colegio de Ingenieros Petroleros de México), sólo 7 kilómetros cuadrados (menos del 10 por ciento) se ubican en aguas mexicanas (las investigaciones de Martínez Romero se pueden consultar en la página del Senado sobre la reforma energética de 2008).
En el campo Trident se han perforado tres pozos en un área de aproximadamente 5 kilómetros, pero existen dudas si todos fueron productores. El caso anterior muestra el tipo de datos que serán requeridos por los técnicos mexicanos para su estudio específico, en el caso de que se demuestre que la estructura es productora del lado mexicano.
Se debate sobre otro grupo de datos, por ejemplo la porosidad y la permeabilidad, pero éstos sólo pueden ser conocidos hasta que se disponga de muestras de trozos del subsuelo y sean sometidos a análisis en laboratorios.
La porosidad se mide de acuerdo con el tamaño de los intersticios donde se alojan los hidrocarburos, es una medida de capacidad de almacenamiento. La permeabilidad se refiere a la capacidad del medio poroso de dejar pasar por éste líquidos o gases bajo el efecto de las caídas de presión, se mide en milidarcys, se observa que son parámetros importantes en la estimación de las reservas y el potencial de los yacimientos.
Al respecto, técnicos de la empresa petrolera estadunidense Chevron informaron que la porosidad en los yacimientos cercanos a la frontera puede ser calificada como “buena”, varía entre 15 y 25 por ciento; pero la permeabilidad es baja: de menos de 10 milidarcys (Jennifer Lewis, et al, Chevron North America, en “Exploration and appraisal challenges in the Gulf of Mexico deep-water wilcox”). Ello se explica porque son arenas terciarias; para comparar, digamos que en yacimientos en carbonatos cretácicos de Jujo- Tecominoacán, Tabasco, la permeabilidad alcanza hasta 150 milidarcys y en el complejo Bermúdez (también en Tabasco) puede llegar a 200 milidarcys.
En conclusión, para intervenir en el debate sobre los yacimientos transfronterizos es necesaria la participación de técnicos petroleros para examinar la información (alguna ya disponible), por ello es importante repetir que los datos geológicos no pueden ser secretos o confidenciales; si ello llegara a ocurrir, una elite anónima se reservará la toma de decisiones.
*Investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México
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