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500 AÑOS

500 AÑOS

El próximo 13 de agosto de 2021 se conmemora el aniversario 500 de la caída de México-Tenochtitlan en manos de los invasores españoles acaecida en 1521. Cinco siglos nos separan de esos hechos; pero aún en nuestro México, hoy en día, 500 años después de la invasión española, seguimos en la Cuenca de México hablando, muchas veces sin saberlo, palabras en náhuatl y utilizando nahuatlismos constantemente. Poca gente conoce su significado aunque las utilice cotidianamente y las tenga incorporadas a su léxico.

Los invasores impusieron su idioma en todo el territorio. Los españoles contaron con aliados indígenas, pero a final de cuentas los traicionaron e impusieron su dominio absoluto. Estos pueblos originarios habían actuado según sus costumbres al aliarse a los recién llegados. En el Anáhuac, para conquistar la hegemonía y según sus costumbres ancestrales, se formaban alianzas de tres pueblos que se unían en Confederaciones: En el momento de la invasión, dominaba la Confederación de México, Texcoco y Tacuba. Esta triple alianza sustituyó a la de: Azcapotzalco, Texcoco y Culhuacan. Entre los mayas existió la de: Uxmal, Chichén Itza y Mayapán. En Puebla la de: Huexotzingo, Tlaxcala y Cholula. También se dio la triple alianza entre Tula, Otompan y Culhuacan que gobernó el mal llamado imperio tolteca; luego, tras la caída de Tula, primero se aliaron Culhuacan, Tenayuca y Xaltocan y posteriormente Azcapotzalco, Coatlichan y Xaltocan. La confederación de pueblos era, pues, la forma de lograr unión y hegemonía frente a los otros. El hecho que tlaxcaltecas, huejotzingas, cholultecas se hubiesen aliado con los españoles fue en esa lógica de formar alianzas equitativas y lograr su hegemonía por encima de la prexistente. Los pueblos originarios, no sabían que un invasor extranjero iba a dominar totalmente sus tierras, esclavizar a los pueblos, violar masivamente a las mujeres, matar niños y ancianos, hombres y mujeres. Finalmente, el dominio español fue absoluto, aplastante, en todos los sentidos. Además de un dominio económico, político, social, cultural, desde luego impusieron el idioma español, como si fuese el único válido y se generalizó el uso del español. No obstante que aquí durante milenios se hablaron lenguas originarias que aún logran subsistir. Muy pocos mexicanos hablan lenguas originarias.

En 1686 el rey Carlos II emitió una real cédula que prohíbe el uso de cualquier idioma distinto del español en todo el Imperio español, reiterándola en 1691 y 1693, en las que dicta la creación de la “parcela escolar” para la enseñanza del idioma imperial. Sin embargo las raíces originarias ahí están y hacen sentir su presencia con fuerza, aunque a veces de forma inconsciente.

El estudio de las toponimias indígenas es muy importante para conservar la memoria histórica, construir nuestra identidad y fortalecer el apego a nuestra ciudad, el náhuatl y los nahuatlismos, palabras de origen náhuatl que aún se usan todos los días y acompañan a quien vive en México, en la metrópoli de la Cuenca de México. Se mueve la gente de Tlalnepantla hasta a Azcapotzalco o Texcoco, o Ecatepec, o anda por Tláhuac. O al abordar el Metro transita por muchas de estaciones como Tacuba o Popotla, Pantitlán, Cuitláhuac, Juanacatlán, Iztapalapa, Copilco, Coyoacan, Tezozomoc,  Tacubaya, Mixihuca, Apatlaco, Aculco, Iztacalco, Chipalcingo.

También lo usamos al tomar un chocolate, mascar chicle, comer un taco con aguacate o guacamole, elotes o esquites con chile. Al estar con los cuates o apapachando a la pareja, al tomarse un mezcal o pedir un popote, usas palabras en nahuatl Lo mismocuando vas a volar un papalote o a armar un mitote, al dirigirse a la tlapalería, o ir al tianguis a comprar jitomates, usas nahuatlismos.

En la cuenca de México observamos a nuestros volcanes, el Popocatepatl, la Iztaccíhuatl, el Ajusco, el Chichinautzin, que hace milenios hacen presencia en nuestra tierra en la que algúna vez la lengua franca era el náhuatl.

La zona metropolitana que hoy se conoce como una gran ciudad, es una ciudad de ciudades. Los poblados en la época precuauhtémica se llamaban “altepetls”. En la cuenca había alrededor de 60 altepetls centros urbanos con diversos pueblos o icniuyotls : Xochimilco, Tlalpan, Coyoacan, Cuajimalpa, Mixcoac, Iztapalapa, Iztacalco, Tlahuac, Tacuba, Tizapan, Azcapotzalco, Tultitlan, Cuauhtitlan, Chimalhuacan, y la mayoría conserva su nombre en su idioma original.

Tenemos amigas y amigos que se llaman Citlali, Xóchitl, Ameyali o Cuauhtémoc, Cuitláhuac, Izcóatl –que son de origen náhuatl–, o Nayeli –de origen zapoteca– o Ixchel, Canek o Balam –que provienen del maya– o nombres de pueblos originarios de nuestros hermanos de América, como Inti que es de origen quechua.

Viajamos a Toluca o a Oaxaca, a Chihuahua o pagamos un viaje a Cancún, paseamos por Tlaxcala, todos nombres de lenguas originarias. Es nuestro país, es nuestra tierra y debemos hacerla nuestra, comprender quiénes somos y dónde estamos.

En gran parte del país se sigue explicando la historia con una “visión dominante, la de los colonialistas hispanos”. Es necesario que las lenguas originarias del país se integren de manera regional a los niveles escolares básicos, enseñar de manera oficial náhuatl donde predominó el náhuatl, lo mismo con las lenguas 67 restantes.

Cada lengua es un tesoro que tiene que ser preservado y rescatado También es importante que se estudie nuestra historia, y conocer para revalorar nuestra antigua gran civilización y tener la mirada primero en nuestra tierra y también, desde luego, en el conocimiento universal. Los nombres propios de los sitios estaban íntimamente ligados con su identidad y reflejaban características geográficas y orográficas del lugar. Por ejemplo. en Mixcoac había grandes trombas cuando llovía, por eso su apelativo “mixtli” que significa nubes, “cóatl” que es serpiente y “C” lugar: el significado sería “lugar de las nubes en forma de serpiente”. Aunque muchos de los sitios conservan su nombre náhuatl y otros son más conocidos por los nombres que les dieron los españoles, ya fuera que los “españolizaron” –asemejando su pronunciación– o añadiéndoles nombres cristianos. Ejemplo de aquellos que distorsionaron sería Churubusco, que originalmente se llamaba “Huichilopochco”; “Coyohuacan” que hoy en día es Coyoacán, o “Tlacopan”, Orizaba. “Ahuilizapan”, Tacubaya; “Atlacuihuayan”,  que se convirtió en Tacuba. De los segundos, se encuentran –por mencionar algunos– Santiago Tlatelolco, San Juan Tlihuaca o Santa Martha Acatitla, que son ubicados por los dos nombres, aunque ha habido excepciones donde el nombre en náhuatl ha predominado al nombre cristiano, tal es el caso de: San Bartolomé Naucalpan o San Esteban Popotla, que perdieron el nombre cristiano. En el caso de San Ángel Tenanitla se perdió el uso del nombre en náhuatl y sólo se conoce como “San Ángel”. Otros nombres de plano fueron impuestos por los invasores, como “Puente de Alvarado”, que recuerda a aquel siniestro personaje que realizó crueles matanzas como la de la Fiesta de Tóxcatl, donde masacró a miles de danzantes en la Plaza Mayor, por cierto que a esa Avenida, este año se le cambia el nombre a México Tenochtitlan, como parte de las conmemoraciones de los 500 años de la rendición de la ciudad frente a los invasores europeos.

Hay que conocer la toponimia. Todo mundo oye hablar de Tenochtitlan sin conocer su significado. En el glifo de Tenochtitlán, la palabra “tetel” significa piedra, “nochtli” tuna y “tlan” abundancia: “En el pedregal donde abundan las tunas”. Hay que estudiar el origen y significado del nombre de los lugares, su glifo, que es el dibujo de una palabra que caracteriza a los lugares, y darlos a conocer a los habitantes de esos espacios. Para que la gente aprecie y ame los lugares donde vive y luche por su mejoramiento. Es claro que el náhuatl también acompaña a generaciones enteras que habitan o han habitado la Cuenca de México tanto en los nombres de sus colonias, avenidas o alcaldías como Xochimilco que, por cierto, su glifo representa las palabras: “milli”, sementera, y de “pa”, en; y quiere decir “En la sementera o sembradio”. La palabra “milpa”, tal como suena, se ha formado del nahuatlismo “milpa”, con la significación de “sementera de maíz”. Así el arte de la imagen gráfica de algunas de las alcaldías de la capital siguen siendo los glifos de sus nombres originarios, tal es el caso de “Iztacalco”, “se compone de “iztatl”, sal, de “calli”, casa, y de “co”, en; y significa: “En la casa de la sal” y de muchas otras. Azcapotzalco. “En el hormiguero”, cuenta con su glifo, que es una hormiga.

Comprender por qué un sitio se llama de cierta forma es apasionante. Por ejemplo “Tlan”, viene de “tlantli” que quiere decir diente, los dientes son muchos: siempre están en un conjunto y en cada glifo dibujan un par de dientes. Y “tlan”, también es abundante: “Zapotitlán” significa donde abundan los zapotes; “Mazatlán”, donde abundan los venados; “Tomatlán”, donde abundan los tomates, etcétera. A la mayoría de las personas le causa curiosidad conocer la toponimia de la ciudad y sus glifos, esto debido a que todos los seres humanos requieren de un sentido de pertenencia, de apego a lugares que se vuelven entrañables. En este momento hay muchas generaciones –niñas, niños, jóvenes y adultos– con un genuino interés por conocer las raíces y orígenes de nuestra sociedad, para apreciar y retomar todo lo que se heredó de las culturas originarias, que es vital para construir un futuro mejor: “Hemos de ser conscientes que nuestra cultura es una de las cinco originarias en el mundo: La del Anáhuac, la China, Mesopotamia, el Valle Indú y la cultura andina. Dejemos atrás el eurocentrismo y el hispanismo para sentir nuestras propias raíces, conocer nuestras capacidades y potencialidades que hemos heredado a través de los milenios. Somos un pueblo único, especial, mágico, debemos aprender a apreciarnos a nosotros mismos. Combatamos la mentalidad colonial que es la que sustenta el actual neoliberalismo y neocolonialismo contra el que las y los mexicanos luchamos hoy.

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