Democracia

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El tercer asalto oligárquico del poder

“Ahora es el turno del ofendido por años silencioso, a pesar de los gritos”, dijo el poeta Roque Dalton. Ahora le toca a los indignados y agraviados mexicanos, con “puños, uñas, saliva, corazón, entrañas, tripas, cosas de varón [y de mujer, agrego por mi parte] y dientes”, como escribió Miguel Henríquez, defender sus anhelos republicanos, de justicia y bienestar, sus esperanzas y utopías de un mundo mejor, políticamente democrático, participativo y económicamente posneoliberal, socialmente incluyente, con dignidad y autonomía frente al exterior, que fueron sepultados por la avalancha de detritus vertidos por el bloque hegemónico durante las elecciones, con tal de tratar de encaramar en la Presidencia a Enrique Peña Nieto, por cualquier medio, y que terminó por ensuciar, deslegitimizar y envilecer todo el proceso.

Desenmascarar la “democracia”

Fraude o no fraude, y aún asumiendo que la obvia compra de votos no existiera y que no existen asimetrías que favorezcan a un partido sobre otro (repito, asumiendo que así fuera), es difícil que no exista en muchos mexicanos la sensación de estar eligiendo gobernantes de la misma manera que eligen entre Coca, Pepsi o Red Cola, y no tanto porque al final de cuentas sean todos lo mismo o porque, aunque varíen en el empaque, en el fondo todos contienen las mismas cantidades nocivas de azúcar, sino, más bien y sobre todo, porque estamos asistiendo como consumidores a la comercialización de un producto.

La revolución de los licenciados

La juventud mexicana se merece una ovación. El viernes 11 de mayo, en una expresión de patriotismo, justicia y libertad, los estudiantes de la Universidad Iberoamericana detonaron una bomba comunal contra el silencio. Ésta estalló y abrió paso a gritos, reclamos y emociones embotelladas durante años, al unísono de “Peña Nieto, la Ibero no te quiere”. El candidato priísta no pudo haber sospechado que desencadenaría la ira de miles de estudiantes ni que sería un integrante imprescindible de la “primavera mexicana”.

Las democracias y los tribunales constitucionales

Para Alejandro Capdevielle Flores   Hans Kelsen (1881-1973) fue un demócrata, republicano, creador e integrante del primer Tribunal Constitucional moderno, y parteaguas del derecho positivo;

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