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Los inmolados a los dioses

Al Javier Lozano del peñanietismo, Alfonso Navarrete Prida, le falta cuerpo para gozar a plenitud lo que en su rosáceo mundo de fantasías considera como las primeras manifestaciones del cumplimiento de las promesas de su jefe, el César de Atlacomulco: el supuesto inicio de recuperación de los salarios reales y, por añadidura, del “bienestar de la población” y la “disminución de la desigualdad social”. Como una exultante Alicia en el país de las maravillas, dice: “habrá recuperación del poder adquisitivo”, “aunque [sea] ligera”.

La demagogia como estrategia

Es de celebrarse el acuerdo al que llegaron el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el Congreso estadunidense para evitar el “abismo fiscal”, cuyas repercusiones hubieran sido fatales para nuestro país.

El sexenio de Calderón y su atroz legado

Felipe Calderón Hinojosa abandonó el poder y dejó como herencia un país ensangrentado, con una deuda interna superior a los 5 billones de pesos, un desempleo galopante y un aniquilado nivel de vida para millones de nuevos pobres que ahora serán presa fácil, en su calidad de asalariados, de la voracidad empresarial gracias a los cambios operados en su contra por su reforma laboral; calamidades de la hecatombe del sexenio a la que ahora se suma, como dramático epílogo, la fuga de 111 mil millones de dólares.

La derrota mexicana, y mundial, de los asalariados

El cambio en las leyes laborales no es más que otro capítulo de la permanente lucha de clases entre los asalariados y los capitalistas. Entre los trabajadores que, al carecer de los recursos necesarios para asegurar su existencia y la de su familia, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo. Ésta es comprada por los dueños de los medios de producción (antaño conocida como la burguesía), como una mercancía más. A cambio del pago de un salario tiene el derecho de que laboren para él durante un periodo determinado.

Un lustro de crisis económica y financiera, ¿hasta cuándo?

Luego de cinco años de crisis económico-financiera mundial, el panorama sigue siendo incierto. Nada indica que en el corto plazo las economías occidentales, especialmente la estadunidenses y las europeas, se recuperen de la recesión más grande desde 1929. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, tan prestos a imponer recetas a naciones deudoras, incapaces de prever y contener el desastre

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