Abrir muchos frentes

Abrir muchos frentes

En recuerdo de Miguel Ángel Granados Chapa
 
Es cierto: al presidente Felipe Calderón le gusta estar en el ojo del huracán. Pero a 14 meses de que concluya su mandato y a ocho de que se realicen las elecciones de 2012, con menos del 50 por ciento de aceptación y un Partido Revolucionario Institucional (PRI) que va –no obstante las vaguedades y disparates de Enrique Peña Nieto– ampliamente a la cabeza, ante la recesión, con un equipo de seguridad que no atiende los asuntos de fondo, un Partido Acción Nacional (PAN) dividido en el cual su delfín Ernesto Cordero parece más un charal sin rumbo y enviando mensajes contradictorios a Estados Unidos, pareciera que todo se enfila hacia el desastre.
 
Empecemos por la relación con el vecino del Norte. En una polémica entrevista con el diario The New York Times, el inquilino de Los Pinos dijo sobre la operación Rápido y Furioso, que posibilitó la entrada a México de cientos de armas y el asesinato de un agente extranjero: “Si caigo en la trampa y voy contra [Barack] Obama y la ATF [Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos], la única cosa que estoy haciendo es debilitar [a] lo[s] que sé son [los] verdaderos aliados y caer en la estrategia de aquellos que son realmente perjudiciales [para] México, tales como los narcotraficantes”.
 
Es decir, no importan las intromisiones estadunidenses ni la soberanía, lo trascendente es proteger a los amigos. No obstante, el 17 de octubre pasado, señaló: “Creo que el Chapo está en Estados Unidos porque su actual compañera, Emma Coronel, tuvo dos hijos en aquel país”. Culpó, lógicamente, a las autoridades aduanales estadunidenses.
 
¿En qué quedamos? ¿Son excelentes compañeros o dejan hacer a sus anchas a los narcotraficantes? No es posible que se solape el tráfico de armas y se culpe a quienes dejaron pasar a una señora que logró hacerlo sin mayor problema debido a que tenía sus papeles en regla. Esto, incluso, suena a misoginia.
 
Pero no se crea que la relación con los hombres del poder imperial es tersa. Si bien Obama manda elogios cada vez que puede y hasta la secretaria de Estado, Hillary Clinton, agradece a nuestro país el asunto de un aparente complot entre Los Zetas e Irán, el cual ha quedado demostrado que resultó más falso que un billete de dos pesos, el senador republicano Michel McCaul dijo: “Admiro a Felipe Calderón por enfrentar a los mafiosos de frente, lo cual es muy peligroso”. Pero cuestionado acerca de si el mandatario ha tenido éxito, el legislador señaló: “No, en lo absoluto. Parece [que la situación] no cesa de empeorar”. En síntesis, como es muy sabido, los aplausos de los estadunidenses son parte de la función teatral.
La única manera de avanzar es con nuestras propias estrategias. Algo elemental, pues si bien Estados Unidos nos apoya con la Iniciativa Mérida (1 mil 500 millones de dólares en tres años), nosotros erogamos 10 mil millones de billetes verdes cada año, y en el presupuesto actual el mismo Calderón ha pedido un aumento de 5 mil millones de pesos más para seguridad.
 
Además, la famosa declaración a The New York Times le trajo una serie de reclamaciones por señalar que algunos tricolores no quieren combatir al narco, sino llegar a acuerdos con éste. Algo, por cierto, veía como indispensable y lo había pregonado otro panista, el siempre brillante de Vicente Fox.
 
Para dar sustento a sus aseveraciones, Calderón citó una declaración tergiversada de Sócrates Cuauhtémoc Rizzo García, gobernador de Nuevo León en los años dorados del salinismo y quien aclarara que fueron mal interpretados sus puntos de vista. Pero ya sabemos que de la calumnia, necesariamente, algo queda.
 
Días antes, al reunirse con el poeta Javier Sicilia en el Alcázar de Chapultepec, Calderón aseguró haber propuesto la creación de la Procuraduría de Atención a Víctimas contra la Violencia, pero que no le habían hecho caso (sic respondón) y se creó, entonces, una contra Víctimas del Delito, que no es lo mismo. Añadió que sus órdenes no siempre se cumplían y que rectificaría en este caso de la atención a los ciudadanos ofendidos. También rechazó formar una comisión de la verdad como sugerían Sicilia; el expresidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, Emilio Álvarez Icaza; el director del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, Miguel Concha Malo, y otros.
 
El argumento es que su gobierno es democrático y es innecesario ese tipo de instrumentos para conocer lo que ha ocurrido en los últimos años. Según el Diccionario de política, de Norberto Bobbio, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino, hay dos tipos de democracia: la formal y la sustancial, esta última tiene como fin el “proveer las condiciones para el pleno y libre desarrollo de las capacidades humanas esenciales de todos los integrantes de la sociedad” (página 452). Por lo tanto, estamos lejos de dicho estadio y es necesario saber qué pasó en muchos ámbitos.
 
Pero una fiscalía no sirve para nada. Es el caso de la Especializada en Atención a Delitos Cometidos contra Periodistas, que afirma defender la libertad de expresión. Jamás ha realizado la mínima acción para dicho objetivo; los más de 70 homicidios a compañeros, más las 15 desapariciones de colegas, no han sido aclaradas.
 
No contento con ello, Calderón se lanzó contra el padre Alejandro Solalinde, quien pidió una disculpa a todas las víctimas del narco. Aunque luego hizo algunos cambios en el Instituto Nacional de Migración, al asegurar que limpiaría dicha organización, lo que contradice a su director, Salvador Beltrán, quien en mayo pasado señaló que las cosas no eran como decían malamente los críticos, en realidad todo era maravilloso.
 
Para cerrar este artículo, aunque sin agotar los temas planteados inicialmente, Calderón se lanzó contra el PAN, los gobernadores de antes y de ahora de Veracruz y los que no están de acuerdo con sus logros en este lustro.
 
Muchos frentes y pocos defensores tiene quien lucha a brazo partido con tal que el PRI no ocupe la silla embrujada. ¿Logrará su objetivo el autollamado hijo desobediente?
 
*Periodista