Discurso

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La dominación por medio del discurso y el lenguaje

Estoy de acuerdo con Miguel Ángel Rus cuando asegura que “para cambiar el mundo, tenemos que recuperar el significado de las palabras”. El lenguaje es un arma para construir la conciencia crítica colectiva para cambiar las cosas. Para bien. Pero el lenguaje también se utiliza para reducir, impedir o destruir esa conciencia crítica. Y, por tanto, retrasar el cambio necesario.

El último bastión: la Ciudad de México

Comandos armados secuestran jóvenes en antros, un informante de la agencia estadunidense antinarcóticos (DEA, por su sigla en inglés) asesinado a plena luz del día, un general acribillado, un tiroteo entre grupos rivales de la Policía Federal, convoyes militares que viajan por la ciudad preparados para el enfrentamiento, empresarios extorsionados por grupos criminales. No estamos hablando de Reynosa, Matamoros (Tamaulipas) o Monterrey (Nuevo León). Estamos hablando de la capital de la República Mexicana.

John Lukacs: Ensayo sobre dos discursos

Cuatro textos del reconocido John Lukacs, elogiado como maestro del ensayo histórico, se han publicado en español: Cinco días en Londres, mayo de 1940; Churchill solo frente a Hitler; Junio de 1941: Hitler y Stalin; El Hitler de la historia: juicio a los biógrafos de Hitler; y el que ahora reseño: Sangre, sudor y lágrimas. Churchill y el discurso que ganó una guerra. Ramón García hace una recreación con su traducción del idioma de Shakespeare al de Cervantes. Espléndido trabajo que ilustra sobre la capacidad política de un estadista quien, con perspectiva histórica defendió el parlamentarismo democrático y sin pragmatismo, buscando sólo resultados, y que hizo de la conducción del Estado un liderato para cohesionar en la unión a la sociedad constituida por el pueblo británico, logrando que su corazón, los ingleses de la isla, lo apoyaran para ganarle al nazismo. Ese hombre de Estado fue Winston Churchill.

Echó la casa por la ventana: ejes, decisiones, un pacto…

Peña-Partido Revolucionario Institucional (PRI) echado hacia adelante (del “arriba y adelante” de Echeverría), guardando más las formas un tanto cuanto republicanas, se atrevió a ir al Congreso de la Unión para “guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos” y ser investido de presidente constitucional. Luego, en lugar de los auditorios panistas para el show de Fox o Calderón, optó por el Palacio Nacional y ante la elite, escogidos e invitados extranjeros y nativos (la democracia sin el pueblo no obstante sus cuestionados 19 millones de votos) el mexiquense se lució. Echó la casa por la ventana, prometió el oro y el moro, incluso las estrellas se comprometió a bajar…

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