La crisis derivada de la pandemia de Covid-19 golpea las finanzas de cárteles de la droga y el crimen organizado, que ya adaptan sus actividades delictivas e incursionan en mercados emergentes como los de alimentos y medicamentos, aseguran expertos en seguridad nacional, narcotráfico y delincuencia organizada.
Aseguran que el giro en el quehacer delictivo se da por el confinamiento social y disminución de la movilidad; por ello los ciudadanos están más expuestos a otras formas de violencia y delincuencia digital, ante la contracción de ilícitos como tráfico de drogas, secuestro, extorsión, trata de personas, robos a negocios, peatones, casas, vehículos, combustibles.
Martín Barrón Cruz, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), advierte que la epidemia impactará en la delincuencia, los delitos y actos de violencia que tendrán algún cambio significativo en el país.
“El cierre de comercios y la pérdida de empleos afectará a la extorsión (cobro de derecho de piso)”, pues “se asume que si los negocios están cerrados y sus dueños no obtienen ganancias, no podrán pagar a los extorsionadores. Por tanto, la delincuencia modificará su actuación”, apunta el especialista.
Ante la menor movilidad de los ciudadanos, disminuirá el robo a casa habitación; se incrementarán los casos de defensa propia por la defensa de insumos; ante la escasa circulación vehicular, el robo en el transporte público o el robo de automóviles descenderá, pero aumentará el robo de autopartes, “cristalazos”, robo de vehículos sin violencia al encontrarse estacionados.
En su análisis Covid-19: impacto en la delincuencia, Barrón Cruz, experto en seguridad nacional y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, señala que se puede incrementar el robo a cuentahabientes quienes usarán con mayor regularidad los cajeros automáticos.
Indica que, contradictoriamente, el confinamiento en casa trae como consecuencia el incremento en la violencia al interior de los hogares. “La violencia física y verbal, en donde ya se ejercía, aumentará por el tiempo de estadía y convivencia al interior de las viviendas”.
Explica que en el contexto de la violencia doméstica, hay diversos factores de riesgo, por lo que se debe enfocar de manera distinta aquellos cuyas víctimas son adultos mayores, jóvenes, contra indígenas, migrantes y refugiados, entre personas del mismo sexo, o bien contra policías, militares y personal médico.
Otros delitos que se prevé que aumenten serán los de naturaleza sexual. Por ejemplo, el incesto o la violación y en los casos más extremos los homicidios y feminicidios. En hogares donde un miembro de la familia es adicto, ante la escasez o incremento de precio de la droga, habrá acentuación en actos violentos por la falta de consumo de la droga, asegura el académico.
En otros ámbitos la situación luce igual de desalentadora, ya que otros segmentos dentro del amplio abanico de posibles fuentes de financiación que toca el crimen organizado se verán afectadas, señala María Luis Pastor Gómez, analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE).
“Como el contrabando de ropa de lujo de imitación con la que comercia la Unión Tepito procede de China o la trata de personas, también sensiblemente perjudicada por la reducción acelerada de la emigración, consecuencia del confinamiento y del cierre de fronteras”, acota.
El robo de combustible se verá igualmente afectado por la disminución del consumo de gasolina y la caída considerable de los precios del combustible ilícito, indica la académica. Observa que respecto al secuestro, con la mayoría de los comercios cerrados y casi nadie en las calles no habría a quién poder secuestrar.
Asegura que ante estas circunstancias, es posible que las proactivas organizaciones criminales, además de subir los precios a los consumidores, intenten hacerse fuertes en algunos mercados emergentes como el de medicamentos o alimentos, con lo que ganarían legitimidad.
No obstante, Pastor Gómez considera que levantar toda esa logística requiere tiempo que de momento no tienen los narcos, por lo que se agudiza el peligro de que se multipliquen los robos y aumente la violencia, como modo más sencillo para que las organizaciones criminales palíen la escasez que atraviesan como consecuencia de la Covid-19.
La expansión del coronavirus SARS-CoV-2 representa un problema colateral para la ciberseguridad, indica en entrevista Martín Barrón Cruz, doctor en Ciencias Penales y Política Criminal en el Inacipe. “Los ciberataques se incrementarán, ya que las medidas de confinamiento han permitido a los delincuentes cibernéticos tener un campo fértil para realizar actos delictivos”, afirma.
Hoy, dice, ante el incremento en la demanda de los servicios electrónicos y el uso masivo de la red los delincuentes están realizando envíos de email con phishing mediante spam o ataques con malware o ransomware. Así como atracos a la banca comercial y electrónica, para obtener ganancias en virtud del problema global de salud.
Y con el uso intensivo del trabajo en casa es factible que la ciberdelincuencia obtenga acceso a las redes de empresas o compañías. Los delincuentes han creado sitios en la web donde ofrecen servicios de comercio electrónico y no tienen reparo alguno en usar nombres de empresas legalmente constituidas. Pero no son los únicos.
Por el incremento en el uso de red por parte de menores de edad, porque el aislamiento permite mayor exposición en línea y puede haber menos supervisión de los padres o familiares, están más expuestos a ser cooptados por agresores sexuales quienes no solo buscan material fotográfico sino hacer contacto para establecer vínculos afectivos.
Por el desabasto de bienes o productos las estafas vía electrónica aumentarán. Ante la escasez la oferta se incrementará y con ello los precios se elevarán o bien habrá descuentos jugosos; sin embargo, es factible ser víctima de fraudes, apunta el catedrático del Inacipe.
“Ante la Covid-19 los delincuentes aprovecharán la ansiedad y el temor de los ciudadanos para cometer fraudes. La pandemia es un nicho de oportunidad rentable para los estafadores. Éstos tienen capacidad para adaptarse rápidamente ante las nuevas circunstancias.
“El fraude vía telefónica aumentará; se ofrecerá a los ciudadanos toda clase de suministros (desde alimentos hasta bienes o servicios, incluidos los funerarios), naturalmente el pago se hace a través de transferencia bancaria electrónica.”
La delincuencia aprovechará las nuevas circunstancias para realizar estafas de inversión con la promesa de obtener buenas ganancias. Habrá nuevos esquemas de fraude, incluso aún después de la pandemia”, subraya el catedrático.
Gracias al virus SARS-CoV-2, la economía de la falsificación incrementa sus ganancias con la venta de productos falsos o “piratas”, con la especulación y desabasto galopante de productos sanitarios ante la demanda creciente de mascarillas, guantes, desinfectantes, medicamentos antivirales, productos de limpieza, equipos de protección o kits de pruebas para detectar el coronavirus.
También, la Covid-19 ha provocado que la delincuencia tenga nuevos escenarios para cometer delitos, como el robo mediante algún engaño. “Las nuevas formas de artegio están presentes, en el que los adultos mayores son uno de los blancos de este tipo de delincuentes; por tanto, es probable el incremento en el número de robos y fraudes a domicilio”, enfatiza Barrón Cruz.
La táctica es acercarse a los hogares de este grupo vulnerable, para ofrecer pruebas para detectar la enfermedad, la suplantación de algún familiar o bien hacerse pasar por funcionarios de salud para verificar en qué situación se encuentra. Así lograrán entrar a los hogares para saquearlos, refiere.
El confinamiento tendrá un impacto en homicidios (culposos y dolosos). En ambos casos debe haber una disminución. En el primero, por ejemplo, ante el descenso en el tráfico vehicular el número de accidentes disminuye, así como la pérdida de vidas humanas –por atropellamientos–; igualmente, sucede con los accidentes laborales.
En el segundo, el número de muertes vinculadas a la delincuencia organizada mermaría; pero, los decesos intramuros aumentaría (feminicidios). Vale subrayar, tan solo en marzo de 2020, se cometieron 2 mil 500 homicidios dolosos.
La crisis del coronavirus ha afectado a todas las economías y la de los narcotraficantes no ha estado exenta, pues ha impactado severamente a las finanzas de los principales cárteles mexicanos, fundamentalmente por la falta de abastecimiento para producir fentanilo cuyos precursores químicos para su fabricación proceden de China, afirma la especialista María Luisa Pastor Gómez.
Aunque China parece que se recupera de la pandemia, “la crisis se recrudece en Occidente, Europa y Estados Unidos, su principal mercado, presagia malos tiempos para los narcotraficantes e incrementa las posibilidades de que incursionen en otros segmentos de la economía como la alimentación o medicamentos, con el peligro que ello conlleva”, advierte.
En su análisis El coronavirus golpea las finanzas de los cárteles mexicanos, documento informativo del Instituto Español de Estudios Estratégicos fechado el 15 de abril de 2020, Pastor Gómez anota que desde el inicio de la pandemia en China, los cárteles de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Sinaloa se encuentran ante serios problemas de abastecimiento.
La razón es que una de sus principales fuentes de negocio en los últimos años ha sido la fabricación de fentanilo, el cual se obtiene a partir de precursores químicos que proceden principalmente de Wuhan, el epicentro de la pandemia.
Otro elemento es que las fronteras de Estados Unidos están cerradas desde el pasado 20 de marzo, con lo que las exportaciones desde México para abastecer al mercado estadounidense están bajo mínimos, agrega.
A ello se suma la caída de la demanda estadounidense de drogas por la cuarentena vigente en la mayoría de los estados del país y por el cierre de canales tradicionales de distribución como lugares de ocio o la venta en la vía pública, lo que presagia malos tiempos para la economía ilegal.
Los principales cárteles del narcotráfico enfrentan problemas para conseguir en China precursores químicos para producción de fentanilo y metanfetaminas. Sin materia prima, pronto habrá poco fentanilo que enviar a Estados Unidos y eso significa que para sobrevivir el cártel tendrá que a aumentar sus precios, asegura la académica del IEEE.
De hecho, explica que el kilo de fentanilo que los cárteles compraban a 31 mil 800 euros ahora cuesta 38 mil 100 euros, en un mercado donde los herederos del imperio del Chapo Guzmán y sus antiguos socios se comen el mayor trozo de una tarta global del narcotráfico internacional que mueve entre 426 mil millones y 652 mil millones de dólares al año.
De tal suerte que la falta de precursores es solo el primero de los problemas que enfrentan las organizaciones del narcotráfico, ya que las drogas sintéticas, mucho más baratas y manejables que las clásicas, ya son la primera fuente de ingresos de los principales cárteles mexicanos, especialmente el de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación.
Sin embargo, la reducción del flujo comercial, como consecuencia del confinamiento de los consumidores, en paralelo a un endurecimiento de los controles fronterizos para frenar la expansión del virus, sin duda dificulta sensiblemente a los grupos criminales el contrabando de droga al país vecino.
El efecto combinado va a ocasionar una contracción drástica en la economía del narcotráfico que inclinará a los cárteles a intentar suplir esa carencia, ya que a las dificultades de abastecimiento se suma la caída de la demanda estadounidense de drogas por la cuarentena vigente y por el cierre de canales tradicionales de distribución como bares, fiestas o la venta en la vía pública, destaca Pastor Gómez.
En efecto, la dinámica de oferta y demanda en el mercado de drogas cambiará. De inicio se observan dificultades en la producción, transporte y suministro de los precursores químicos; por tanto, repercute en la elaboración y costo de las drogas sintéticas de todo tipo, coincide el experto en delincuencia organizada Martín Barrón Cruz.
Señala que la razón es que el principal mercado de abastecimiento de los precursores, era China; pero, ante la pandemia las fronteras cerraron y se colapsaron. Entonces, sugiere que se debe analizar el mercado negro para el suministro.
Sin embargo, se desconoce la capacidad de almacenamiento de precursores o productos químicos esenciales para la producción de drogas, que tienen las organizaciones delictivas. Por lo cual, es probable que los laboratorios de las empresas farmacéuticas, sufran algún tipo de robo o bien la línea de suministro, enfatiza el catedrático.
Indica que el cierre de fronteras provocará un aumento en el consumo de drogas a nivel nacional cuya escasez o disminución en la producción inducirá al incremento en la violencia entre dealers (vendedores, proveedores y distribuidores).
La competencia por obtener ganancias será el factor a considerar. El costo de la droga se incrementará, así como el uso de solventes –resistol cinco mil, thiner, activo o el uso de inhalación de spray (poppers)–, resume el experto del Inacipe.
Sin embargo, matiza que las organizaciones delictivas son las únicas que cuentan, en estos momentos, con capital suficiente para consolidar o expandir su presencia tanto en el campo como en las ciudades.
Prueba de ello es cómo en días pasados los cárteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, Familia Michoacana y del Golfo reparten despensas, para fortalecer el apoyo y respaldo social entre la población hacia ellas. Al mismo tiempo, su poder económico les puede permitir enganchar a más personas sin empleo, con lo cual lograrán expandirse en nuevos territorios.
Barrón Cruz alerta que la grave afectación derivada de la contingencia ha ocasionado la pérdida de cientos de miles de empleos. Si se prolonga el confinamiento domiciliario y permanece el cierre de negocios, muchos de éstos entrarán en banca rota; los bancos tendrán problemas de liquidez y el gobierno puede ver comprometidas sus finanzas. La suma de todo provocará que las personas vean afectado su patrimonio.
Uno de los efectos, al concluir la pandemia, será el desempleo masivo –en algunos casos ya desde la pandemia–; quizá esto provoque el aumento de los delitos de robo de toda índole, así como de otros actos delictivos. O bien, haya mayor número de suicidios., porque uno de los efectos de la crisis económica será la carga de deudas en los hogares.
El desempleo afectará la capacidad de las personas para el pago de hipotecas, tarjetas de crédito y otro tipo de préstamos. La falta de capital permitirá el incremento de la usura, el empeño (joyas, autos, electrodomésticos, etcétera); de las hipotecas; compra de bienes muebles e inmuebles a precios irrisorios y la extorsión en otras modalidades. También, aumentará la prostitución y la venta de órganos.
La violencia criminal ni siquiera se redujo hacia fines de mes, cuando entró la Fase 2 de la pandemia y las medidas de distanciamiento social se generalizaron. De hecho, el 31 de marzo fue uno de los días más violentos, con 82 ejecuciones –cantidad que ha permanecido constante durante los primeros días de la cuarentena–, mientras que, hasta el 11 de abril, el máximo de muertes por coronavirus en México en un lapso de 24 horas era de 40.
De acuerdo con el monitoreo de Lantia Consultores, marzo concluyó con 1 mil 971 homicidios vinculados con el crimen organizado. Esta cifra es muy cercana a la registrada en febrero (1 mil 983), en enero (2 mil 57), y al promedio mensual para 2019 (1 mil 997).
Tampoco hubo mayores cambios en la distribución geográfica de la violencia que nos hagan pensar en una transformación importante de las prioridades y conflictos de los criminales.
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