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La reforma financiera o el premio a la usura

¿Usted es de los ingenuos que creen que con su voto contribuyeron al encumbramiento de Enrique Peña Nieto y al retorno triunfal de la vieja pandilla autoritaria, con su control de las dos cámaras –farsa democrática útil para ocultar el dinero sucio y las prácticas turbias empleados por los grupos dominantes para aceitar esas victorias–, ya sea porque es un sincero militante o simpatizante del priísmo, o porque legítimamente aspiraba a un cambio, luego de la docena trágica de un partido desacreditado que se hunde en el detritus de la corrupción, y la llamada “izquierda” oficial e inofensiva le resultaba visceral, ideológica o políticamente repulsiva para apoyarla?

Lecciones de historia a la tecnocracia: Díaz apadrina a los monopolios

A de que en los primeros 6 meses de gobierno la persistencia en la aplicación del modelo neoliberal ha estacando la economía, ha desplomado la generación de empleo y empobrecido a millones de mexicanos con el alza de la canasta básica, la energía eléctrica, el gas doméstico y las gasolinas, los nuevos tecnócratas –como el actual secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray– insisten en alentar la reforma energética que, a su parecer, contribuirá a abaratar las tarifas eléctricas bajo el sofisma de que al existir una mayor participación de empresas privadas en el sector habrá mejores precios. Argumento similar al esgrimido para abrir las puertas de la privatización en Petróleos Mexicanos (Pemex).

La farsa de la reforma neoliberal de las telecomunicaciones

La reforma de telecomunicaciones es un engendro curioso. Es presentada por Enrique Peña Nieto como “una iniciativa que se diseñó, se dialogó y se acordó en democracia”, en la que “todas las voces cuentan [porque] son importantes para la construcción de los acuerdos en [un] clima de normalidad democrática”. Que busca “crear una nueva estructura institucional a favor de la competencia”, la “cobertura universal, la inclusión social, buenos precios, calidad en el servicio y en los contenidos”. En la que “el Estado establezca y haga valer su rectoría” sobre los grupos de poder y “la entrega o el retiro de concesiones no responderá a criterios políticos sino a criterios técnicos”, porque lo más importante es “atender las demandas más sentidas de los mexicanos de impulsar reformas transformadoras de nuestra realidad para servir a todo México”.

Premeditado desastre educativo para privatizar

Los conflictos en las normales rurales y en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), así como la manera en que han sido oficialmente enfrentados –bestialmente en el primer caso por un gobernador troglodita y negligentemente en el segundo caso por una jefatura que se dice de “izquierda”–; la arrogante reelección de la analfabeta cacique Elba Esther Gordillo como “suprema” y sempiterna líder del corporativismo magisterial; los pésimos resultados arrojados en la calidad de la enseñanza nacional y en la evaluación de los docentes; el creciente número de niños y jóvenes excluidos de las escuelas, que no pueden concluir sus estudios o lo hacen deficientemente; o el deterioro de la infraestructura, no son más que algunas manifestaciones desastrosas de la política educativa impuesta por la derecha neoliberal.

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