De entre los muchas instituciones con autonomía, para dejar a un lado las complicidades con el presidencialismo en turno (ahora con el peñismo sigue ese nexo perverso del Instituto Federal Electoral, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la Comisión Federal de Telecomunicaciones y, con el nefasto Laveaga, el Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos, etcétera), está el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), quien nos acaba de salir con la sesgada encuesta de que ha resurgido la clase media que fue degradada desde el salinismo cuando éste envió su informe amañado a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en noviembre de 1992, sobre el reporte de la pobreza que alcanzaba a la mitad de la población, que por aquel entonces era de un poco más de 81 millones de mexicanos.