Hambre

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Señor Peña Nieto, véase en el espejo de Brasil

De entre los muchas instituciones con autonomía, para dejar a un lado las complicidades con el presidencialismo en turno (ahora con el peñismo sigue ese nexo perverso del Instituto Federal Electoral, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la Comisión Federal de Telecomunicaciones y, con el nefasto Laveaga, el Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos, etcétera), está el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), quien nos acaba de salir con la sesgada encuesta de que ha resurgido la clase media que fue degradada desde el salinismo cuando éste envió su informe amañado a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en noviembre de 1992, sobre el reporte de la pobreza que alcanzaba a la mitad de la población, que por aquel entonces era de un poco más de 81 millones de mexicanos.

Argentina reduce pobreza y acota al neoliberalismo

Se agudiza el debate en Argentina sobre el número de pobres que existen en ese país. La derecha enjuicia al kirchnerismo y lo encuentra culpable. Lo cierto es que los mandatos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández casi han abatido el hambre y la miseria extrema. Los mecanismos para sacar a Argentina de una de las peores crisis económicas que ha padecido no fueron los recomendados por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial; por el contrario, los Kirchner hicieron exactamente lo contrario a lo que esos organismos internacionales “recomiendan”

Jóvenes, sin oportunidades laborales

Desempleo o empleo precario que impide superar el umbral de la pobreza es lo que ofrece América Latina y el Caribe a sus jóvenes. Perú, Chile, El Salvador, Costa Rica y México, entre las naciones con menos oportunidades de trabajo digno para los menores de 25 años

El vendedor de ilusiones

Puede ser que, después de todo, sea un hombre bueno. Un católico piadoso, honesto. Un político sinceramente preocupado por construir una sociedad de bienestar y equidad aunque en su retórica, que trata vanamente de descalderonizarse y desneoliberalizarse, a menudo se olvida del segundo aspecto. Que existan crédulos que aún confíen en sus promesas pese a la manera legalmente sucia a la que llegó a la Presidencia de la República, en la capacidad del sistema (instituciones y actores que interactúan y ejercen el poder con determinados fines) y el régimen político (partidos, elecciones libres y justas, órganos y normas jurídicas, etcétera, que regulan la lucha y el ejercicio del poder, las relaciones entre los gobernantes y los gobernados) para atender los problemas nacionales y los conflictos pacífica y democráticamente pese a que, contra lo que dicen las elites, funcionen autoritaria y antisocialmente como en el pasado priísta-panista…

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