Aunque se les reconoció su derecho a votar en 1953 y, desde hace una década, México vive una alternancia en el Poder Ejecutivo federal, los partidos políticos aún no incorporan a las mujeres a la vida política plena ni al interior de las organizaciones, ni en el ámbito público. En el discurso, los institutos políticos han abogado por una mayor participación de sus militantes en la política, pero, en la práctica, las relegan y les escamotean sus derechos
Rumbo a 2012, los dirigentes siguen practicando una suerte de “machismo político” y no quieren compartir equitativamente el poder con las mujeres, dice Martha Elena García Gómez, presidenta de la Comisión de Equidad y Género de la Cámara de Diputados.
Los partidos no cumplen con las cuotas de género que marcó la reforma electoral de 2007-2008 (al menos un 40 por ciento de candidaturas femeninas por partido político para integrar las cámaras de Diputados y Senadores) y las que se fijaron en sus estatutos; suelen dejar a las mujeres al final de las listas de candidatos a plurinominales o como suplentes, o las nominan en distritos con poca o ninguna posibilidad de ganar. Y algunas de las posiciones que ganan en el Congreso usualmente son para cederlas a hombres de sus partidos, ganándose el penoso mote de Juanitas (ocho casos en este año).
Por ley, los partidos políticos tienen que destinar el 2 por ciento de su presupuesto a la formación de liderazgos de mujeres, pero en general los desvían para otros gastos, como escobas, pulseras bordadas o labores de fumigación, limpieza o publicidad impresa, para remarcar la visión que tienen de las militantes.
La solución del problema, para el Instituto Federal Electoral (IFE), va más allá del establecimiento de cuotas mínimas de representación y de destino de fondos financieros. Se trata de transformar prácticas sociales y políticas que generan desigualdad, pues hay factores ideológicos, culturales, sociales y económicos que históricamente han relegado la participación de las mujeres en la vida privada y propiciado un rezago en su desarrollo laboral y en la vida pública.
Ellas no parecen estar dispuestas a seguir tolerando esta situación, convencidas de que la democracia, para que sea real, debe contar con más mujeres en la política. En el Senado, están trabajando en una reforma antijuanita, para que las candidatas a legisladoras tengan suplentes del mismo sexo y, de esta manera, se garantice una verdadera representación de género.
También buscan una paridad del 50-50 en la representación por mayoría, como en la proporcional en los ámbitos federal, local y municipal.
A su vez, la presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), María del Carmen Alanís, advirtió que podría ser motivo de cancelación de registro de un partido el incumplimiento de la aplicación del 2 por ciento del presupuesto a la capacitación de las mujeres.
Cotos de poder
Las mujeres están decididas a enfrentar los cotos de poder en sus partidos dominados por el sexo masculino.
Regularmente, si participan en alguna contienda, lo hacen a contracorriente no sólo de sus organizaciones partidarias, sino de las estructuras de poder varoniles en las entidades donde compiten.
“Es un problema cultural, de discriminación”, asegura Xóchitl Gálvez, excandidata de la coalición Hidalgo nos Une, integrada por los partidos de la Revolución Democrática (PRD), Convergencia y Acción Nacional (PAN), al gobierno de esa entidad.
“Yo crecí en un pueblo donde las mujeres sólo servíamos para el petate y para el metate, así de plano. Cuando quise presentar la posibilidad de ir a la secundaria, se me contestó ‘qué secundaria ni qué nada’; ahí estaba el metate.”
En la política, como contendiente a un cargo de elección popular, la parte más complicada fue la interna de los partidos, refiere. “Cuando vi cómo salió en fast track el candidato y siendo yo que tenía una clara ventaja en las encuestas con dos candidatos señores, me llevó más de tres meses poder ser candidata”.
De hecho, tuvo que llegar al Tribunal Electoral a defender sus derechos políticos ante una serie de argucias jurídicas que querían hacer en su contra para que no fuera la abanderada de la coalición Hidalgo nos Une.
Entró un poco tarde a la contienda y se encontró con un eslogan difundido entre indígenas: “¿Cómo vamos a permitir que nos mande una mujer?”. Ella contestó: “¿Y por qué hemos permitido que tanto tarugo nos gobierne?”.
Considera que, gracias a su calidad de mujer, pudo tocar el corazón de muchísima gente. “Cuando me decían que si les daba una despensa, les daba cemento o les daba algo, yo les decía: ‘No, pero te doy mi corazón, te doy mi inteligencia para trabajar por ti’, y fue increíble la respuesta de la gente, pues me lo creyó. Levanté 400 mil votos con estándares de ética muy altos, con un discurso muy enfocado a la familia. Yo les decía que, como madre, lo que más quiero es a mis hijos y, como gobernadora, lo que más querría sería a sus hijos.”
Xóchitl Gálvez perdió la elección en Hidalgo, “a la mala”, pero impugnó el triunfo del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) ante el TEPJF.
Blanca Judith Díaz Delgado, presidenta de la Comisión de Equidad y Género de la Cámara de Senadores, es la primera senadora del PAN en Nuevo León. “He tenido que luchar para estar en este lugar. Nada ha sido graciosa concesión. Por supuesto, me ha tocado luchar contra corriente y romper paradigmas en este tema”, señala.
“El que las mujeres lleguen, irrumpan y quieran romper reglas y tomar decisiones en los espacios políticos, ha costado mucho trabajo. Hay detrás una lucha en todos niveles. En los partidos debe haber un compromiso social hacia nosotras, y si no lo entienden será a través de las leyes, e incluso las internacionales”, advierte.
Como consecuencia de esa discriminación, “en el país solamente el 4 por ciento de las mujeres tiene acceso a ser alcaldesas y el 12 por ciento tiene acceso a ser diputada local. Asimismo, únicamente el 23 por ciento accede a las curules de la Cámara de Diputados y el 19 por ciento, de la Cámara de Senadores. En el transcurso de lo que llevamos como república, solamente seis señoras han sido gobernadoras”.
Díaz Delgado desea participar ahora en la lucha por la dirigencia nacional del blanquiazul, pese a que los dados están ya cargados hacia dos hombres: Gustavo A Madero o Francisco Ramírez Acuña.
“Las contiendas son como el beisbol: esto no se acaba, hasta que se acaba. Vamos a hacer el mejor esfuerzo y a buscar que se sumen todos los actores políticos a nuestro favor. Tenemos propuestas: queremos ciudadanizar al partido, queremos que la tecnología llegue a nuestra organización, queremos recuperar el voto de los jóvenes que hemos perdido, de los cuales 8 millones y medio lo emitirán por primera vez. Vamos por el voto de las mujeres, que es un sector importante del padrón electoral, con el que puedo tener empatía.”
Escamoteo de recursos
Una conquista de género fue lograr que el 2 por ciento de las prerrogativas públicas federales que reciben los partidos se destine a capacitar y fortalecer los liderazgos y participación política de las mujeres.
Sin embargo, el Consejo Ciudadano para la Promoción y Defensa de los Derechos Políticos de las Mujeres (Mujeres al Poder) detectó que los partidos volvieron estéril esta disposición al canalizarla, mediante subterfugios legales, a rubros como gastos administrativos, viáticos, apoyo secretarial a directivos partidistas o materiales de limpieza.
En el TEPJF se ha descubierto que estas organizaciones prefieren pagar una multa que cumplir con la ley.
Del presupuesto de los partidos, ese 2 por ciento representó 49.5 millones de pesos en 2008; 54.6 millones, en 2009, y 58.2 millones en este año, que debían destinarse a la capacitación de las mujeres.
El PAN informó en sus reportes que se gastaron 1 millón 553 mil en material promocional, eventos, aguinaldo, prima vacacional, gratificaciones, honorarios, fondo de ahorro Instituto Mexicano del Seguro Social-Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores.
El PRI destinó 716 mil pesos, pero reportó 894 mil pesos que usó para pagar teléfono, electricidad, agua, vigilancia, mantenimiento general, limpieza, fumigación, suministro, servicios generales y eventos.
El PRD reservó 616 mil pesos, pero reportó cero gastos. No aplicó el recurso porque se le multó con 123 mil pesos. Sin embargo, dispuso de 492 mil para otros asuntos no relacionados con la promoción de liderazgos políticos femeninos.
El Partido Verde Ecologista de México propuso 308 mil pesos, pero reportó 607 mil pesos en servicios profesionales, materiales y suministros, servicios generales, impuestos y derechos, call center, bolsas, mandiles de gabardina y pulseras bordadas.
En vistas de estos resultados, el TEPJF estimó fundamental la formación de una ciudadanía activa que exija que los recursos públicos para partidos políticos se destinen a lo que se debe.
Un porcentaje muy importante de mujeres acude al Tribunal Electoral: casi la mitad, el 49 por ciento, es decir, 19 mil 709 de los juicios ciudadanos que recibe, son promovidos por mujeres. Sin embargo, es muy menor el número de demandas por violación de sus derechos políticos.
“Es decir, son excelentes litigantes, pero no para dirimir controversias o (demandas) de violación de derechos que les están afectando. La justicia ahí está. Hay que formar, capacitar y fortalecer estas competencias”, recomendó.
Cuotas de género
Respecto del cumplimiento de la cuota de género, éstos son los resultados: el PAN establece un 40 por ciento de mujeres en la integración del Comité Ejecutivo Nacional y en los comités locales y municipales. Sin embargo, el cumplimiento de este partido político es del 22 por ciento.
El PRI se obliga al 50 por ciento en su dirigencia nacional, pero no llega al 25 por ciento.
El PRD, a nivel estatutario, instituye el 50 por ciento en dirigencias y candidaturas, pero apenas alcanza el 20 por ciento.
El Partido del Trabajo se exige al 40 y cumple con el 15 por ciento. Verde Ecologista se constriñe al 30 y llega al 20 por ciento en su dirigencia nacional. Convergencia no se obliga al 40 por ciento, pues es meramente indicativo, y alcanza un 18 por ciento nada más, y el Partido Nueva Alianza no se fija proporción alguna, aunque alcanza el 20 por ciento de representación de mujeres.
Al analizar las cuotas de género en la elección de 2009, Francisco Javier Aparicio Castillo, profesor-investigador de la División de Estudios Políticos del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), aseguró que con la reforma electoral de 2007-2008, dicha asignación subió de 30 a 40 por ciento.
No obstante, dijo, “el porcentaje de diputadas si acaso subió 1 por ciento, de 27 a 28 por ciento. Cuando pidieron licencia ocho diputadas, bajó”.
Constató que las candidatas que llegan por distritos no sujetos a cuotas no les va mal. Había 14 por ciento de candidatas, de las cuales 15 por ciento ganaron. Es decir, son capaces de ganar un proceso democrático para llegar a la curul. Del 37 por ciento de candidatas en distritos sujetos a cuota, 28 por ciento ganó.
En un estudio del CIDE para el Instituto Nacional de las Mujeres, se detectó que las candidatas de mayoría relativa estuvieron en distritos débiles, donde el partido político no había ganado en 10 años.
Por ejemplo, el PAN postuló en distritos débiles a 78 de más de 100 candidatas; el PRD, a 71 de 87, y el PRI, a 27 de 55 candidatas, casi la mitad.
“Si al partido le dan chance de que decida dónde someterse a la cuota y dónde no, va actuar de manera estratégica”, advirtió Aparicio.
“No tenemos muy claro si el partido hace esto porque es muy machista o porque anticipa a votantes machistas. A lo mejor el partido pronostica que el electorado va a penalizar a las candidatas y entonces dice: ‘No, mejor las postulamos donde de todos modos vamos a perder’, es decir, tal vez responda a ese prejuicio”, aseguró.
Pero hay más de 15 o 16 candidatas a diputadas de mayoría relativa que ganan en un distrito que se podía considerar perdedor. “Esto nos habla de la importancia de la calidad de los candidatos o de las candidatas, y de las campañas. Sí, es cuesta arriba, pero no es imposible ganarlas”.
Machismo primario y sutil
El Sistema de Naciones Unidas en México recomendó vigilar los obstáculos que los partidos políticos ponen contra las candidatas. Se les suelen oponer argumentos de un “machismo primario” o de un “machismo sutil”, que es más peligroso porque es más difícil de desmovilizar o de descartar.
Por ejemplo, se arguye que la política y la confrontación electoral no es apta para cardiacos y mujeres, ya que se desarrolla muchas veces en un ambiente de violencia verbal, e incluso de dureza y de descalificación.
Para María del Rocío García Gaytán, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres, el camino a la paridad es complejo. “Debemos seguir afinando el aparato legal para garantizar el acceso de las mujeres. Tenemos que lograr la institucionalidad de las cuotas o de la paridad; sólo así alcanzaremos la igualdad sustantiva mediante la adopción de un sistema de representación igualitaria entre hombres y mujeres”.
La senadora Blanca Judith Díaz Delgado sintetiza las aspiraciones de las mujeres: “Queremos la mitad del cielo, la mitad de la tierra, la mitad del poder”.
Marginal, la participación de mujeres en elecciones
Los espacios públicos de poder que han conquistado las mujeres son todavía muy limitados, a pesar de que son mayoría en el padrón electoral.
Según el Instituto Federal Electoral, desde que se reconoció el derecho al voto a las mujeres en 1953, sólo en cuatro ocasiones se han postulado mujeres como candidatas a la Presidencia de la República: Rosario Ibarra en 1982 y 1988; Marcela Lombardo y Cecilia Soto en 1994, y Patricia Mercado en 2006.
Desde 1976 a la fecha, 12 mujeres han ocupado el cargo de secretarias de Estado, destacando el caso de Josefina Vázquez Mota, quien lo ha sido en dos dependencias distintas. Solamente seis mujeres han sido gobernadoras: Griselda Álvarez, en Colima; Beatriz Paredes, en Tlaxcala; Dulce María Sauri, en Yucatán, aunque fue gobernadora sustituta; Rosario Robles, jefa de Gobierno del Distrito Federal, también de manera sustituta; Amalia García, en Zacatecas, e Ivonne Ortega, en Yucatán.
Destaca por supuesto el estado de Yucatán, que en dos ocasiones ha sido gobernado por mujeres; si bien en la primera ocasión no lo fue por elección popular, sino como gobernadora sustituta.
Según los resultados del proceso electoral federal de 2009, de 500 diputados, sólo 140 curules fueron ocupadas por mujeres, derivado de las suplencias; al 22 de marzo de 2010, dicha representación se redujo a 129 curules.
Sólo cinco mujeres han sido presidentas de partidos políticos nacionales: María de los Ángeles Moreno, del PRI; Beatriz Paredes, del PRI; Amalia García, del PRD; Rosario Robles, del PRD, y Patricia Mercado, en dos momentos diferentes, del partido México Posible y del Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina.
Datos que contrastan si se considera que el 51.7 por ciento del padrón electoral está conformado por mujeres.
Además, son ellas quienes participan activamente en la organización de las elecciones. En el proceso electoral pasado, fueron el 55. 4 por ciento del total de los funcionarios de casillas, el 51.7 por ciento de los capacitadores, asistentes electorales y el 46.5 por ciento de los supervisores electorales.
Cuotas de género: simulación
Con la reforma electoral de 1996, se instauró que en ningún caso la postulación a diputados federales por cada partido podría ser de más de 70 por ciento de un mismo sexo. Es decir, por lo menos el 30 por ciento de las candidaturas sería para mujeres.
En la primera experiencia de 1997, no pocos partidos evadieron el sentido de la ley, inscribiendo a la cuota de mujeres en los últimos lugares de la lista o como suplentes. De esa manera, llegaban al 30 por ciento de postulaciones “respetando” la ley y violando su espíritu.
La reforma de 2007-2008 en materia de género aparentemente implicó una ganancia para las mujeres: se aumentó la cuota del 30-70 a un 40-60 por ciento.
En las elecciones de 2009, la intención de la ley fue flagrantemente violada. El primer día de trabajos ordinarios de la Cámara de Diputados, ocho mujeres electas como diputadas presentaron su renuncia para que sus suplentes hombres ocuparan sus lugares.
El Partido Verde Ecologista tuvo cuatro suplencias, rompió un récord: una le cedió su cargo al hijo de un exgobernador; otra, a su hermano; la tercera, a un dirigente del partido, y la cuarta, a su esposo.
En el Partido Revolucionario Institucional también se dieron dos movimientos similares, y en el Partido de la Revolución Democrática y el Partido del Trabajo, uno en cada caso. Fue algo social y políticamente vergonzoso.
“Toda legislación implica un deber ser que eventualmente puede ser violado, pero cuando esa violación se hace por aquellos que la aprobaron, que le dieron vida, que argumentaron las bondades de la normatividad, el escándalo no puede o no debe evitarse”, dice José Woldenberg en un análisis sobre cuotas de género.
“Es probable que literalmente no haya existido violación a la ley, pero no cabe duda de que fue un desacato a su sentido; una jugarreta indigna. Ni hablar. Creo que si los vivillos siguen haciendo de las suyas, seguiremos degradando la política.”