A la hora de comprar podría ser más barato, pero el carbón se va a otros Estados más barato y regresa procesado y empaquetado a precios más caros; en la cadena productiva, quienes siempre ganan son los intermediarios
Edgar Ramírez
Ciudad Victoria, Tamaulipas
Cuando compra una bolsa de carbón para asar carne, sobre todo en los comercios de los Estados fronterizos e inclusive de Estados Unidos, seguro es carbón de Tamaulipas.
Todos ganan con el carbón tamaulipeco: los compradores, los intermediarios, los exportadores, inclusive el comerciante en pequeño o el minorista, pero no los olvidados productores que son víctimas del coyotaje derivado de la corrupción que permea en este negocio.
Ahí en el campo están cientos de productores indefensos como ovejas, esperando a los lobos que llegan a comprarles las toneladas que tengan a precios bajísimos. Los intermediarios, con más recursos y canales de distribución llegan con ventajas y nunca pierden. En medio de la nada es difícil que un campesino tenga laptop con conexión inalámbrica para buscar clientes o colocar anuncios. Los coyotes sí.
“Vendo carbón de mezquite, a cualquier parte de México y Estados Unidos”, a mi correo de hotmail. “Comercializo ya 100 toneladas de carbón y hasta 200 para el DF de rancho de Soto La Marina, la calidad es de maderas como coyotillo, brasil, chicharilla ébano, etc, a mi correo”. “Me pongo en contacto con su empresa para revender carbón por tonelada en la cantidad que quieran, yo me encuentro en Tamaulipas, sin más por el momento y esperando pronta respuesta me despido de usted”.
Las negociaciones que se hacen a través de la red son muy afectivas, cuando llegan los intermediarios con los productores, la venta del coyote está hecha y su trabajo es solamente bajar hasta el límite el precio del productor para obtener más ganancia.
Se tiene que, como productor de carbón vegetal, Tamaulipas ocupa el primer lugar a nivel nacional. Aporta el 28 por ciento de lo que se consume en México y en otras cantidades es exportado al extranjero.
Paradójicamente, siendo Tamaulipas un Estado productor (seguido por el Estado de Campeche), a la hora de convertirse en consumidor de este producto para las tradicionales carnes asadas, lo consigue en tiendas de autoservicio en paquetes de 3 kilos a precios que varían de entre 25 y 30 pesos.
Según datos confirmados por la Comisión Nacional Forestal en Tamaulipas, cotejado con la información que maneja al Semarnat en esta misma entidad, el precio oficial del carbón al momento de salir de los hornos va desde 1.80 y 2 pesos el kilogramo. Es decir entre mil 800 o dos mil pesos la tonelada. Ya en el regateo puede subir y bajar. Todo depende del ingenio del vendedor y comprador.
La exportación de carbón vegetal es como el petróleo: se vende barato y se compra caro. Es ya una costumbre y forma parte del folclor mexicano.
“El asunto es que nadie quiere aflojar recursos para el inicio de la comercialización interna de productos locales y eso, provoca que productores sean presas fáciles del coyotaje”, sostiene un productor de la región de San Carlos.
La Comisión Nacional de Forestación, delegación Tamaulipas, confirma que la entidad es considerada la número uno después de que en el año 2009 hubo una producción neta de 16 mil 300 toneladas.
Cantidad que correspondió a los 86 mil 600 metros cúbicos de madera tropical cortada en las regiones carboneras del Estado como lo son San Carlos, Abasolo, Hidalgo, Villa de Casas, Soto la Marina y Aldama, principalmente.
Económicamente, por la cantidad producida el año anterior, se generaron recursos por el orden de 39 millones de pesos.
Recientemente, el delegado de la Conafor en la entidad, Rafael Salazar de León, sostuvo que por ello la dependencia continuará impulsando diversos proyectos para modernizar las técnicas de elaboración y apoyar a los productores, a través de la Unión Estatal de Silvicultores.
Aseguró que desde hace varios años se ha realizado un programa de capacitación entre los campesinos forestales, con el fin de implementar nuevas tecnologías que les permitan producir más, con mejor calidad y obtener mayores ganancias.
El año pasado, de manera coordinada con los silvicultores, la Conafor promovió seis cursos de capacitación para enseñarles cómo convertirse en empresarios forestales.
“El Estado cuenta con municipios altamente productores de carbón, entre los que se encuentran Villa de Casas, Soto la Marina, Aldama e Hidalgo, donde se utilizaban métodos antiguos que requerían una gran cantidad de esfuerzo y una mayor inversión”, reconoció.
Pero lo que se promueve en las comunidades rurales es la implementación de nuevas tecnologías que no requieren de una fuerte inversión y permiten obtener una mejor producción.
Se inició el proyecto de construcción de más de 70 hornos de este tipo en diversas comunidades forestales del Estado, para así mejorar los aprovechamientos.
Con una inversión de apenas 7 mil pesos se puede construir un horno para la fabricación de carbón vegetal, donde los productores pueden obtener una mayor producción con menos leña.
“En las técnicas antiguas el costo de producción de una tonelada de carbón es superior a los 1 mil 172 pesos, mientras que utilizando el horno elaborado con ladrillo, el costo de producción bajó hasta los 850 pesos por tonelada”, ataja.
Afirma que otra de las ventajas, de elaborar carbón con este tipo de hornos, es que los productores pueden aprovechar leña de árboles como huizache, ébano, chicharillo, matorral, rajador, que se encuentran dentro de la especie de madera común tropical.
Los árboles o plantas que se utilizan son de muy fácil reproducción, por lo que en un término de tres años pueden volverse a aprovechar.
Además, la madera de la mayoría de este tipo de árboles no tiene ningún valor comercial, ya que sólo permiten su utilización para elaborar carbón o leña.
Varias comunidades rurales de Tamaulipas comercializan el carbón vegetal, con compradores que vienen de Estados como Nuevo León, Veracruz y Coahuila.
“En efecto, el proyecto piloto de construcción de hornos de ladrillo fue probado. La prueba se hizo con algunos productores de la región del municipio de Abasolo”, reconoce Héctor Daniel García, titular del área de Producción y Productividad de Conafor Tamaulipas.
Explica que el proyecto no tuvo continuidad debido a que el material con el que es fabricado el ladrillo en la entidad no tiene soporte a las altas temperaturas a la que se somete la madera para la elaboración de carbón vegetal.
“El proyecto es factible, evidentemente, fue un proyecto muy bueno que pudo dar certeza a la producción de carbón a bajo costo; la falla estuvo en que se descubrió que el ladrillo en el menor tiempo posible se deterioraría y al darle mantenimiento sería una inversión perdida”, sostiene.
Pero asegura que se buscarán nuevas técnicas para su elaboración, para ello se cuenta con personal altamente calificado que analiza ya nuevas factibilidades sobre el proceso de elaboración.
Para esto, a los largo de los años más recientes, se ha desencadenado una serie de debates y talleres de capacitación a productores sobre las técnicas más aptas para producir de acuerdo a las regiones y el tipo de madera que se utiliza para ello.
Por ejemplo en 2007, en la ciudad de Puebla, se formaron mesas de discusión a los que fueron convocados gente de diversas regiones productoras de carbón en el país.
La bióloga Teresita del Niño de Jesús Arias Chalico, titular de la organización Naturaleza y Desarrollo (NYDE A.C.) de la Red Mexicana de Bioenergía A.C. asegura que fue un foro regional que tuvo por objetivo fomentar la producción sostenible del carbón vegetal en México y se recomendó desarrollar las siguientes líneas:
1. Revisión de la normatividad que regula la producción y comercialización del carbón vegetal.
2. Fomento del uso de tecnología mejorada de carbonización.
3. Mejora del manejo de los recursos forestales para la producción del carbón.
4. Desarrollo de la comercialización justa del carbón vegetal a escala local y regional.
Detalla que durante el foro, respecto a la región norte, los participantes consideraron que existe suficiente madera de las especies que aprovechan.
Sin embargo, no se aprovecha el 100 por cierto de lo autorizado por Semarnat debido a la falta infraestructura y caminos para sacar la leña. Propusieron a la organización de productores una integración de cadenas productivas y la habilitación de caminos con “engravado” para la extracción de la madera y su transporte.
Y coincidieron que la madera para la producción de carbón es de calidad, no obstante, falta capital, mano de obra y buena paga para incrementar producción.
Asimismo, faltan equipos de extracción de la madera hacia las áreas de quema, ya que en ocasiones se utiliza carretilla en largas distancias y terrenos irregulares.
Otra situación común es que se pasa el tiempo de los permisos y se retrasan las entregas del producto, lo que les lleva a pérdida de dinero y de clientes.
También se comentó que los procedimientos para la extracción de leña son costosos y que conllevan alto riesgo para la salud.
Aquí propusieron que los hornos estén en las áreas de aprovechamiento, llevar a cabo capacitación para diversificar el uso de la madera en artesanías y muebles y realizar los aprovechamientos con programas de manejo.
En cuanto al manejo de bosques ellos construyen brechas para prevenir incendios forestales, aunque a veces el descuido con la quema de los “bolones” ha ocasionado incendios en áreas de bosques. Una causa muy común de incendios es que se encienda el carbón que ya está encostalado y amontonado cerca de los árboles.
La mayoría de los bosques de la región Norte cuentan con programas de aprovechamiento autorizados y en algunos casos el manejo silvícola incluye selección de maderas duras para otros productos, extracción de plantas no leñosas y conservación de fauna en UMAS como posibilidades de negocio.
En estos casos cuentan con apoyos institucionales para los programas de manejo y la difusión de hornos de ladrillo, para lo que reciben capacitación y apoyo para la adquisición de los materiales de construcción. En general, proponen selección de especies y manejo del bosque con permiso de la Semarnat.
Sin embargo, aseguraron que existe tala clandestina y robo de madera por avecinados de los ejidos, abaratando el producto en el mercado.
Para solucionar esta situación demandaron mayor vigilancia de la Profepa y tomar medidas más drásticas para que no reincidan en los robos, plantear esquemas de conciliación y no precisamente apegarse a cuestiones legales, ya que son delicadas las relaciones al interior de los ejidos, así como mejorar los precios del producto para mejorar el pago de los jornales con la finalidad de frenar la tala y el robo clandestino.
Referente a los trámites y permisos, mencionaron que las guías no salen a tiempo y se pierden compradores, existe corrupción y falta de conocimiento por parte del productor para saber cuánto pagar al técnico, así como la falta de técnicos calificados y reconocidos por la Semarnat.
Arias revela que en Tamaulipas trabajan hornos de tierra chicos y muy grandes, de 10 a 20 toneladas, también hay hornos de fosa o trinchera y hornos de ladrillo que no funcionaron.
Los hornos de tierra son de difícil trabajo, porque sacan el carbón caliente, respiran mucho humo y trabajan un mes y medio por quema.
En cambio que los hornos de ladrillo son muy buena alternativa porque reducen el trabajo, mejoran la salud, la calidad del carbón y el trabajo, rinden más y cuesta menos hacer el carbón. Sin embargo, como se indicó arriba, existe el problema de que los ladrillos son de muy mala calidad en la región y los hornos se parten, por lo que están probando ladrillos de mejor calidad y esperan los resultados para proponer su uso.
Pero según los mismos productores, las experiencias de trabajo con hornos de ladrillo han sido buenas y que éstas deberían darse a conocer a otros ejidos.
Los principales obstáculos en la comercialización son la falta de organización por parte de los productores, que no hay precios estandarizados, no hay capacitación, capital ni recursos para realizarla, así como el clandestinaje y los coyotes.
Se detalló en ese encuentro que en Jalisco y Tamaulipas no perciben facilidades para la venta de carbón.
Muy diferente a Colima que tiene una organización y una integradora, lo que facilita mucho la compra y la comercialización.
Para la región norte se propuso tener más compradores haciendo uso de la web, realizando estudios de mercado acorde a los requerimientos de la integradora, la constitución de la cadena productiva con apoyos de la Conafor.
Por otra parte, opinaron que la calidad del carbón no influye en la compra, se paga igual cualquier calidad cuando proviene de hornos de ladrillo.
La mayoría lo compra a granel; sin embargo, sí existe una selección del carbón cuando es de bolón (por el peso).
Respecto a la constancia de la comercialización: esta influye mucho de forma negativa, por que es irregular en los ejidos, lo que no permite una buena competencia.
Esto debido a las épocas de producción de carbón que disminuye en temporada de lluvias (de julio a septiembre) y es justo en invierno cuando hay más demanda y el producto escasea.
En la época de mayor demanda el precio mejora, pero no hay producto para aprovechar ese precio. Para esto proponen tener capital para poder guardar el carbón hasta la época de escasez, conocer el ciclo completo del carbón y fortalecer las integradoras.
Para mejorar se recomienda fomentar la organización de los productores/as que definan su producción mensual, conformar centros de almacenamiento o de acopio, como grupos, realizar reuniones con la finalidad de informar y dar seguimiento a las actividades de producción y comercialización.
Y establecer precios únicos en la región, contar con capital de trabajo, posterior a la organización de los grupos de productores, estandarizar los costos de la leña (comunes tropicales), participar en programas de concientización del valor de la madera, para que la gente sepa de los beneficios de sus montes, que se realice un programa formativo para la constitución de las organizaciones y la capacitación continua de quienes lo conforman y llevar a los ejidatarios a productores.
En cuanto a los precios, consideraron adecuados pero si lo manejan como empresa “salen tablas” (sin utilidad).
Los precios se definen considerando los costos de extracción-producción (dependiendo de la región) + 30 por ciento de ganancia + precio de la materia prima.
En general no consideran que haya una comercialización justa, la cual les proporcionaría una ganancia justa, permitiendo que el productor tuviera un nivel de vida adecuado de acuerdo a sus requerimientos.
Se piensa que lo ideal es que se conforme una cadena productiva con los productores evitando intermediarios y así sería posible ampliar el mercado del carbón más allá de los mercados locales.
Omar Flores es carbonero. Pero su trabajo como tal es más ligero cuando lo armoniza con su gusto por la música los fines de semana según tenga algún contrato para tocar en un baile de la región. Es de Soto la Marina. Una de las zonas carboneras de Tamaulipas.
Ronda en los 30 años, pero asegura que a corta edad ha venido aprendiendo este oficio y lo dice orgulloso pues no en vano ha venido a ser uno de los pocos que saben como procesar el carbón a la antigua (haciendo el bolón de tierra), desde el corte de madera con moto sierra, carretillarla hasta el lugar adecuado para el bolón, acomodar la madera, y prenderle fuego.
Admite que es un trabajo muy duro, pero que es un oficio como cualquier otro que da para subsistir, aunque tenga uno que pasarse la mayor parte del tiempo en el monte, en medio de las inclemencias del tiempo.
Peor aun cuando el calor se deja sentir en plenitud. Porque uno tiene que estar al pendiente del bolón una vez prendido, pues en un descuido podría echarse a perder quemándose a fuego llameante. Y lo recomendable es que se queme a fuego lento sin llamas; casi con el puro vapor.
Dijo que como quemador ha aprendido que la producción y elaboración del carbón a la antigua es más fácil aunque más duro. Porque uno puede montar un bolón en el lugar que se corta la leña.
En cambio si se pretende construir algún horno enladrillado, sería mucho más pesado el traslado de madera en carretilla, porque los hornos estarían en un lugar estático.
Pero reconoció que con el tiempo uno se acostumbra la refriega. La práctica hace que la labor del carbonero sea más liviano.
Y tiene razón. Omar no evidencia el cansancio, más bien se le nota el orgullo y su sonrisa es de oreja a oreja.
Su lugar de trabajo es a casi una hora de su casa, entre la sierra, por la Zona del Tigre.
Ahí es donde permanece día y noche cuando tiene el bolón prendido. Cuando el carbón está listo sale a visitar a su familia y a proveerse de comida para el inicio de su próxima jornada. Lo que Omaro relata no es embuste.
El ing. Enrique Riegelhaupt, de la Asociación Naturaleza y Desarrollo A.C., en su manual de Construcción y Operación del Horno de Ladrillos tipo Rabo Quente, autorizado por la Comisión Nacional Forestal sostiene que tradicionalmente la producción de carbón se hace en hornos de tierra, donde la leña se apila y se cubre con hojas y tierra.
Estos tienen la ventaja de que pueden hacerse en el mismo lugar donde se corta la leña. Pero tienen varias desventajas:
El rendimiento es casi siempre menos del 20 por ciento o sea que hacen falta 5 toneladas de leña para producir una tonelada de carbón.
El quemado es lento y a veces disparejo: se precisa quince días para quemar un horno que va a rendir una a dos toneladas de carbón, pero si llueve toma más tiempo.
El carbón sale mezclado con tierra o piedras y hay que limpiarlo antes de encostalarlo. Además, en algunas ocasiones los compradores hacen descuentos en el precio por la tierra y piedras que contienen los costales. Si se usan hornos de ladrillo, en cambio, se logran varias ventajas.
El rendimiento es mayor que en los hornos de tierra: casi siempre es más del 25 por ciento y se puede llegar al 30 o sea que sólo se precisan 3 ó 4 toneladas de leña para producir una tonelada de carbón.
El quemado es más rápido, lleva sólo dos o tres días, y el enfriado demora tres días más, o sea que se puede completar una quema y producir más de una tonelada de carbón por semana. El carbón sale limpio, y queda muy poca leña “cruda” o tizones.
Los hornos de ladrillo tienen una desventaja, y es que hay que transportar la leña hasta el horno. Para trabajar ocho meses y sacar 30 hornadas, hay que acarrear unas 180 toneladas de leña. Por eso son más apropiados donde la leña es abundante o donde es fácil acarrearla hasta el horno.
Otra desventaja es que hay que hacer una inversión inicial para comprar los ladrillos y construir el horno. Pero como el horno es desmontable y fácil de construir se lo puede llevar a otro sitio cuando la leña se acaba o cuando queda muy lejos. La inversión en ladrillos no se pierde.
Este Manual –continúa el experto– muestra cómo se construye y se opera un horno de ladrillos de 12 metros cúbicos, que puede cargar hasta 7 toneladas de leña y producir hasta 1 mil 500 kilos de carbón.
Este tipo de horno se usa mucho en Brasil y otros países pero es poco conocido en México. Hay otros tipos de hornos de ladrillo, como son el “media naranja” de Argentina, el mineiro de Brasil, el japonés, etc. Son de construcción más cara y más difícil, y no se los trata aquí.
La construcción de hornos de ladrillo en Tamaulipas no es imposible pero tampoco es factible como asegura el Departamento de Producción y Productividad.
Por eso es que en la mayoría de las regiones carboneras del Estado le dan más crédito a las técnicas antiguas: el uso del bolón.
Desafortunadamente, al emplear esta técnica quienes se dedican a la elaboración del producto ponen en riesgo su propia salud.
Tan solo en 2009 murieron 7 mil personas por el contacto directo con partículas de carbón negro. Pero las cifras no incluyen las muertes por las carboeléctricas que operan en el país y que emiten al ambiente 30 por ciento del dióxido de carbono (CO2).
Datos del Centro Mexicano de Derecho Ambiental advierten que las partículas que genera el carbón están relacionadas con enfermedades del corazón, del aparato respiratorio y un número no determinado de cánceres en los pulmones.
Aunque México le esté apostando a la generación de electricidad mediante ese combustible considerado tóxico dentro del sector energético, la investigadora Sandra Guzmán consideró que podría evitar el daño al aire y a la salud de sus ciudadanos, ya que tiene grandes posibilidades para utilizar fuentes de energía renovables.
“Si se aprovechara el recurso del viento y la energía solar podríamos cubrir la demanda de energía del país. Lo que hace falta es incentivo económico”, afirma.
Y es que de acuerdo a Todd Stern (enviado especial de Estados Unidos para el cambio climático), México debe reducir el uso del carbón.
México utiliza tanto carbón como Estados Unidos y China, por lo que urgió a los tres países a ser más eficientes en energía.
Aceptó que el carbón es un combustible “que queremos dejar de utilizar de manera transicional”. Aunque, agregó, no es algo que pueda desaparecer “de la noche a la mañana”.
En México mueren 7 mil personas cada año por contacto directo con partículas negras de carbón negro. Sin embargo, no existen cifras sobre cuántas muertes ocasionan las carboeléctricas que operan en el país y que emiten al ambiente dióxido de carbono (CO2).
Para Sandra Guzmán, colaboradora del Programa de Aire y Energía del Centro Mexicano de Derecho Ambiental, estas emisiones afectan directamente los pulmones de las personas.
“Es importante que se considere que el carbón tiene impactos directos e indirectos en la salud, porque las partículas que se generan están relacionadas con enfermedades del corazón, del aparato respiratorio y un número no determinado de cánceres en los pulmones”.
Asegura que las consecuencias indirectas de estas emisiones de dióxido de carbono contribuyen al cambio climático, pues provoca que en una zona tradicionalmente seca, llueva y con ello se origine dengue, malaria u otras enfermedades.
Además de otras alteraciones al clima que terminan repercutiendo en la salud de la gente. “Al modificar la atmósfera hay una consecuencia en todo el aire que respiramos”, dice.
El carbón, asegura la investigadora, es producto de una combustión que, al quemarlo se liberan partículas que se mezclan con otro tipo de contaminantes dañinos para el aparato respiratorio.
“Daños que México podría evitar, pues es un país que tiene grandes posibilidades para generar fuentes de energía renovables. De hecho, tan sólo aprovechando el recurso del viento y la energía solar podríamos cubrir la demanda de energía del país”, afirma.
Dice que lo que hace falta son incentivos económicos para que el país invierta en tecnología y mano calificada para transitar hacia energías renovables. México se ha comprometido a reducir 30 por ciento su emisión de partículas contaminantes e “incrementar la demanda de carbón: de 10 millones de toneladas a 25 millones en 2024, con un aumento de 137 por ciento, es contradictorio a sus compromisos.
“Como sede de la Convención Marco de Naciones Unidas para Cambio Climático, México tendría que dar un buen ejemplo al mundo y ser parte de los países que ya transitan hacia la generación de energías renovables”, dijo la investigadora Sandra Guzmán.
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