Si los comicios en Michoacán terminaran en un conflicto postelectoral, los federales de 2012 estarían en grave riesgo. Es pertinente preguntarse a quién le conviene que la vida política nacional se enturbie a tal grado que no hubiera condiciones para efectuar las elecciones por la Presidencia de la República. No al pueblo, desde luego, el cual tiene en las urnas la única oportunidad de hacer valer su voto, y gracias a éste influir en el rumbo del país. Es la extrema derecha en el poder la única interesada en crear tensiones que le permitan mantenerse al frente de las instituciones, porque sólo así estará en posibilidad de lograrlo.
Por eso es lamentable que la izquierda haya contribuido de manera tan cínica al entronizamiento de la derecha, pues con su comportamiento errático y corrupto dio paso a la situación prevaleciente, cuando estaba a un paso de acceder al poder ante la incapacidad del Partido Acción Nacional (PAN) y el justificado desgaste del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
En los comicios de Michoacán, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) recibió el pago a su deslealtad al pueblo, sin que el camino a seguir sea el más conveniente ni mucho menos. Aun con el triunfo del PRI, la democracia sufre un duro tropiezo que se agrava por el avance electoral del PAN, independientemente del “haiga sido como haiga sido” de tal adelanto en las urnas.
Es hora de una seria autocrítica de la izquierda para tomar las medidas pertinentes que permitan superar esta lamentable realidad. Unos por corruptos, otros por medrosos y conservadores, otros más por cínicos y envidiosos, el caso es que se meten zancadillas todos y a una voz se lanzan contra quien puede sacar a la izquierda de su postración y decadencia, Andrés Manuel López Obrador. En vez de cerrar filas en torno a él, se le quiere derrotar cuanto antes a fin de facilitar las cosas a la derecha. Algunos hacen esta labor de zapa conscientemente, otros de manera espontánea al dejarse llevar por la corriente, pero todos quienes están contra el tabasqueño, en las filas de la izquierda, lo quisieran ver totalmente retirado de la vida pública.
En nada se diferencian de los oligarcas que lo atacan sólo porque es un hombre congruente que no se presta a corruptelas. Reconocen que la situación del país está al borde del estallido social, pero son incapaces de ver las causas del fenómeno. En cambio, se lanzan furibundos contra el tabasqueño porque podría encender el cerillo que iniciaría el incendio. Cuando lo que hace falta es alguien como él que corrija las causas de una realidad que nos está aniquilando. Que lo haría lo patentiza su trayectoria, como su proyecto de nación que conviene difundir con más amplitud.
No entienden los oligarcas y sus corifeos de la izquierda que no actuar a tiempo con un firme proyecto reivindicador, significa que se estaría condenando a la nación a sobrevivir en un clima de ingobernabilidad cada vez más violento. Son capaces de apoyar a Enrique Peña Nieto, a sabiendas de que los riesgos habrían de incrementarse, porque sólo llegaría a profundizar aún más las injusticias y la falta de democracia en México. Eso no les importa, porque sólo piensan en sus intereses, no en que él sí encendería el cerillo que incendiaría a la nación, tal como lo ha hecho Felipe Calderón con su malhadado “gobierno”.
El PRD fue sacado del gobierno de Michoacán, lo cual es muy doloroso para ese pueblo, como lo habrá de constatar pronto. Esto es una consecuencia directa de las mezquindades de sus dirigentes. En primer lugar de Cuauhtémoc Cárdenas, quien no admite que López Obrador es el verdadero líder moral de una izquierda congruente y patriótica. Si no lo entienden ahora, con el fin de modificar su actitud y ver las cosas con madurez y visión de largo plazo, para julio de 2012 la debacle sería total, y dejaría el campo libre a la extrema derecha para que imponga sus condiciones a un pueblo inerme y carente de líderes. Todo porque los dirigentes, al igual que los barones del dinero, sólo piensan en sus intereses.
Aún es tiempo de reflexionar y adoptar las medidas correctivas pertinentes. Si llegara el PRI nuevamente a Los Pinos, con Peña Nieto a la cabeza, su permanencia en el gobierno federal podría ser muy breve, debido a la situación dantesca de un país en completa bancarrota y sumido en una violencia incontrolable que sólo podría enfrentarse con más violencia, como lo hace Calderón. La oligarquía debe darse cuenta de que el cerillo está en las manos del grupo en el poder que ha sido el causante de la situación actual, y que la izquierda sería el apaga fuegos que hace falta en este momento. De otro modo se abrirían las puertas al caos, a una dictadura por demás inviable en el mediano plazo, lo que sucedería en el corto plazo con la permanencia del PAN en el poder.
*Periodista