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Urge un nuevo presidencialismo para enfrentar la crisis general

Durante los 90 minutos de charla que tuvo el historiador Enrique Krauze en la Feria Internacional del Libro, en Guadalajara (Reforma, 3 de diciembre de 2015), declaró que no quiere “que haya una revolución violenta, pero sí quiero que haya cambios pacíficos y rápidos para México”. Y es que negar la crisis general de la nación en todos sus frentes y no atenderla cuanto antes es casi un suicidio; pues no hay tiempo, o apenas lo hay para implantar lo que en otros países se llama instalar un “gabinete de crisis” (Bernard Schwartz, Los poderes del gobierno; volumen II: Los poderes del presidente, editado por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México; y de Harold Zink, Los sistemas temporáneos de gobierno, Libreros Mexicanos Unidos).

Saldos neoliberales en el agro nacional

Hoy día el campo mexicano enfrenta una severa crisis. Por lo menos desde hace varias décadas, y en el marco de los cambios políticos y económicos relacionados a la inserción de México en la globalización neoliberal –particularmente con la incorporación en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)–, en el campo ha aumentado de manera constante la pobreza y hay una notoria reducción de la población en las localidades rurales [1]. Asimismo, se observa un severo decaimiento de la producción de alimentos y de forma paralela una disminución sostenida de la cantidad de empleos [2]. En este contexto, en el transcurso de los últimos lustros se ha consolidado una “erosión generalizada del campo” [3], siendo el ámbito del país donde más se concentran la pobreza, la marginación y la exclusión social a nivel nacional.

Ingrid y Manuel: pobreza, miseria y el mentiroso discurso peñista para combatirlas

Ante el discurso mentiroso del peñismo para combatir la pobreza (sólo en unos cuantos municipios), la pinza ciclónica de Ingrid y Manuel que sembró la muerte y el desastre en el 80 por ciento del territorio –al arribar por el Océano Pacífico y el Golfo de México– abortó la pavorosa miseria, hambruna y el olvido político-económico en el que sobreviven varios millones de mexicanos; quienes habitan en las márgenes de los ríos, en laderas montañosas o a los costados de caminos labrados a fuerza de transitar (descalzos o con rústicos huaraches); porque presidentes municipales, desgobernadores y el presidente de la República en turno dejaron de cumplir con sus obligaciones desde que el neoliberalismo económico se implantó en 1988, y que el peñismo busca llevarlo hasta sus últimas consecuencias con su intentona de privatizar el petróleo. Del salinismo al peñismo no han importado los pobres. Es más, sobran, empezando por los indígenas y los sectores bajos de una población que ha llegado a los 115 millones. De éstos, al autoritarismo y al neoliberalismo le sobran 80 millones de mexicanos.

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