En la UNAM volvió a ganar el elitismo. La máxima casa de estudios dejó fuera a 122 mil 116 jóvenes aspirantes a cursar la educación superior. En entrevista con Contralínea, la especialista Carlota Guzmán Gómez propone que los procesos de admisión se hagan bajo criterios equitativos
Una vez más el mecanismo de admisión estudiantil de la Universidad Nacional Autónoma de México dejó fuera a poco más del 90 por ciento de jóvenes que anhelaban estudiar una licenciatura o ingeniería en sus aulas: 122 mil 116 aspirantes fueron rechazados, mientras que se admitieron a sólo 25 mil 608. Ante estos resultados, la doctora Carlota Guzmán Gómez –investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM– propone dejar atrás los procedimientos elitistas.
“El ingreso a la educación superior debe ser bajo criterios de equidad e inclusividad que no se conviertan en mecanismos elitistas”, explica a Contralínea la socióloga. Advierte que el uso de un examen compuesto por 120 preguntas es limitado, debido a que no puede medir de manera adecuada los conocimientos de los estudiantes, tampoco las habilidades específicas requeridas para cada carrera ni considerar los intereses individuales del alumnado.
La doctora que tiene como líneas de investigación “los bachilleratos rurales en México”, “estudiantes de educación superior y desigualdad social” y el “análisis conceptual y del campo de investigación de alumnos y estudiantes” expone que el actual proceso de admisión utilizado por universidades prestigiosas –como la UNAM, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) o el Instituto Politécnico Nacional– es un instrumento injusto que “permite el acceso sólo de una parte de los estudiantes, que no necesariamente son los que saben más”. Tampoco se tiene garantía de que los alumnos admitidos vayan a ser los mejores.
Datos de la máxima casa de estudios del país indican que el área de ciencias biológicas, químicas y de la salud registró el mayor número de aspirantes no seleccionados, al ser también la de mayor demanda: 67 mil 612 aspirantes, de los 71 mil 305 que presentaron el examen de ingreso.
Dividida en cuatro áreas del conocimiento, la UNAM también rechazó a la mayoría de aspirantes al área de las ciencias sociales: 29 mil 326, de 35 mil 390 que presentaron el examen.
En lo que respecta al área 4 de humanidades y artes, la Universidad Nacional rechazó a 14 mil 570 aspirantes, de 16 mil 759. Mientras que del área 1 correspondiente a las ciencias físico-matemáticas y de las ingenierías tuvo un total de 11 mil 643 aspirantes, y de éstos, sólo 858 se quedaron en alguna sede de la UNAM.
La doctora Guzmán Gómez explica a Contralínea que los estudiantes que ingresan a la educación superior mediante el pase reglamentado ocupan un poco menos del 60 por ciento de los lugares disponibles. Pese a que ellos tuvieron que realizar un concurso de selección al ingresar a la educación media superior, “no están en igualdad de circunstancias que aquellos que ingresan por concurso de selección [a la licenciatura]”.
No obstante, la maestra en ciencias sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) señala que el pase reglamentado es un derecho que tienen los estudiantes, y quitarlo generaría resistencia. Para la especialista, lo recomendable es debatir y reconsiderar las modalidades de ingreso utilizando criterios de inclusión y equidad; y con ello, evitar que se conviertan en mecanismos elitistas. “Es necesario crear condiciones más justas para todos los aspirantes”.
De igual manera, es crucial analizar y mejorar los criterios de admisión para que los estudiantes tengan una oportunidad equitativa de acceder a la educación superior. Esto implica tomar en cuenta factores más amplios como “el mérito académico, el potencial de crecimiento personal y otros aspectos que puedan evaluar de manera más integral las habilidades y capacidades de los aspirantes”.
Asimismo, se debe garantizar la transparencia en el proceso de selección a fin de que los estudiantes puedan prepararse. A ello debe sumarse la consideración de las circunstancias sociales y económicas de cada candidato. El objetivo es asegurar que el ingreso sea inclusivo y justo.
La doctora Guzmán Gómez añade que, siendo la UNAM una institución autónoma y no sujeta a criterios externos, debe llevar dicha discusión de manera interna. De acuerdo con la especialista, el proceso de selección, así como las vías de ingreso a la UNAM son asuntos delicados que afectan los intereses y derechos de los estudiantes que desean ingresar a la institución.
Igualmente, indica que si se le considera como un proceso social, “es evidente que no se brindan las mismas oportunidades y condiciones a todos los aspirantes”.
Por ello, la doctora en ciencias de la educación por la Universidad de París, Francia, asevera que “es necesario debatir y replantear el proceso general de ingreso, tanto en el caso del concurso de selección como en otras formas de evaluación, bajo principios de inclusión, equidad y políticas afirmativas. Debemos buscar criterios más inclusivos y no quedarnos estancados en procedimientos que puedan generar exclusión”.
En entrevista con Contralínea, la especialista también resalta la importancia de que los estudiantes próximos a estudiar una carrera universitaria consideren otras opciones educativas. Al respecto, señala alternativas como la Universidad Rosario Castellanos, creada para dar cabida a aquellos estudiantes que han sido rechazados en otras instituciones. “Aunque quizás no sea la primera elección para muchos jóvenes, con el tiempo podría consolidarse y darse a conocer mejor, especialmente si logra ofrecer resultados académicos destacados y se convierte en una opción atractiva”.
Además se puede tomar en cuenta a “la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, que a lo largo de los años ha ido mejorando su oferta educativa proporcionando opciones sólidas y atractivas que también deben ser consideradas”.
La socióloga Carlota Guzmán Gómez enfatiza que luego de no ser aceptados en la UNAM u otras instituciones de alto prestigio, los estudiantes comienzan a buscar alternativas en otras instituciones educativas. Por ello, es esencial que estas escuelas menos conocidas continúen difundiendo su oferta educativa, se enfoquen en mejorar los resultados académicos y ofrezcan opciones atractivas para los estudiantes. De esta manera, “se ampliarán las oportunidades para aquellos que buscan continuar su formación profesional y se fomentará una mayor inclusión en el acceso a la educación superior”.
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